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El PSG se cita con la historia: la final que da sentido a un camino de 55 años

El club parisino busca en la final de Múnich consolidar un recorrido de altibajos justo cuando se encuentra en el punto más alto tras la compra del club por parte de Qatar

PSG
Daniel Verdú

El Paris Saint-Germain (PSG), a un partido de alcanzar la mayor empresa deportiva desde su fundación el 12 de agosto de 1970, ha logrado en un tiempo récord construir casi todo lo que el manual de instrucciones de un gran club requería: una apasionada afición, un equipo cohesionado, rivalidades viejas (Olympique de Marsella) y de nuevo cuño (Barça), un entrenador con el que identificarse (Luis Enrique), una estética y, en breve, también un gran estadio nuevo en propiedad (el Parque de los Príncipes es del Ayuntamiento). Lo único que no podía edificar, por más trabajo o dinero que invirtiese, era su historia, la baza que utilizará este sábado el Inter de Milán para contrarrestar el desequilibrio deportivo. Quién sabe si por eso, curiosamente, el PSG tiene en nómina a un historiador que conoce al detalle cada recoveco de su recorrido en los últimos 55 años.

—No, eso no es exactamente así- matiza Michel Kollar, en las oficinas del PSG, en el adinerado municipio de Boulogne Billancourt, junto al estadio del club y a Roland Garros.

Kollar se refiere al origen del club, compartido con el recién ascendido Paris FC, que ha adquirido el multimillonario dueño del imperio de lujo LVMH, Bernard Arnault. Este año, por primera vez, la ciudad tendrá dos clubes en la primera división francesa. Pero en la cita con la historia, el PSG es el primero de la cola.

Retrato de Michel Ménard, de 83 años, abonado histórico del PSG desde 1976.

París vivió durante décadas mirando de reojo lo que ocurría en sus canchas de fútbol. No es que no le interesase el fútbol, pero la gran capital tenía ya demasiados focos de interés cultural y ocio como para prestar atención a un deporte que durante años se consideró más bien provinciano. Bordeaux, Nantes o Marsella dominaban la escena nacional. La ciudad contaba solo con algunos experimentos que fueron fracasando uno tas otro como Gallia, Stade de Paris, Cerque Athletique de Paris, Stade Français, Racing de París, Matra Racing. Solo sobrevivieron el Racing Club de France y, sobre todo, el Red Star, decano del fútbol en París, una entidad fundada en 1897 y radicada en Saint-Ouen, uno de los suburbios obreros que circundan la capital. Un club cuya idiosincrasia política se encuentra hoy raramente a la izquierda y hace disfrutar a su militancia, sentada en dos tribunas que llevan el nombre de sendos ex jugadores fusilados por los nazis por luchar en La Resistencia, con sus cánticos antifascistas y su cerveza artesana.

Y en esas, nació el PSG, resultado primero de la separación con el Paris FC y de la fusión con el Stade de Saint-Germain (de ahí el nombre actual). “No somos muy viejos, pero tenemos una historia bonita e interesante y llena de grandes momentos”, recuerda Kollar sentado en unas pequeñas gradas en las oficinas del club, justo donde los jugadores se fotografían cuando firman sus contratos. El club pasó por muchas fases, logró algunos campeonatos nacionales (cuando Qatar lo compró tenía 12 trofeos respecto a los 53 actuales). Fue cambiando de manos. También de estilo.

El gran modista Daniel Hechter, junto a un grupo de amigos entre los que estaba el actor Jean-Paul Belmondo, se hizo con el club y diseñó su icónica camiseta con la franja roja en medio (la banda Hechter, la llaman). Luego, Francis Borrelli, (13 temporadas y media) que formaba parte de aquella primera directiva y terminó siendo presidente, logró los primeros trofeos de la historia del club a partir de 1981. “Cuando fui por primera vez al estadio tenía 14 años. Entonces había tan poca gente, que en la media parte podíamos cambiarnos de fondo para ver a nuestro equipo”, recuerda Pietro Mancuso, uno de los abonados históricos del PSG. Mancuso ha estado en algunas finales, pero en ninguna como esta, a la que tampoco podrá asistir. “No me lo recuerde. Tengo la celebración de mi boda ese día. No lo podía anular, está contratada desde hace meses. Es un tema muy delicado, horrible…”, musita. “Pero es una comida, ya les he dicho que luego me iré a ver el partido”, confiesa acariciándose la bufanda y mirando al techo.

Tras aquel periodo llegó la etapa de Canal +, que se hizo con el club e inyectó el dinero que no tenía el PSG para convertirse en el faro de Francia. O al menos, competir con el gran Olympique de Marsella, tal y como deseaba el entonces alcalde de París, Jacques Chirac. Michel Ménard, 84 años, uno de los socios más antiguos del club, vio todos los partidos. No se perdía ni uno. En su gorra, con los colores del club, lleva pegado un papel con el número de encuentros a los que ha asistido desde que comenzó su afición. La final del sábado será el 1162. “Esos años fueron buenos. Ganamos, construimos un buen equipo”, recuerda. Ginola, Weah, Djorkaeff, incluso Ronaldinho… Y el increíble 4-1 al Real Madrid para apearlo de la Copa de la UEFA.

El problema es que París, la gran capital europea, seguía sin tener un equipo cuyo palmarés e historia estuviera a la altura de la leyenda de su ciudad. Y los aficionados, en general, después de un periodo irregular —en junio de 2006, Canal+ vendió el club a un fondo de inversión estadounidense (Colony Capital), una sociedad de inversiones francesa (Butler Capital Partners) y a un banco estadounidense (Morgan Stanley)— vieron con buenos ojos el aterrizaje de Qatar en la propiedad a través de del fondo soberano de inversión Qatar Investment Authority. Desde entonces el club arrasó en todas las competiciones domésticas, compró a grandes estrellas (más de 1.5000 millones invertidos en jugadores como Neymar, Ibrahimovic, Messi, Cavani, Verratti...) y se obsesionó con la Champions League, convencido de que era la llave de vuelta que apuntalaría su joven historia. El sábado, aunque no levante la Champions en la segunda final de su historia, los aficionados creen que ya han logrado lo que esperaban desde hacía tantos años. “Nuestro trabajo es no olvidar a todos esos jugadores y periodos”, recuerda Kollar, el historiador del club. “Pero hay algo ahora distinto, nunca he visto un momento como este en mi larga vida como aficionado. Incluso si perdemos, sabemos que tenemos un equipo, un entrenador fantástico y jugadores jóvenes que creen en lo que hacemos”. Solo así se construye la historia.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes
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