Alan Pace, presidente del Espanyol: “El éxito será normalizar que estemos entre los seis mejores de España”
El nuevo mandatario se presenta por primera vez, dice estar enamorado de Barcelona y presenta su proyecto reivindicando la identidad del club


Alan Pace se presentó ante los medios en el auditorio del RCDE Stadium entre ilusión, emoción y cercanía. Pronunció unas palabras en catalán, contestó en castellano —“horrible”, bromeó— y se le quebró la voz al hablar de su vínculo con el Espanyol y con Barcelona, una ciudad de la que se enamoró, dijo, hace 30 años. “Es un sueño”, repitió en varias ocasiones el jefe de Velocity Sports Partners, el brazo inversor de ALK Capital, ante una treintena de medios acreditados. Hizo oficial su nuevo cargo de presidente con gestos cómplices y alguna broma, alejado del triunfalismo que acompañó a Chen Yansheng —que prometió en tres años jugar en la Champions— hace una década, y con más deseos que promesas. “El éxito será normalizar que este club esté entre los seis mejores de este país”, dijo sin estridencias pero con convicción. Habló de mentalidad, de “crecer”, de “ganar” y de dar a conocer al Espanyol en el mundo. Pero, sobre todo, habló de identidad.
“Mis sueños son grandes”, aseguró. “Mi ambición va a vivir más allá de mí, es algo que perdurará después de que yo me muera”. Pero tampoco hizo promesas, aunque admitió que quiere ver al Espanyol en Europa en cinco años. “No sé si vamos a jugar en la Champions, o ganarla, pero la meta para nosotros es esa”, confesó con cierta prudencia.
Su discurso no giró en torno a fichajes, ni presupuestos, ni cifras. Destacó que el cambio de propiedad es “más que una transacción comercial”, que va más allá del “dinero y la propiedad”, y que se trata de lo que significa para las personas. “Nos ganaremos la confianza de todos con nuestras acciones, y no con nuestras palabras. Estamos aquí para respetar el pasado, apoyar el presente y construir un futuro digno”.
A su lado, Mao Ye, que continuará como director ejecutivo de la entidad blanquiazul, y Antonio Dávila, uno de sus hombres de confianza, con quien consultó algunas palabras en castellano. También mencionó a Bradley Spidy, su “mano derecha”, que se encargará de apoyar la estrategia y la comunicación del nuevo proyecto. Pace dejó claro que su papel se centrará en la estrategia y el negocio, pero sin intervenir en la parcela deportiva, que seguirá bajo la responsabilidad de Fran Garagarza y Manolo González. “No quiero interrumpir el proceso del equipo”, matizó. Además, aclaró la posición del Grupo Rastar, que mantendrá un 16,45% de participación en la nueva sociedad. “Son nuestros socios. Pero no harán nada en el día a día, sí en la planificación y estrategia”, especificó Pace.
Sobre la relación con el Burnley inglés, el otro club de su propiedad, insistió en que ambos serán “completamente independientes”, aunque con “sinergias”, como si se tratasen de “hermanos”. Incluso si ambos alcanzaran competiciones europeas a la vez, aseguró que está todo planificado. Y que por ahora descarta expandirse con nuevos clubes.
Pace no habló de inversiones, ni de fútbol ni de un plan concreto. “De momento no hay un plan específico”, repitió con honestidad ante varios temas como la ampliación de la ciudad deportiva o el fútbol femenino. Pero sí marcó una idea clara: reforzar la cantera, impulsarla, y devolver al club su sentido de pertenencia.“ Los aficionados tienen que ver que hay una familia. Que hay altibajos, días buenos y malos, pero siempre hay un mañana”, enfatizó el nuevo dueño del Espanyol.
En su discurso, Pace encontró espacio para abrirse. “Sufro ansiedad y cada día tengo miedo”, confesó de pronto. “Pero estoy muy contento, alegre y feliz de estar en este proyecto. Fue un sueño cuando hace 30 años mi esposa y yo llegamos a vivir a Barcelona con dos semanas de casados. Ahora volver es como una luna de miel”, se emocionó recordando su etapa en Barcelona, ciudad a la que llegó para estudiar un máster.
Ahora vuelve a revivirlo. Entre emoción y ambición, entre la nostalgia y la promesa, Alan Pace cerró su presentación sin grandes anuncios, pero con un mensaje claro: el Espanyol vuelve a tener un proyecto que mira hacia arriba. “No quiero que me recuerden por nada. Si fuese por mí persona, no estaría aquí delante de vosotros, estaría detrás. Pero sí que me gustaría que se me recordara con respeto, y que soy parte de la familia”, dijo con la voz quebrada. En un club acostumbrado a la distancia y a la frialdad de los últimos años, la llegada de Pace abrió una nueva etapa. Una etapa de cercanía, sueños e identidad.
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