¿Va España con la selección femenina de fútbol?: cómo el beso de Rubiales polarizó a la sociedad en torno a La Roja
Mudar en una selección con un poder transformador inédito trajo a las futbolistas españolas consecuencias positivas y negativas. Son la sensación en Suiza y generan admiración, pero también hartazgo

¿Va España con la Roja?
Hace tan solo tres años, el mero hecho de plantearse si los españoles apoyan mayoritariamente a la selección femenina de fútbol —en un país con una tradición deportiva tan marcada— rozaría casi el ridículo. Sin embargo, hace tres años las campeonas del mundo pusieron patas arribas España. Aunque la revolución empezó a cocinarse a finales de 2022 con la irrupción de las conocidas como Las 15, el movimiento —agitó la sociedad española como pocos sucesos deportivos lo habían hecho antes— se reactivó la tarde del 20 de agosto de 2023. El beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso cuando recogía su medalla de campeona del mundo —el expresidente de la RFEF acabó condenado por agresión sexual a la delantera madrileña— hizo saltar todo por los aires. Empujadas por los hechos, las jugadoras de la selección se convirtieron en un símbolo de la lucha feminista.
Mudar en una selección con un poder transformador, prácticamente, inédito en nuestro país les trajo consecuencias positivas y negativas. Y eso se sigue percibiendo hoy, cuando las futbolistas se encuentran en Suiza, en plena disputa de la Eurocopa. Las dirigidas por Montse Tomé acaban de clasificarse, de forma brillante, con los mejores números del torneo y pleno de victorias en su casillero, para los cuartos de final. Pero, ¿va España con la selección?
Paco Grande es comentarista de TVE durante la Eurocopa y conocedor de las antípodas de las competiciones practicadas por mujeres, transmitió sus primeros partidos en la década de los 90. Grande confiesa que el gesto de Luis Rubiales con Jenni Hermoso le dejó “completamente frío”. “Era como arrojar cubos de petróleo encima de todo lo que habían conseguido las jugadoras”, cuenta a EL PAÍS.

Reflexiona sobre cómo impactó aquello en la opinión pública: “Polarizó a la sociedad en dos sentidos. Hubo más sensibilidad con el fútbol femenino. Pero, también, lo contrario”. Admite, como el resto de consultados en este reportaje, haber conocido a gente a la que la selección le sigue generando cierto recelo. Pero abre una puerta: “Creo que esta Eurocopa puede ser clave. Es como cerrar el círculo otra vez y puede ayudar”.
Un sentimiento que comparten en el interior de la RFEF, donde existe la creencia de que ganar la Eurocopa significaría acabar, de forma definitiva, con el asunto. De momento, las audiencias de los partidos de la selección acompañan. El debut de España en Nueva Zelanda registró una audiencia media de 322.000 espectadores, con un 13,3% de cuota de pantalla. El primer partido de las campeonas del mundo en Suiza quintuplica esa cifra: una audiencia de 1.722.000 y un 17,5% de cuota de pantalla.
Belén Casas-Mas, Doctora Europea y Máster en Comunicación Social por la UCM, atiende la llamada de EL PAÍS mientras se recorre Marruecos por trabajo. Explica que hasta el momento del beso, “la selección española de fútbol era un elemento de consenso”. “Cuando jugaba la selección española femenina de fútbol, además, había buena onda y un punto en común: era inclusivo para el grupo de las mujeres que hasta entonces tampoco habían estado tan involucradas con la selección”, añade. Pero confiesa que al archiconocido besó radicalizó la opinión pública y lo que más le preocupa: “dividió al grupo de las mujeres en dos”.
Casas-Mas menciona dos precedentes similares: el conflicto de Cataluña en 2017 —el referéndum independentista del 1 de octubre de 2017, cuando Gerard Piqué expreso su apoyo al derecho a decidir— y el de los jugadores de origen magrebí, como Lamine Yamal, que juegan en la selección actual. Verónica Boquete (una de las jugadoras más importantes en la historia del fútbol español) fue de las primeras voces públicas en alzar la voz: “Hay mucha gente que se ha unido a esta selección por su impacto social y otra que las rechaza porque representan un cambio que no aceptan”. Además, añade: “Hay una mayoría de los primeros y algunos del segundo grupo van cambiando porque ganan y el éxito atrae”.

Pese a todo, encontrar testimonios de personas que hayan querido dejar por escrito su rechazo o recelo hacia la selección en este reportaje no ha sido fácil. Jorge González Fraile tiene 32 años, es licenciado en Farmacia y amante del deporte. Confiesa que todo lo que se generó alrededor de las campeonas “le desconectó bastante”. “Fue un gesto fuera de lugar, impropio de alguien que representa una institución. Pero lo que vino después se convirtió en una bola mediática donde muchas posturas se radicalizaron y se perdió el foco en el deporte. Se mezclaron reivindicaciones legítimas con estrategias de confrontación que, en ocasiones, parecían más pensadas para polarizar que para construir”. “Sentí que todo el proceso posterior se gestionó con más tensión que sentido común. Más que rechazo, me generó hartazgo”, remata.
Alba Adá Lameiras es Doctora en Ciencias de la Comunicación y especialista en deporte y género; formó parte de un equipo de investigación —junto con la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y la de Vigo— que analizó el surgimiento y evolución del movimiento #Seacabó. “Hicimos un estudio de cientos de tweets y sí que es cierto que detectamos que, por primera vez en la historia, había más comentarios positivos que negativos. La gente ya, socialmente, no se quedaba callada. Pero sí que es cierto que los comentarios positivos eran como bastante neutrales y los negativos lo que mostraban era mucho odio”, reflexiona.
A Martí Perarnau, escritor de libros como Herr Pep (Roca Editorial, 2014), define a la selección como “un equipo con un gran poder de transformación social, al igual que el fútbol femenino y eso, indudablemente, divide”. En su opinión, es “indiscutible” que no toda España va con la selección. “Apoyar a un equipo implica sentirte identificado con esa selección. Por lo tanto, yo entiendo que cuando ideológica y socialmente no estás identificado con esa selección, no vayas a favor”. Otra de las voces de este reportaje es Francisco José Caro, que comparte rol con Paco Grande en TVE y responde a EL PAÍS desde Suiza, en plena Eurocopa. “Creo que el aficionado al deporte o el español, en general, esté mayoritariamente con ellas y quiere su victoria. Pero es innegable que hay un grupo de gente que prioriza otras ideas que nada tienen que ver con lo deportivo para festejar sus derrotas. Quiero creer que son muy pocos, pero no puedo negar que existen”.
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