Un oratorio dramático de Honegger
Dentro de la obra de Honegger, el oratorio dramático sobre texto de Paul Claudel Jeanne d'Arc au Bûcher ocupa un lugar destacado. Escrito en 1935, mantiene hoy viva su fuerza, si bien ha quedado tal vez demasiado ligado a su momento. Música absolutamente al servicio del texto; éste, aunque atractivo, no se sostendría por sí mismo sin música. Las palabras de Honegger citadas en las notas al programa de Xavier Montsalvatge («... la música ... debe convertirse en simple, recta, de gran alcance: la gente se burla de las técnicas y del esmero minucioso») resumen una postura muy de la época y que es común a obras de estética tan diferente como los Carmina Burana, de Orff, compuesta dos años después de Juana en la hoguera. Como consecuencia, huyendo de dos posturas tan complejas estética y técnicamente como dodecafonismo e impresionismo, Juana en la hoguera se mueve, con vaivén bastante simple, entre la ingenuidad (muy ligada -y este es uno de sus aciertos- a formas arcaizantes y populares), en ocasiones rayanas en la cursilería y la exaltación, que puede llegar a la grandilocuencia. La riqueza de escritura se concentra fundamentalmente en la rítmica y el rico tratamiento orquestal.Por lo demás, la versión de Pedro Pírfano -cuyo primer mérito es renunciar a obras de repertorio menos comprometidas- fue seria, segura, bien construida. El rendimiento de todo el conjunto fue notable. Muy bien la Nacional, con estupendas intervenciones de flauta y oboe. Buen trabajo asimismo el del Orfeón Pamplonés, que cantó con vigor y delicadeza, como la escolanía de Nuestra Señora del Recuerdo.
Buen nivel general en las participaciones solistas: magnífico Louis Devos como el puerco. Bien Anne-Marie Dur, Fernand König, el niño Alejandro Agudo, Lucienne van Deyk, Young-Hee Kim Lee; demasiado dramática Bernadette Degelin como la Virgen.
Bueno el trabajo de los recitadores Suzanne Jehan y Robert Delieu. Claude Etienne encarnó un excelente fray Domingo. Lilianne Becker representó una Juana de calidad, más literaria que ingenua, antes dramática que elemental; pero no se dejó caer en afectaciones ni en momentos tan peligrosos como en la canción Un petit brin de vot'farine, pasaje, por lo demás, de una gran eficacia expresiva en el que la voz natural de Juana entona con el agudo de la cuerda en un espléndido tratamiento orquestal. El éxito de todos fue general y grande.
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