Racing y Mirandés lo dejan todo por resolver en Anduva en la ida de semifinales del ‘playoff’ de ascenso a Primera

Después de un partidazo en El Sardinero, Racing y Mirandés lo dejan todo por resolver para Anduva, el próximo jueves. Descomunales ambos equipos, entregado cada uno de ellos a su manera de jugar, un gol en propia puerta de Parada en el minuto 97 tecleó el signo de interrogación en todas las crónicas. El vaivén del encuentro, con ventajas que ponían al Mirandés prácticamente en la final de la promoción de ascenso a Primera, y el inconformismo racinguista encandilaron al espectador neutral. Es Segunda División, pero en la categoría de plata también se juega al fútbol.

Mandó un Mirandés valiente durante muchos minutos, en dos oportunidades llevó al marcador un resultado con dos goles a favor, pero no se rindieron los santanderinos, que habían comenzado asustando con el balón parado, pero se diluyeron después. Tras un cuarto de hora, que es lo que le costó al equipo visitante encajar las piezas, en el que se jugaba a lo que querían los de casa, cambió el panorama. El Mirandés empezó a robar balones sin medida, con la agresividad de sus centrocampistas y carrileros. Comenzaba a arrinconar al Racing en su campo y obligó a Jokin Ezkieta a un paradón después del remate de cabeza de Reina.

Los cántabros se encomendaban a la clarividencia de Iñigo Vicente, que tuvo un mano a mano con Raúl Fernández en el que el portero salió vencedor, pero no tenían la pelota lo suficiente. O la perdían, como a la media hora, cuando Hugo Rincón, el lateral cedido por el Athletic, robó en la derecha, lanzó la carrera de Panichelli, que vio en el punto de penalti a Izeta, que marcó el primero.

Cuatro minutos después, Rincón volvió a robar junto a la banda en su propio terreno, vio campo abierto y se lanzó hacia el área. Levantó la cabeza, no vio líneas de pase y decidió culminar él mismo con un zapatazo que batió a Ezkieta. Sin embargo, en el minuto 40 se durmió en defensa el Mirandés, sacó mal la pelota, que le llegó a Arana y desde la línea de fondo, su asistencia paralela a la portería la remató Iñigo Vicente para que lloviera menos en la soleada tarde santanderina.

El Mirandés salió a la segunda parte como a la primera, sin ninguna reserva mental que les empujara a pertrecharse en su campo. Valiente y decidido, el equipo burgalés tomó el mando de nuevo sin especular con el marcador, y tuvo premio cuando Reina fusiló desde cerca una asistencia de cabeza que le dio Panichelli. En los siguientes minutos, el Mirandés pudo ampliar ese marcador que le clasificaba virtualmente para la final, porque el Racing tendría que intentar la proeza de ganar por tres goles de diferencia en Anduva para poder meterse, pero en los planes santanderinos la solución pasaba por igualar la contienda en El Sardinero.

La salida al campo de Maguette oxigenó su medio campo y le dio más alternativas al equipo, que se lanzó, también valiente, a por el imposible. Marcó Andrés en el 71, tras empujar un rebote a disparo de Maguette, y cuando parecía que lo tenía todo perdido, en el 97, después de que el árbitro anulara el empate por un fuera de juego milimétrico, consiguió el milagro en la última jugada, tras un saque de banda, la entrada al área de Vicente, que sufrió un posible penalti, aunque el árbitro dejó seguir; el disparo de Karrikaburu golpeó en el larguero y después rebotó en la cabeza de Parada, que marcó en propia puerta el empate que deja para Anduva la resolución de una eliminatoria extraordinaria hasta el momento.