Un país que no lee
«Los datos son escalofriantes. España está situada en el último puesto de Europa en cuanto a circulación de periódicos. En 1974 se consumían 6,94 kilos de papel prensa por cada habitante. En 1977 esta cifra había bajado a 5,24 kilos, y probablemente las estadísticas de 1978 serán más negativas todavía, dado el descenso de tiradas y el cierre creciente de diarios. La crisis de las revistas de opinión está a la vista, y aunque en la saturación tras el sarampión de la libertad informativa puede haber un motivo importante, el desinterés del lector es, con seguridad, la causa profunda.Pero hay más: el 52,6% de los hogares españoles cuenta con una «biblioteca» de sólo diez libros, y no llegan al 2 % las casas que tienen quinientos libros. Más de la mitad de los ciudadanos de este país no compran nunca libros o, al menos, no lo han hecho en todo un año. Son datos del Instituto Nacional de Estadística. (...)
España es un país que no lee. Y un país que no lee tiene unos cimientos de barro para edificar sobre ellos las libertades democráticas, la pacífica convivencia y las posibilidades de progreso social en el orden económico, intelectual y humano.
El empobrecimiento de los medios de expresión lleva a una pasividad en las actitudes, a la limitación de opiniones, a la estandarización de «la cultura de la imagen» y a la indefensión culural por la simple debilidad de los conocimientos sobre las alternativas de la historia, la política, la economía y las corrientes del pensamiento. (...)
Entre tanto, no es de extranar que el Consejo de Ministros haya tenido que estudiar ayer ayudas de todo tipo a los diarios; que casi de inmediato tenga que ocuparse de la grave crisis del sector editorial, con casi 35.000 trabajadores amenazados de desempleo; 2.300 empresas editoriales censadas oficialmente, de las que sólo doscientas pueden publicar con regularidad, absorbiendo el 80% de la producción; que el problema de los libros de texto, sus cambios continuos y su régimen de precios controlados esté poniendo en peligro todo el sistema de enseñanza y que la situación global se haya deteriorado de tal forma que ha puesto al borde de la desesperación a los editores de libros de texto, periódicos, revistas y publicaciones diversas. ( ... )»
, 14 febrero
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