"Menos viajar y más leer la prensa"
El ministro de Trabajo, Rafael Calvo Ortega, natural de Segovía y candidato ucedista al Congreso por Asturias, tranquilizó ayer al país con la afirmación de que «no es tanta» la actual conflictividad laboral que ayer, por ejemplo, afectaba, entre otros colectivos, a los sectores del metal de provincias como Madrid, Navarra, Zaragoza, Burgos, Asturias, Barcelona, Vizcaya, Guipúzcoa y Alava; sector construcción, en otras tantas provincias; sector automoción (FASA, Citroën, SEAT y Ford, entre otras empresas); Gas Butano y Gas-Ciudad, en Madrid, y otra serie de pequeños conflictos consecuencia de la diferencia que origina entre patronal y sindicatos la negociación colectiva.Por otra parte, están convocadas huelgas en sectores como la enseñanza, seguros, Telefónica, agencias de viajes, Iberia, Seguridad Social, y amenazas de paro en banca y cajas de ahorro. Todo ello sin olvidar que 1.700 médicos internos y residentes de la plantilla de la Seguridad Social permanecen en paro ante la decisión unilateral de la Administración de interrumpir el ciclo de formación hospitalaria de estos profesionales.
En efecto, como dijo ayer el ministro de Trabajo en Avilés -ciudad que visitó dentro de su campaña electoral, al margen de que aprovechara su estancia en la capital asturiana para atender algún asunto de su departamento-, la conflictividad no es tanta y, de hecho, es menor que la registrada por idénticas. fechas en el pasado año.
Sin embargo, no acierta el ministro al asegurar que «lo que ocurre es que la prensa lo dramatiza», pues, de acuerdo con las declaraciones del ministro, en Alemania la huelga del metal duró seis meses y no fue objeto de tan destacado tratamiento por la prensa como ocurre en nuestro país.
Parece ignorar el ministro de Trabajo que España no es Alemania. La situación económica y política de nuestro país no es la más apropiada en los actuales momentos para encajar la conflictívidad que registra el marco de las relaciones laborales que, desde que se iniciara, el desmontaje del anterior régimen, trata de definir, sin éxito, el Gobierno al que pertenece el señor Calvo Ortega.
La prensa no dramatiza nada, simplemente refleja lo que ocurre. Y lo que ocurre es, por ejemplo, que el transporte ferroviario queda paralizado durante veinticuatro horas, que la Policía Nacional tiene que sustituir a los huelguistas en la recogida de las basuras de Madrid, que el propio Gobierno dificulta el descanso televisual de los españoles al impedir la primera huelga convocada en RTVE y que durante casi dos jornadas Madrid se queda sin restaurantes, bares, discotecas y salas de fiesta por la huelga de la hostelería. Y esto es noticia. Y casi es más noticia porque el Gobierno, en alguna medida, podía haber evitado la actual conflictividad a poco que se hubiera preocupado del establecimiento del nuevo marco de relaciones laborales que exige la democracia.
No se puede ignorar que la clase obrera, apoyada por el voluntarismo de unas centrales carentes de la necesaria infraestructura para su desenvolvimiento -¿qué fue del patrimonio sindical con el que el Gobierno tiene encelados a los sindicatos?-, se enfrenta desde hace tres años a una patronal organizada, dura en sus posiciones y con unas connotaciones políticas de las que muchas veces no está excluido el propio Gobierno.
La prensa no inventa ni dramatiza. La prensa recoge la actualidad que protagoniza el cuerpo social. Ocurre, sin embargo, que determinadas fuerzas ignoran las exigencias de la sociedad, expresadas a través de la prensa. Cuando las fuerzas que así actúan ostentan el poder y también el Gobierno, el vacío que se produce favorece el distanciamiento entre lo real y lo oficial.
Quizá en esta ocasión no estaría de más hacer caso de aquella proverbial recomendación que repetían los propagandistas del anterior régimen: «Menos viajar y más leer la prensa.»
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