Sergio Lozano, jugador del Barça de fútbol sala, se retira y cuelga la camiseta en lo alto del Palau

Cuando Sergio Lozano (Madrid; 36 años) volvió a escuchar en abril de 2023 ese maldito crujido en su rodilla derecha, el mundo se le vino encima. Era su tercera rotura de ligamentos y la cuarta vez que tendría que pasar por el quirófano, el adiós prematuro a un deporte que tanto amaba, ese que tanto le había dado como discutido, su querido fútbol sala. Pasadas unas horas, ya en el hospital, decidió que el futuro lo decidiría él y no la articulación. “Voy a boxear hasta que suene la campana”, reflexionó junto con su gran apoyo, su mujer Cristina, y su luz, su hija Alejandra. Así que volvió a operarse, volvió a sufrir la recuperación y volvió a la pista, de nuevo con el 9 del Barça a la espalda. “¡Búfalo, Búfalo!”, le coreó la afición —en referencia al sobrenombre que se ganó hace años por su potencia y pegada—, siempre entregada a un jugador que defendió los colores como nadie, capitán y goleador, futbolista y persona. Pero el futuro ya es presente y Sergio Lozano colgará las botas al acabar esta temporada. “Mi corazón y mi cabeza me decían una cosa, pero la dirección deportiva tenía otra idea para mí. Así que he decidido que no seguiré y que no jugaré con otra camiseta que no sea la del Barça porque hace tiempo que decidí que sería la última”, explicó Lozano, que agregó: “Fue, es y será un orgullo defender esta camiseta. Me habéis permitido tener mi sueño 14 temporadas y también he cumplido el de mi padre, que estará emocionando y llorando de alegría ahí arriba”. La campana ya ha sonado. Y algunas lágrimas se escaparon.

A media mañana, en el Auditorio 1899 del Barcelona, el reservado para los grandes actos o fichajes, Lozano apareció junto con su mujer, sonriente, repartiendo abrazos, como si estuviera en paz, sin deber nada a nadie ni a sí mismo. “Oye, que era una sorpresa, pero que renueva hasta 2028″, bromeaba un empleado del club. “Ojalá, estamos a tiempo, ¿eh? Mira que todavía no he firmado el finiquito…”, respondió él con humor. De fondo, en la gran pantalla, se veía al jugador festejando un gol o un título, 27 adornan su currículo, y un lema: Lozano, culer per sempre. No eran palabras vacías, pues tras 14 años como azulgrana, referencia en el vestuario y en el parquet, el club colgará su camiseta en el Palau junto a la del exportero Paco Sedano, el único de la sección con ese honor hasta el momento, presente también en el acto, amigo de vestuario y confidencias por muchos años. También estuvieron los de ahora y de otros años, además de representantes de otras secciones, como Juan Carlos Navarro, director del área de baloncesto, o el portero de balonmano Gonzalo Pérez de Vargas. “Desde el cielo, tu padre ya no te verá la camiseta del Barça puesta, pero sí que verá esa camiseta con el número 9 colgada en el Palau”, anunció Joan Laporta, presidente del Barcelona, que tampoco pudo reprimir el llanto.

Formado en las categorías inferiores del Arganda y pulido en Las Rozas Boadilla, Lozano, ya campeón de Europa sub-21, firmó por el Cartagena. Allí estuvo hasta 2010, cuando el Barcelona lo fichó para cederlo por un año al Caja Segovia. Después, llegó al Barça y forjó la historia, por más que no fuera un camino sencillo, sino que pasó por curvas de lo más reviradas, ya que perdió y se reconstruyó la rodilla derecha en cuatro ocasiones —la primera fue en 2015, la siguiente en 2016 y la penúltima en 2021, además de la de 2023—, toda vez que le han quitado trozos del recto interno, del tendón rotuliano, del cuadricipital y hasta del isquiotibial para que volviera a levantar a la gente de su asiento. No en vano, fue escogido el mejor jugador del mundo en 2013, dos veces MVP de la Liga y otras tres el mejor cierre. “¡Qué buenos eran mis compañeros, los mejores del mundo!”, respondió él, después de un emotivo vídeo con sus goles y festejos.

Su palmarés habla por sí solo, ya que ha celebrado cuatro Champions, seis Copas de España, siete Copas del Rey, cuatro Supercopas y siete Copas Catalunya. Amén, claro, de la Eurocopa que ganó con España en 2012. “He vivido muchos éxitos, individuales y colectivos, pero también he sufrido lesiones graves”, aceptó; “pero siempre me he recuperado para que la afición volviera a cantar mi nombre”, señaló con un hilillo de voz, al tiempo que se acordó del fallecido doctor Carles Miñarro. También desveló que tras la cuarta operación, el galeno que le operó le dijo que si fuera su hijo, le pediría que se retirara, que podría tener secuelas muy graves. “Fue muy difícil tomar la decisión, pero por suerte pudo volver y la rodilla está bien”, deslizó. Laporta tomó la palabra: “No hay nadie que haya tenido momentos tan difíciles y se haya levantado cada vez y, además, cada vez más fuerte. El Barça te da las gracias porque gracias a jugadores como tú, el Barça es más que un club”.

Este año, lastrado por diferentes lesiones musculares derivadas de la tralla que ha sufrido estos cursos, sólo ha disputado 12 envites y anotado un único gol. Pero le quedan tres meses para cerrar la temporada, la ocasión de ampliar su récord goleador —ya que cuenta con 334, récord de la casa, seguido por Ferrão (307) y Wilde (247)— y despedirse de su gente. Aunque eso, el adiós definitivo al parquet y al Palau, será el 24 de mayo, cuando el equipo acabará la Liga en casa ante el Córdoba. Entonces sí, como él dictó y no como quiso su maltrecha rodilla, las campanas sonarán para el Búfalo, que dirá hasta luego al balón pero no al fútbol sala, toda vez que seguirá dentro de la estructura técnica azulgrana. “Seguramente será con la cantera, con los chicos, me gustaría enseñarles. Eso me hace ilusión”, reflexionó. Y cerró el acto: “Muchas gracias a todos, ha sido un honor formar parte del mejor club del mundo y llevar esta camiseta. Tenía claro que mi historia tenía que acabar aquí. Es una buena manera de dejarlo”.