Jonathan Castroviejo cuelga la bici y el ciclismo se hace un poco más pequeño
El capitán de ruta de que ganó Giros, Tours y Vuelta con Nairo, Egan, Thomas y Tao se retirará a finales de temporada a los 38 años de edad


El tercer lunes sin etapa, los seguidores de Giro peregrinan por las carreteras de Padua de hotel termal en hotel termal equipados con un voltímetro para medir en el albergue del UAE cómo se regula la tensión entre el chamaco Isaac del Toro y Juan Ayuso o con una cuantas tiritas y anfetaminas para curarle las heridas y subirle el speed mental al doliente Roglic en el del Red Bull. También se detienen con un potenciómetro en el Posta 77 para ver cómo lo revienta el incansable Carapaz. Ninguno tenía en la hoja de ruta matinal una parada en el resort del Ineos, si no fuera para aprender algún concepto nuevo de la inteligencia de Egan, pero un aviso, discreto, como es él, de Jonathan Castroviejo, cambió los planes de todos, o al menos de los que en su memoria guardan un hueco para los que hacen más grande el deporte del ciclismo y mantienen un pelín de melancolía por el ciclismo que fue y ya no será, y se escapa entre las manos como la arena de playa, inasible.
“Hoy quiero compartir una decisión que tenía pensada hace tiempo, pero que siento que es el momento correcto de anunciarla: me retiro del ciclismo”, comunica Castroviejo, 38 años cumplidos en abril, y 18 de ellos como ciclista profesional.
Castro colgará su bicicleta al final de la temporada y el ciclismo se hará un poco más pequeño, más oscuro. Se le llevan por delante no los años sino las nuevas exigencias de su profesión, tantos días concentrado en parajes desérticos con oxígeno racionado, tanta vida de ciclista en la burbuja de los ciclistas en la que su única alegría, su pequeño vicio, era una onza de chocolate al 70% al acostarse, después de planear con su mujer y sus tres hijos el siguiente viaje con mochilas, caravana o tienda de campaña, la siguiente aventura cuando terminara la campaña, ¿Nueva Zelanda, quizás? ¿Colombia otra vez? ¿África? A su alrededor las conversaciones van de cuánto costará este maserati, de cuando firme otro contrato me pago la casa y se acaba.
Y con ellos celebra las 11 victorias conseguidas individualmente, la mayoría con la cabra de contrarrelojista, como un campeonato europeo y seis nacionales, un tercer puesto en el Mundial de Doha y un prólogo en Romandía por delante del gigante Taylor Phinney. Y con muchos más, las victorias de sus líderes en todos sus equipos, Orbea, Euskaltel, Movistar y Sky-Ineos.
“Después de años de entrega, esfuerzo y pasión sobre la bicicleta, llega el instante de cerrar este capítulo tan importante de mi vida y abrir nuevas etapas”, continua Castro en su comunicado. “Estos años en la élite no habrían sido posibles sin el apoyo de mi mujer y mis hijos, y también mis padres. Todos ellos han sido mis pilares en cada pedalada, en cada lesión y en cada logro. Mis amigos, que han estado presentes en el camino con su apoyo incondicional, y todos los equipos que me dieron la oportunidad de crecer, competir y cumplir sueños”.
Dios no hace más inteligentes a los más fuertes no solo para compensar sino porque no necesitan más que un poco de sentido común en su cabeza, con las piernas les sobra. Por eso, quizás, los ciclistas más inteligentes sean aquellos que, como Castroviejo, de un cuerpo pequeño extraen energía para iluminar una ciudad, e irradian, y señalan el camino correcto, y hacen campeones a los que guían. El chaval de Getxo, sin ser el campeón de los vatios en las pruebas de esfuerzo y spinning, saca el máximo rendimiento a cada una de sus unidades de potencia gracias a su flexibilidad, que le permite aplastarse sobre la bicicleta como un reptil, aplanado, y ofrecer mínima resistencia al aire, y solo asoma la cabeza, un metrónomo, una rueda regular que marca el ritmo del pelotón, y de sus líderes kilómetros y kilómetros de subida, y un pinganillo para aconsejar, para decidir. Y así, a su rueda de capitán de ruta, el gregario que mira adelante y atrás, y en el hotel dicta el comportamiento,
En la sabiduría de Castro confía siempre Egan, y no da ni un paso, no toma ni una decisión, sin consultarle, sin dejarle que tome el mando táctico y estratégico de todo el Ineos en la carretera. Su mente es la de un contable creativo y científico. Debe y haber, gasto y provecho, inversión y beneficio. La experiencia le ayuda a Castroviejo, quien ya ha sido varios años el ciclista más cercano, el consejero elegido, el maestro en la carretera, de otro campeón colombiano, de Nairo Quintana, y siempre estaba a su lado porque gastan la misma talla de bicicleta, y a su lado, Quintana ganó un Giro, una Vuelta, y quedó dos veces segundo del Tour. Y en el Sky, Castroviejo estuvo junto al Geraint Thomas que ganó el Tour del 18, y con Egan ganó el Tour del 19 y el Giro del 21, y en el Tour del 20, y cuando Egan, lesionado, hundido, se fue, también Castroviejo abandonó. Fiel a un compañero, a un jefe, a un amigo. Su quinto Giro, el que termina el domingo y en el que la goza compartiendo el espíritu dinamitero de Egan resucitado, es la 20ª gran vuelta que disputa, y solo una vez abandonó antes de terminar, el Tour del 20, el de la covid en septiembre. “Cada uno busca la mejor manera de ser feliz, ¿no?“, contaba hace unos años. ”Y a mí no me haría feliz la presión de tener que sacar siempre buenos resultados, pero sí ver que otros los consiguen también gracias a mi trabajo”. Y todos sus líderes le deben un buen pedazo de sus triunfos.
“El ciclismo me lo ha dado todo: enseñanzas, amistades, retos, y momentos que llevaré conmigo para siempre. Me voy con el corazón lleno de gratitud”, se despide el gran capitán del ciclismo mundial. “Gracias por acompañarme en esta ruta”.
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