Ser republicano
Ser republicano hoy día es algo que no parece estar de moda, aunque sí está de moda presumir de haberlo sido, pues ello parece dar una presentación de demócrata en tiempos difíciles. Y ahora ¿por qué no está bien visto ser republicano y sí haberlo sido? La verdad, no lo sé, pues éticamente no existe, a mi entender, una justificación lo suficientemente consistente y convincente, ya que algunos de los que de la noche a la mañana han dejado de ser republicanos dicen que estamos en una "monarquía republicana", y otros se autocalifican como "honrados republicanos de don Juan Carlos". Y estas definiciones las hacen gentes ilustradas, siendo como son auténticos disparates, pues o se es republicano o se es monárquico; no se puede ser ambas cosas a la vez; y tanto ser republicano como monárquico puede ser honroso y éticamente honesto, siempre que se asuma con todas sus consecuencias. Lo que nunca se debe hacer para justificar una conducta contradictoria es usar unas palabras aún más contradictorias.Los republicanos aceptaremos y aceptamos que dirigentes socialistas y comunistas asuman la monarquía y que incluso alaben sus virtudes, pero, en ese caso, que no nos digan que son socialistas ni comunistas, y menos que son republicano-monárquicos, que eso no cuela en ningún diccionario. Y cuando hablen de las virtudes de la monarquía, que hablen también de los defectos de la misma, como esos dos millones y medio de parados, siendo yo uno de ellos. La libertad no consiste tan sólo en introducir una papeleta en una urna cada cuatro años. Cuando no se tienen medios para vivir no se tiene libertad. La libertad, que no todos disfrutamos en España, es más que relativa, pues sólo la disfrutan aquellos que pueden comprarla, igual que compraban los esclavos blancos en América o Australia su libertad. Lo ideal sería que nos convenciesen con hechos y no con vanas palabras, para que seamos monárquicos los dos millones y medio de parados y tengamos, al igual que ellos, una razón consistente para alabar a la monarquía; de momento no tenemos ninguna razón para alabarla, y la mayoría de nosotros no tenemos ni tan siquiera una señal que nos haga creer en la monarquía. Por lo cual seguiremos sacando nuestra bandera a la calle, aunque un alto miembro del Gobierno socialista, durante la campaña electoral de 1982, dijese que quienes sacamos la tricolor a las manifestaciones somos fascistas.
Y es que, como ya he dicho anteriormente, no terminar de asumir ni su pasado ni su presente, y lo que es peor, ni su futuro -aunque sea una pena-, ser monárquico no es deshonra, aunque ser republicano siempre sea motivo de orgullo, no por haberlo sido, sino por seguir siéndolo. Pero tanto lo uno como lo otro deben asumirse completamente. /
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