Catálogo de una nueva estética

La concesión de los premios nacionales de Bellas Artes, que ayer se otorgaron en el Ministerio de Cultura, es un dato más para certificar que en España parece florecer, en las esferas de la cultura oficial, una nueva sensibilidad para atender a las artes plásticas. En ese sentido, lo que hace la Administración no es otra cosa que recoger el eco del interés ciudadano por las cuestiones estéticas, que se revela en las colas que, día más y día menos, se advierten para ver el Guernica, de Picasso, en el Casón del Buen Retiro, en la excepcional atención que ha merecido la antología del pintor malagueño en el Museo Español de Arte Contemporáneo y, en general, la sucesión de exposiciones que se celebran tanto en Madrid como en otras ciudades.Los premios nacionales de Bellas Artes suponen, en realidad, un catálogo de la historia de la moderna pintura española. Han sido otorgados a un personaje como Manuel Angeles Ortiz, que ha cimentado una nueva estética en España y de cuyo olvido inclemente parece sacarlo este galardón merecido; en los casos de Hernández Pijuán, Andréu Alfaro y Luis Gordillo, los premios se han dado a creadores en los que deben verse los efectos que aquel espíritu innovador depositó en la vanguardia española. José Hernández, que ha sido otro de los cinco premiados, es, por así decirlo, un caso aparte, porque en sus figuras late la historia plástica de este país con fórmulas que son inéditas.

No parece haber habido, por parte del jurado, intención de premiar a las autonomías, pero lo cierto es que los galardones disfrutan de la saludable circunstancia de haber sido descentralizados, y así han recaído en dos andaluces, en un valenciano, en un catalán y en un español nacido en Tánger Las tendencias apreciadas son también diferentes y asimismo resulta reconfortante ver que los que han discernido estos premios no se han llevado por la funesta manía -que a veces puede resultar beneficiosa- de premiar a las viejas glorias por el mero hecho de serlo.