El resultado electoral, un contratiempo para Reagan

Desde el punto de vista norteamericano, el virtual empate entre el partido conservador (Likud) de Menájem Beguin y el laborista de Simón Peres en las elecciones legislativas israelíes supone un contratiempo, ya que Tel Aviv, según se ve desde Washington, va a tener en los próximos meses un Gobierno débil, sea del signo que sea, incapaz de tomar decisiones de fondo, constantemente amenazado por el fantasma de unos comicios anticipados e imposibilitado para atacar el problema de la autonomía palestina en Cisjordania y Gaza.Desde esa perspectiva, el equilibrio existente entre el Likud y los laboristas es la peor solución para una Administración Reagan que estaba esperando los resultados de las elecciones israelíes para volver a concentrarse de lleno en los problemas de Oriente Medio, caldeados por la crisis de los misiles en Líbano, el ataque israelí al reactor nuclear iraquí de Tammuz y la decisión del Ejecutivo norteamericano de vender sofisticado armamento (aviones radar de reconocimiento Awacs a Arabia Saudí.

La intransigencia demostrada por el actual primer ministro israelí, Menájem Beguin, en el tema de la autonomía palestina en los territorios ocupados en la guerra de los seis días, y su insistencia en establecer colonias judías en Cisjordania y Gaza habían hecho que Estados Unidos esperara ansioso una victoria contundente de Simón Peres. El líder laborista está de acuerdo en que Israel debe ceder a la jurisdicción jordano-palestina parte de Cisjordania.