Días de amor y muerte de Ayrton Senna
El 1 de mayo de 1994, Senna perdió el control de su coche Williams. Tenía 34 años. Xuxa lo vio en directo. “Sentí que él me llamaba”, contó


Un día de 1987, Maria da Graça Xuxa Meneghel, Xuxa, abrió una revista brasileña que llevaba a Ayrton Senna en la portada. Dentro, el piloto posaba con mascotas. “Le gustan los animales, como a mí”, dijo a su representante. Y luego, una imagen de Senna con su novia y el comentario decepcionante de Xuxa: “Esta gente nunca es para mí”. Cuando cumplió 17 años y ya empezaba a ser famosa como modelo, un hombre de 39 años la invitó a salir. La chica dijo que no: vivía muy lejos y era menor de edad. El hombre era Pelé, al que apodaban O Rei (por lo que hacía dentro de la cancha, si bien creyó, y le hicieron creer, que también podía disponer de todo a su gusto fuera). Pelé llamó al padre de la chica. El padre de Xuxa colgó creyendo que estaban vacilándole. Luego aceptó que su hija saliese con él. Duraron seis años repletos de infidelidades de Pelé.
La representante de Xuxa invitó a Senna al Xou de la gran estrella brasileña. Senna se enamoró nada más verla. Un amor absurdo, loco, que convertía al piloto que domaba máquinas que corrían a 300 kilómetros hora, en un temblor de tierra. Llamó días después a O Globo y dijo que quería hablar con la chica “más linda” de la cadena. Le dijo que le enviaba un avión privado para que llegase antes a su casa, en la misma ciudad que él. “Cuando me di cuenta, ya estaba dentro de su avión, con una tarjeta que decía: ‘Chica linda, no te pongas demasiado guapa porque no me hago responsable’. Yo pensé: ‘Dios mío, qué cosa más cursi’. Él me llamó y dijo: ‘¿Ya llegaste?”. Xuxa le dijo que su casa estaba a quince minutos del hotel en el que estaba Senna. Ayrton Senna dijo que estaría en cinco minutos. Ella le dijo que no: “Ya me voy a dormir, estoy cansada”. Y él insistió: ‘Quiero verte antes’. “Yo ya estaba en ropa para dormir, pero mientras me ponía otra ropa para esperarle, ya escuché el coche llegando. ¡El tipo realmente llegó en cinco minutos!”, dijo Xuxa en su documental.
Esa noche comenzó un romance que incendiaría la imaginación del país. Él, el piloto más veloz del mundo; ella, la mujer más famosa de Brasil. En apariencia, formaban la pareja perfecta. En la intimidad, eran dos personas que apenas sabían detenerse. Senna, metódico hasta la obsesión, vivía en hoteles, en pistas, en el ruido. Xuxa, atrapada por la maquinaria televisiva, grababa seis días a la semana y sonreía por contrato. “Éramos el uno para el otro, pero no había espacio para nosotros”, recordaría ella.
Durante casi dos años, se amaron a contrarreloj: llamadas en mitad de la noche, encuentros de un día entre carreras y grabaciones, cartas que llegaban cuando el otro ya había partido. Xuxa decía que Senna era dulce, pero severo. Él la veía como una fuerza de luz, aunque a veces se sentía fuera de su mundo. En público se besaban poco; en privado, eran apasionados, intensos, algo torpes. “Fue la persona correcta en el momento equivocado”, confesó ella décadas después.
La distancia, más que los celos o la fama, fue el verdadero rival. En 1990, cuando él ganó su segundo campeonato mundial, la relación ya se había agotado. Xuxa eligió su carrera; Senna eligió seguir corriendo. Aun así, nunca dejaron de quererse. Ella asegura que lo soñaba, que lo sentía cerca incluso cuando ya no se hablaban.
El 1 de mayo de 1994, en la curva Tamburello del circuito de Imola, Senna perdió el control de su coche Williams. Tenía 34 años. Xuxa vio la transmisión en directo. “Sentí que él me llamaba”, contó. No volvió a ser la misma. La hermana de Ayrton, Viviane, dijo que Xuxa fue “el gran amor de su vida”. Ella lo cree: “Pensé que habría tiempo para reencontrarnos. Pero el tiempo se fue con él. Senna fue despedido con tres días de luto en Brasil y prácticamente un funeral de Estado con dos millones de personas llorándole en las calles.
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