Inti-Illimani, una ventana abierta
El popular grupo chileno: Illi-nani acaba de dar tres recitales, en el madrileño teatro Salamanca, como presentación de su nuevo disco: Palimpsesto. Llegaron para recordarnos que su gira-exilio perdura al cabo ya de nueve años. Llegaron para proclamar, a pie firme y hasta en cuclillas, que el errar no oscurece la aurora, aunque la nieve oculte el vaho quejumbroso de la flauta. Llegaron para mezclar la miel y el ron, el luto y la alegría, la zozobra y la esperanza. Uno a uno, subordinándose a las pausas melodiosas del preludio, los seis componentes de Inti- Illimani reciben sobre el escenario su parcela de resplandor ambarino. Hay un primer recuerdo para esa gran mujer chilena que fue Violeta Parra. Luego se escucha el Son para Portinari, homenaje de Nicolás Guillén al pintor brasileño. Y ya el conjunto trenza con fluidez el júbilo folklórico y la gravedad del testimonio: "Duélete de mis dolencias / si algún día me has querido y enséñame a ser feliz, porque infeliz yo he nacido".La música de Inti-lllimani posee indudable belleza. Esta se desborda en los temas instrumentales. Sin embargo, alguna vez se achica para realzar el mensaje, la palabra, la protesta. En la letra es donde se deslizan dos peligros proverbiales en este tipo de canción: la cursilería y la obviedad. Inti-lllimani logra no caer de lleno en ninguna de esas tentaciones. Sabe que no es legítimo entonar un canto a la justicia como métodos estéticamente desajustados.
En la primera parte del recital, iluminado por el ritornelo inolvidable -"Y arriba, quemando el sol"- (cantan al muerto que viene, a la caída de los dictadores o a América como novia), los componentes de Inti-lllimani se llevan de calle al auditorio. En la segunda parte se acrecienta el fervor. Empieza con onomatopeyas joviales, pronto enfrentadas a los problemas del momento. Con el tema titulado Una finestra aperta reaparece el drama del exilio, evocado con sensibilidad y persuasión. El himno, Palimpsesto, se impone por su sobriedad. La solidaridad con Nicaragua, Un hombre en general, también es obra de ritmo. No falta, a renglón seguido, el hermoso choteo con palmas, la canción mágica y la danza. Todo, incluso los altibajos, ha sucedido con transparencia. Y ello es de agradecer. Inti-Illlmani nada tiene que ver con esos grupos vulgares que enarbolan la coartada del sufrimiento del pueblo.
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