De las musas al negocio: el reto pendiente del fútbol femenino
Hace falta una estrategia conjunta de Federación, Liga F, clubes, patrocinadores y administraciones públicas, que trace un camino realista a medio plazo, con metas claras en asistencia, ingresos, audiencias, abonados y participación

Cualquier liga profesional, para serlo, necesita un modelo de negocio y sostenibilidad económica. En junio de 2021, bajo la presidencia de Irene Lozano en el Consejo Superior de Deportes, se aprobó la profesionalización del fútbol femenino en España. La decisión fue principalmente política y, en cierta medida, una reivindicación feminista, con efectos muy positivos. La profesionalización, unida al éxito internacional de la selección o del FC Barcelona, ha dado un impulso enorme al fútbol femenino, ha multiplicado referentes y ha contribuido a una mayor visibilidad de las mujeres en el deporte, en los banquillos y en los despachos. Además, ha inspirado a nuevas generaciones a implicarse en disciplinas que antes se consideraban exclusivamente masculinas, transformando la cultura deportiva del país.
A esa profesionalización le faltó un plan estratégico ambicioso, realizable y medible que seguir, y por ello el gran reto actual del fútbol femenino sigue siendo su sostenibilidad económica. El crecimiento en notoriedad y reconocimiento mediático es indiscutible: los éxitos de la selección, el seguimiento de las grandes figuras y la gran cantidad de camisetas de nuestras futbolistas que compran tanto niñas como ¡niños! muestran un cambio cultural profundo. Pero ese cambio todavía no se refleja en ingresos. La asistencia media a los estadios en la temporada pasada fue de 1.618 personas, y de los 398.000 asistentes de la temporada, 100.000 lo fueron a partidos del Barça como local. Al fútbol femenino le falta mayor equilibrio competitivo, así como mayores ingresos comerciales, de matchday y de TV. Según datos del CSD, en la temporada pasada sólo 3 clubes de 16 tuvieron superávit. El resto depende del apoyo financiero de sus secciones masculinas, de ayudas públicas o del patrimonio de sus propietarios. El Estado, a través del CSD, ha invertido casi 40 millones de euros desde 2022 para acompañar este proceso; este año que ya no hay ayudas, la competición debe volar sola.
Como contrapunto, conviene matizar que el éxito económico del fútbol masculino es más bien una excepción a la norma. Y que si miramos a Europa, sólo la Women’s Super League inglesa podría considerarse económicamente sostenible. Entonces, ¿cuál es el camino a seguir? No basta con la profesionalización formal ni con el entusiasmo social. Según sostiene Nadine Kessler, mejor jugadora FIFA 2014 y actual responsable del fútbol femenino de UEFA, las oportunidades son enormes: 29 de los 31 partidos de la última Euro femenina agotaron las entradas, y el 50% de los asistentes fueron mujeres (el triple que en la Euro masculina), lo que demuestra que el fútbol femenino atrae nuevas audiencias. El gran reto actual, según Kessler, reside en el fortalecimiento de las ligas domésticas. Hace falta una estrategia conjunta de Federación, Liga F, clubes, patrocinadores y administraciones públicas, que trace un camino realista a medio plazo, con metas claras en asistencia, ingresos, audiencias, abonados y participación. Cada club debe contar con un plan propio que, integrado en la estrategia colectiva, permita crecer de manera sostenida. Convendría alinear mejor los horarios de los partidos del fútbol masculino y femenino, y también reconsiderar las reiteradas negativas a jugar en Arabia Saudí o en Estados Unidos, que además de generar ingresos inmediatos, internacionalizan nuestro fútbol y aumentan su notoriedad. El periodismo deportivo patrio, tan crítico, debiera quizá reflexionar al respecto, así como aumentar la cuota de pantalla y cobertura del fútbol femenino, aún muy inferior a la liga femenina inglesa.
El talento de las futbolistas españolas ha situado a nuestra selección en el número uno del ranking FIFA, y eso genera un activo de enorme valor que hay que aprovechar, convirtiendo ese capital en un motor económico que beneficie a toda la estructura. La profesionalización fue, sin duda, un hito político y cultural. Pero ahora toca convertirla en un proyecto económico viable. Como recordaba Sun Tzu en El arte de la guerra, “La invención de un plan no garantiza el éxito; es la implementación lo que lo hace realidad”. Llegó el momento de pasar de las musas al negocio.
Marian Otamendi es CEO de World Football Summit
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