Sobre el Premio Heliodoro

En la página 29 de EL PAÍS de ayer, se inserta una crónica, firmada por Rosa María Pereda, titulada «Escándalo en el fallo del Premio Heliodoro». En este reportaje aparezco, «tratando de poner orden entre los periodistas revueltos», y contestando «¿A usted qué le importa?», cuando la periodista mepreguntó si sería el Club Urbis el mecenas del Premio Heliodoro.Como esa parte de la crónica puede dar,origen a equívocos, que, aunque no graves, no por eso deben quedar sin aclarar, me permito rogarle muy encarecidamente publique la siguiente rectificación:

1. En el transcurso de la reunión no intenté poner orden entre los periodistas, porque ni es esa mi vocación, ni los periodistas precisan ser tratados como párvulos. Aparte protestas más o menos ruidosas, no hubo el menor conato de desorden, aunque las circunstancias y condiciones del Premio Heliodoro suscitaron, ciertamente, grandes y acaloradas controversias, que no pasaron de ahí.

2. Esto sí es realmente ímportante: no recuerdo haber contestado, en mi vida, con intemperancia a nadie, y menos aún a un periodista que está cumpliendo con su deber informativo. La señorita Pereda no

(Pasa a página 10.)

(Viene de página 9.)

se dio a conocer con su nombre ni con su carácter profesional. Hubo una persona que me preguntó, un poco en broma, si no sería el Club Urbis el desconocido y rocambolesco mecenas, a lo que contesté que el Club Urbis se había limitado a ceder su sala de actos, ante la solicitud del director literario de Heliodoro, el conocido escritor y novelista don Manuel García Viñó. Ante una insistencia absurda y machacona, reiteré formalmente que el Club Urbis no había financiado ni organizado el premio.

Por tanto, reitero lo que está en el ánimo de, prácticamente, todos los asistentes: el Club Urbis, en el caso del Premio Heliodoro, se ha limitado a ceder su sala de actos graciosamente, sin intervenir absolutamente para nada en la gestación, financiación, organización y proclamación del premio.