De la patera al estrellato: la inspiradora historia de Edna Imade, la nueva jugadora de la Roja
La futbolista de la Real, que llegó a España a los tres meses, acude a su primera convocatoria con la selección que dirige Sonia Bermúdez y que se medirá a Alemania en la ida de la final de la Nations League

La suya es una historia de superación nacida en el exilio. Su madre, embarazada de ella y de su hermano gemelo Paul, huyó de una Nigeria devastada por la guerra, cruzó el Sáhara y llegó a Marruecos, donde nacieron los dos. Con dos bebés de apenas tres meses en brazos, Floren Imade embarcó en una patera rumbo a España; un viaje cargado de miedo, incertidumbre y la determinación de buscar un nuevo comienzo. Esa infancia fraguada entre renuncias, soledad y esperanza forjó en Edna Imade (25 años) una fuerza interior a prueba de adversidades. Hoy, convertida en una estrella de la liga femenina, algo que le ha valido para entrar en la lista de Sonia Bermúdez para la final de la Nations League, la futbolista de la Real Sociedad no solo es una goleadora. Es mucho más: el testimonio vivo del sacrificio, la resiliencia y el sueño cumplido gracias al valor de una madre.
“El camino ha sido muy difícil, ha sido largo, pero yo tengo una frase que le digo siempre a la gente de mi entorno, que cuando algo te ha costado mucho conseguirlo luego lo disfrutas más. El sufrimiento que ha pasado mi madre, todo lo que ha hecho para que ahora estemos bien... se lo debo todo”, explica la protagonista de esta historia en declaraciones difundidas por la Real Federación Española de Fútbol. Aquel viaje por mar hasta llegar a España no fue nada sencillo. “A veces [mi madre] nos cuenta anécdotas sueltas. Una que a mí me duele mucho es cuando me cuenta que, estando ya cerca de la playa de Cádiz, vino una ola súper grande y mi hermano cayó al agua. Uno de los que había en la patera salió y lo cogió”, recuerda aliviada.
Después de vivir una temporada en Algeciras, donde fueron acogidas en un convento de monjas, la familia se instaló en Carmona cuando Edna tenía tres años. Fue en aquella ciudad sevillana donde descubrió su pasión por el fútbol, después de haber probado en la gimnasia y el flamenco. El patio del recreo del colegio Pedro I se convirtió en su primer estadio. Quienes fueron testigos de aquello, la recuerdan hoy con mucho cariño. Como Fernando Sanroman, entrenador y directivo del CD Fútbol Base de Carmona: “Me llamó la semana pasada. Y me dijo: ‘Muchas gracias, Fernando. Me acuerdo cuando me decías que todo en la vida era un proceso y que mi hermano y yo íbamos a estar bien. Gracias”.
A Sanroman se le humedecen los ojos cuando echa la vista atrás y recuerda su primer encuentro con Edna Imade y su hermano Paul. “Mi hermano, Marcelino, profesor de Educación Física, me comentó que había dos chiquillos que se pasaban todo el tiempo jugando al balón en el recreo”, recuerda sin saber que en aquel momento iba a empezar una historia que ha llevado a Edna a fichar por el Bayern Múnich. “Mi hermano fue realmente el que apostó por ella y yo el que le compró los zapatos, las camisetas y el que le enseñó a jugar a fútbol”, rememora sin ningún afán de protagonismo.
Verla instalada en la élite es un motivo de orgullo. “Es como un cuento de hadas. En el pueblo muchas personas piensan que es algo increíble. Para mí es un avance de la sociedad, de lo que debemos ser como personas, de ver la importancia de saber ayudar al que lo necesita”, aconseja Fernando, protagonista junto a Edna de una anécdota que nunca olvidará: “En el equipo trabajábamos bien los lanzamientos de falta; al final del campeonato, cuando faltaban dos minutos para terminar el partido y en uno de esos arranques de entrenador le dije: ‘Por tu madre, por tu hermano, por tu raza. Acuérdate de la patera, rompe la red… La rompió y quedamos campeones. Fue una explosión de júbilo. A las únicas personas a las que les daba besos era a su madre, a su hermano y a mí”, recuerda.
Tampoco ha perdido contacto con ella Jesús Rodríguez, portero en aquel equipo y compañero de la infancia. “Este verano me la encontré por el pueblo y ya se hablaba de su fichaje por el Bayern y de que iba a jugar cedida en la Real. Sigue igual que cuando la conocí cuando tenía siete años, igual de humilde, igual de simpática y buena, que no por el hecho de ser profesional se le ha subido el ego”, agradece Jesús, que destaca el afán de superación de la jugadora. “Nadie le ha regalado nada”, asegura. “Nadie llega a jugar en el fútbol profesional y menos en la selección española sin tener esa disciplina y ese trabajo”, apostilla.
“Era la mejor del equipo”, asume su compañero bajo palos, que se sentía seguro con Edna a su lado. “Ahora mete goles, pero antes era defensa central. Por ahí no pasaba nadie. Era una jugadora espectacular”, destaca sobre una futbolista que ya marcaba la diferencia a una edad temprana. “Cuando pasamos a futbol once, yo no tenía la fuerza para pasar del centro del campo. Y era ella la que sacaba de portería”, recuerda.
Ni Atlético de Madrid ni Barcelona apostaron por ella
“Pequeñita nunca fue. Era una futbolista alta y grandota. Siempre fue muy rápida, con mucha potencia, muy humilde. Apenas hablaba. Era una chica muy discreta”, recuerda Pablo Daza, su entrenador en la AD Nervión. “Era diferente a las demás. Desde un primer momento, y creo tener un buen ojo clínico, se le veía. Y eso que, en aquel equipo, al no ser profesional, entrenábamos muy poco. Al poco tiempo de llegar, hablé tanto con Lola Romero, presidenta del Atlético de Madrid, como con Markel Zubizarreta, director deportivo del Barcelona. A ambos les dije lo mismo: ‘A esta futbolista tenéis que verla. Tiene 16 años, pero ya está para entrar en dinámica del primer equipo’. Y les insistía: ‘El día de mañana va a ser una futbolista de élite’. Y mira. Es lo mismo que auguré con Cristina Martín Prieto, que estuvo cinco años conmigo. Edna, como deportista, era excelente y como persona, espectacular. No hablaba en el vestuario, era muy discreta, pero jugaba siempre”, se sincera.
Daza sabía que, “más tarde o más temprano”, iba a llegar a la élite. Lo hizo, quizá, cree él, algo tarde. “La humildad y la calidad humana que tiene con las compañeras en el vestuario es digna de mención. La sencillez. En las categorías no profesionales, cuando tú no le hablas al futbolista es muy complicado que te escuche, porque lo que el futbolista quiere es jugar, no competir, pero nunca puso una pega. No la conozco enfadada”, destaca sobre una futbolista que sigue haciendo historia.
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