El «strip-tease», aberrante
EL PAIS ha dado muestras manifiestas de rigor informativo como para no dejar pasar tampoco cualquier manifestación, en el campo ideológico, que se oponga a una trayectoria clara. Me refiero al artículo del domingo «Sexy-shows, prohibido hablar del strip-tease».
Su autor, Ismael Fuente. puede defender -contra viento y marea- el strip-tease, allá él: lo que no puede hacer es defenderlo en nombre de la democracia. Aquí, en la ciudad de Zaragoza, existe uno de los grupos feministas de mayor sentido democrático. fuerza, en un plano de verdadera lucha, para conseguir reivindicaciones que no tienen nada que ver con el strip-tease y que están mucho más a la izquierda. No se trata de escándalo a nivel de señora gorda que defiende «la reserva de los valores espirituales de Europa, sino de la manipulación que hace al autor de algunos términos reaccionarios (que naturalmente hay que desmitificar) para utilizar -a su vez- y llegar a conclusiones más reaccionarias si caben. ¿Qué tiene que ver el strip-tease y la democracia? ¿Qué tiene que ver el juego y la democracia? En los dos casos se trata de manifestaciones burguesas que pueden ser disfrutadas por una determinada élite. Y sólo por ella.
Se quiera o no, la mujer que se desnuda -sin tener nada en contra del desnudo- es una marginada desde el planteamiento del mayor número de espectadores, que nalturalmente no querían que su esposa legítima se presentara en esas condiciones. En esta sociedad la mujer-objeto que se desnuda forma parte (como una mercancía) de la ley de la oferta y la demanda, como simple mamífero de lujo, en un espectáculo que hay que pagar en calidad de «voyeur» en un medio aberrante y represivo.
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