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El calendario del tenis, un problema sin fin y divisorio: esta vez, Alcaraz y Sinner discrepan

Mientras el murciano critica una pérdida de libertad, el italiano dice que “es el que es” y Djokovic reclama unión para acabar con el “fuerte monopolio” de los rectores

Alejandro Ciriza

Todos los días y a todas horas. Y cada vez más. Sigue y sigue dilatándose el problema, las quejas más o menos veladas y el debate inacabable en torno al calendario del tenis, pero la voz de la experiencia se pronuncia y apunta a la inacción. Después de que se expresasen Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, disposiciones contrarias, el veterano Novak Djokovic tomó la palabra nada más aterrizar en Shanghái y, por eso de que tiene ya 38 años y está más que de vuelta de todo, repartió en uno y otro sentido. Sin ambages por su parte. Alto y claro el mensaje: unos piden, pero no se movilizan lo suficiente y caen en contradicciones, y otros, los que mandan, siguen exprimiendo el negocio porque tienen la sartén por el mango y siempre se puede ganar un dólar más.

“Veo a muchos jugadores hablando sobre los torneos que hay que jugar, pero al final son para obtener un bonus económico. Ahora también hay muchas exhibiciones a las que se apuntan, así que todo resulta un poco contradictorio”, afirmó el serbio antes de su estreno en el penúltimo Masters 1000 de la temporada, después de que Alcaraz exigiera a los dirigentes de la ATP “hacer algo” para descomprimir el calendario anual: “Es muy ajustado, hay demasiados torneos obligatorios [mandatory, en el argot oficial] y demasiado seguidos. Hay demasiadas reglas y los tenistas no tenemos elección. Siendo sincero, creo que en el futuro tendré que considerar si debo saltarme algunos de esos torneos. No se trata solo de una cuestión física, sino también mental”.

El murciano se sumó a la corriente de Iga Swiatek, una de las voces más críticas y que previamente lamentó que “la WTA [rectora del circuito femenino] ha hecho que esto sea una locura con todas las normas obligatorias”. La polaca, ganadora de cinco grandes, considera imposible “encajar” las exigencias con el calendario e instó a que los jugadores sean “inteligentes” y prioricen lo “saludable”. Su denuncia encontró continuidad en Alcaraz, pero éste no encontró respaldo público en el dos del mundo, Sinner, sino más bien lo contrario: “El calendario es el que es”. El italiano, casi siempre neutro, expuso que cada tenista “piensa de forma distinta” y que ellos, los actores principales, todavía disponen de margen para decidir dónde compiten.

En concreto, la ATP exige a los profesionales de primera línea participar en los cuatro grandes, ocho de los nueves Masters 1000 —todos a excepción de Montecarlo, en abril— y cuatro torneos de categoría 500 —al menos uno de ellos tras el US Open, en septiembre—. Las exenciones únicamente responden a bajas médicas o bien a que el tenista reúna una serie de criterios de largo recorrido: tener más de 30 años, haber jugado más de 600 partidos o llevar 12 años en la élite. Si se cumplen los tres campos, el margen de liberación es muy superior.

En el caso femenino, pese a que la estructura no sea exactamente igual a la del sistema masculino, las imposiciones son similares y las jugadoras deben jugar los cuatro Mandatory Commitment (Indian Wells, Miami, Madrid y Pekín) y otros seis WTA 1000, según la reglamentación de este 2025. Además incluye seis torneos de categoría 500 que también son obligatorios.

Las exhibiciones

Lógicamente, todo esto hace que para aquellos y aquellas que tengan mayor éxito, la capacidad para recuperarse de una cita a otra sea menor, teniendo en cuenta además que, desde el año pasado, la mayoría de los miles —ya sean Masters 1000 o WTA 1000— se han prolongado de una a dos semanas, por lo que la erosión ha aumentado. Se trata por supuesto de la competición, pero también de la cantidad de desplazamientos y las horas de avión acumuladas durante éstos, además de tener que amoldarse de un escenario a otro respecto a las superficies de juego. A esto se ha añadido últimamente otro factor: la suculenta propuesta de las exhibiciones, que a golpe de millones pescan a las figuras y perjudican (voluntariamente) los descansos y la preparación.

“He visto que, literalmente, Carlos está o ha estado inscrito en casi todas las exhibiciones”. “Es difícil tomárselos en serio”, indicó la exjugadora Rennae Stubbs en su último podcast. Djokovic, por su parte, aboga por reducir de nuevo la duración de los torneos y, por encima de todo, apela al espíritu colectivo y a la creación de un frente común para ganar fuerza. Recientemente trascendió que los principales referentes de ambos circuitos han firmado un escrito conjunto en el que demandan a la ATP y la WTA que aumenten en un 6% —de un 16% a un 22%— la porción que les corresponde por las ganancias, según The Athletic y la agencia AP. Y ese es, considera Nole, el ineludible camino a seguir.

Cifra de torneosATP (30 diciembre - 23 noviembre)WTA (30 diciembre - 9 noviembre)
Enero7 + United Cup + Copa Davis7 + United Cup
Febrero106
Marzo54
Abril43 + Billie Jean King Cup
Mayo44
Junio77
Julio7 + Copa Hopman5
Agosto34
Septiembre5 + Copa Davis + Laver Cup5
Octubre67
Noviembre2 + Copa de Maestros + Copa Davis1 + Billie Jean King Cup
Diciembre--

“Hay un fuerte monopolio en la toma de decisiones en el tenis, creado durante décadas, y mucha gente no quiere cambiar eso. Pienso que los tenistas no estamos lo suficientemente unidos; nos quejamos, pero no invertimos el tiempo y el esfuerzo necesarios para cambiar las cosas. Se necesita que los mejores del mundo se pongan manos a la obra, entiendan bien cómo funciona todo y hagan algo más que hablar en las conferencias de prensa. Lo sé por experiencia”, indicó el de Belgrado, en lo que se interpreta como un tirón de orejas directo a Alcaraz.

120 torneos en 2025

El número uno, de 22 años y baja en Shanghái por el tobillo, después de haber triunfado esta misma semana en Tokio, añadirá a la demanda intrínseca del calendario un par de exhibiciones en Riad (este mes) y Nueva Jersey (diciembre). Ya participó de un show en Puerto Rico, en marzo, y el curso anterior desfiló por Arabia Saudí, Las Vegas, Nueva York o Charlotte. Mordió del mismo pastel millonario Rafael Nadal (Latinoamérica, Las Vegas o Abu Dabi) y también lo hacen Sinner o el propio Djokovic, del mismo modo que han sucumbido a la tentación otras estrellas como la actual número uno, la bielorrusa Aryna Sabalenka.

Entretanto, la acción continúa, la caja registradora suena y los raquetazos no se detienen: mañana, tarde y noche, en función del marco. Las competiciones se solapan si no se simultanean, y la parrilla televisiva ofrece tenis durante prácticamente todo el año. En términos estrictamente oficiales, la ATP subió la persiana esta última temporada el pasado 30 de diciembre y finalizará el 23 de noviembre, con tan solo tres semanas libres y otra destinada a la Copa de Maestros de los sub-21 (NextGen ATP Finals). La cifra de torneos asciende a 67. Mientras, la WTA partió en la misma fecha y se detendrá el 9 de noviembre, después de haber organizado hasta 54 torneos. Continúan las protestas y la manta sigue sin ajustarse; exceso o defecto, según observen unos u otros.

Imposible el equilibrio, analizaba este año el inglés Tim Henman. Donde unos ganan otros pierden, y viceversa. Es la complejidad del tejido tenístico, una industria que consume más y más carbón. Decía el británico: “Demasiado tenis irrelevante”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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