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Por qué el Liverpool ha pagado 150 millones por el fichaje de Alexander Isak

Una tormenta perfecta en el mercado convierte al sueco de 25 años procedente del Newcastle en el récord de los traspasos en la Premier League

Alexander Isak en el centro de un rondo este martes, con la selección de Suecia.
Diego Torres

El fichaje de Alexander Isak por 150 millones de euros batió este lunes el récord de traspasos de la Premier, pero, sobre todo, transformó por completo la filosofía de gestión que caracterizó al Liverpool la pasada década. En las últimas horas, los directores deportivos de Inglaterra y sus asesores no han dejado de debatir sobre los orígenes de una burbuja que no dejó de inflarse. Sopló especialmente fuerte la institución con las reglas de contabilidad más puritana del campeonato.

“Si compras un jugador por 100 millones y se lesiona, todo se va por la chimenea”. Pronunciadas en 2016, las palabras de Jürgen Klopp permanecieron grabadas en la memoria de los hinchas y los administradores del Liverpool. Las rigurosas normas contables del Fenway Sport Group, la compañía estadounidense que adquirió el club en 2010 con el propósito de repartir dividendos, inspiró a los dirigentes a contratar atacantes que no superaran jamás el molde de los 40 millones de euros por cabeza. Entre Mané, Firmino, Salah, Díaz y Jota, ganaron una Champions y dos Premiers sin romper el límite. Solo hubo una excepción y acabo mal: el fichaje de Darwin Núñez en 2022, por 75 millones de euros más 25 en variables. Acabó costando 100 millones, además de desencadenar la crisis que se llevó por delante a Klopp. El técnico alemán, que pidió la incorporación del uruguayo personalmente, admitió su error antes de entrar en una espiral de pesimismo que le empujó a dimitir en 2024.

Darwin, típico nueve tanque, fue el único gran fracaso en la política de fichajes de Klopp, pero la experiencia no dejó secuelas en los gestores del Liverpool. Este verano decidieron pisar el acelerador. Se animaron gracias a un cúmulo circunstancias convergentes. Primero, el exceso de liquidez en caja derivado del ahorro en el mercado de fichajes 2024 con un balance neto de cinco millones de euros, y la facturación de más de 200 millones de euros en ventas en el último mes, principalmente gracias a las salidas de Darwin a Al-Hilal y de Luis Díaz al Bayern. Segundo, los ingresos presupuestados para 2026, disparados a más de 800 millones de euros gracias a la conquista de la Premier y el regreso a la nueva versión de la Champions. Y tercero, la necesidad de sumar a un punta en un mercado en el que escasea la oferta de delanteros centro de productividad verificada en el máximo nivel. Solo había uno y sus derechos eran propiedad del fondo soberano de Arabia Saudí. Los dueños del Newcastle no regatearon.

“Isak es tosco con los pies”, pondera un analista que trabajó durante años para el Liverpool. No es Haaland. No es Mbappé, ni mucho menos Harry Kane. Tampoco es tan versátil como Julián Alvarez, el atacante del Atlético, ni tan desequilibrante con el balón en los pies como Luis Díaz, que el año pasado abandonó el extremo del Liverpool para oficiar de falso nueve, y este verano decidió fichar por el Bayern porque le duplicaba el salario.

A sus 25 años, Isak, nacido en Solna, un suburbio de Estocolmo, está lejos de ser el mejor delantero del mundo. El azar le colocó en el escenario de un mercado desierto de goleadores en venta. Raro en su especie e iluminado por un antecedente casual: el pasado 16 de marzo, en la final de la Copa de la Liga de Inglaterra, amagó que se desmarcaba hacia el área chica, engañó al omnipotente Virgil van Dijk, y dio dos pasos atrás a toda velocidad para quedarse solo y meter el gol que valió el título al Newcastle a costa del Liverpool.

“Lleva a los defensas a hacer cosas estúpidas”

Jesper Bjork, su primer entrenador en la cantera del AIK Solna, le recuerda con claridad: “Era listo, quería engañar a los defensas para llevarlos a hacer cosas estúpidas”. Desde pequeño, este sueco de ascendencia eritrea y cuerpo de corredor de 400 vallas se caracterizó por la inteligencia para desmarcarse. Sus maniobras a velocidad máxima no solo le permitieron superar a sus adversarios por la vía de la potencia. Le sirvieron para multiplicar el efecto de sus engaños. Cuando los dueños del Liverpool vieron que desorientaba incluso a Van Dijk, el viejo capitán, se sintieron maravillados. Sus números con el Newcastle avalaron su eficacia. Sus 44 goles en las últimas dos temporadas de Premier solo han sido superados por los 47 de Mo Salah y los 49 de Erling Haaland.

La Real Sociedad adquirió sus derechos por 15 millones de euros en 2019. De la mano de Martin Odegaard, probablemente el pasador más preclaro que existe, metió 33 goles en 105 partidos en la Liga. Se puso en el escaparate. En el Newcastle, que batió su récord de traspasos pagando por él 70 millones de euros, hizo 54 goles en 86 partidos.

No viene de Brasil, ni de Argentina, ni de Inglaterra, Alemania, Francia o Portugal, países de origen de los rematadores más prestigiosos. Cobrará más de 15 millones de euros de salario neto en cada una de las seis próximas temporadas sin haber ganado ni una sola liga europea ni haber destacado en Champions. Es, ni más ni menos, que un excelente goleador. Un especialista en desmarque, control y tiro, al que una cadena de sucesos más o menos aleatorios elevaron a la condición de leyenda del mercado de fichajes más desaforado de la historia de la liga más rica.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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