El Papa pide respeto para la infancia

«Es importante que el niño no sea en vuestros programas una simple comparsa, para enternecer los ojos cansados y desencantados de los apáticos espectadores, sino un protagonista de los modelos válidos para las nuevas generaciones.» Son las palabras de un mensaje que el papa Juan Pablo II hizo público ayer con motivo de la XIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo domingo 27 en todo el mundo. Este año, la jornada tendrá como lema La defensa y el desarrollo de la infancia en la familia y en la sociedad.
Responsabilidad con la infancia
Según el papa Wojtyla, los niños, «fascinados y privados de defensa ante el mundo y las personas adultas, están naturalmente dispuestos a acoger lo que se les ofrece en el bien y en el mal». Con mayor fuerza que los adultos, afirma el Papa, la infancia es profundamente sensible a las emociones y a los sentimientos que les despiertan las imágenes y las palabras. Por eso ha exhortado a todos los «profesionales de la palabra y de la imagen» para que no se olviden de la gran responsabilidad que recae sobre ellos, ya que estos niños pueden ser estimulados a la escucha, adormecerlos «o, lo que es peor, intoxicarlos irremediablemente ».Hizo también una llamada el Papa para que se renuncie «a ciertos planes de investigación calculada según el máximo índice de escucha para un éxito inmediato», preguntándose si la verdadera obra de arte no será la que nace de una auténtica creatividad y de una madurez profesional, en vez que de ambiciones al triunfo. Terminó pidiendo a los profesionales de los medios de comunicación social que no excluyan de sus obras la oportunidad de hacer una llamada espiritual al corazón de los niños: «Os lo pido como un hermano», dijo el Papa, quien puso de relieve que «la infancia no es un período cualquiera de la vida humana del cual poderse aislar artificialmente: como un hijo es carne de la carne de sus padres, así también el conjunto de la infancia es parte viva de la sociedad», y añadió: «Por eso, en la infancia está en Juego la suerte misma de toda la vida, de la suya y de la nuestra, es decir, de la vida de todos.»
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