La sanción a Joyline Chepngeno lleva el dopaje al corazón del trail
La corredora keniana, ganadora de las dos últimas ediciones de Sierre-Zinal, admite haber tomado un corticoide y no podrá correr en dos años


Joyline Chepngeno corrió en agosto de 2024 su primera carrera por montaña en la Catedral, los 31 kilómetros del Sierre-Zinal que unen estas dos localidades del Valais suizo desde hace 52 años, uno de los triunfos más codiciados del trail. Ganó a la primera, una explosión a la que los demás, conscientes del contexto, dieron más importancia que ella misma. Era su trabajo, alguien que cobraba por competir en Europa y volver a casa con unos ingresos que aliviaran su economía familiar. Ese triunfo, acompañado por una habilidad inesperada en las bajadas, por navegar sin miedo por unas superficies desconocidas, la convirtieron en favorita por decreto cada vez que se ponía un dorsal. Y el pasado 9 de agosto, de vuelta a tierras suizas, repitió corona. Dos de dos. Pero su historia de cenicienta ha acabado en un laboratorio alemán, el de Colonia, que detectó un corticoide, acetónido de triamcinolona, en su muestra de orina esa victoria. Tras admitir que había recibido ese inyectable, la Athletic IntegrityUnit ha impuesto una sanción de dos años, hasta el 8 de septiembre de 2027, y su marca, Salomon, ha roto su contrato. No es la primera falta de una estrella del trail, sin los medios económicos de otros deportes para llevar a cabo una persecución más exhaustiva.
Desde su irrupción, Chepngeno se ha convertido en una de las mejores del mundo. Entre sus dos triunfos suizos, ganó la final de las Golden Trail World Series de Locarno o la Marathon du Mont Blanc. El documento de la Athletics Integrity Unit sobre su sanción explica que el corticoide fue detectado el 29 de agosto y que no contaba con una excepción de uso terapéutico. Tras contactar con la atleta, ella respondió haber recibido en julio una “inyección no especificada para tratar el dolor de rodilla”, que “no era consciente de que estaba prohibida” y se disculpó por su “error”.
Tras la aceptación de responsabilidades, Sierre Zinal corrigió este miércoles la clasificación, ahora encabezada por su compatriota y compañera de equipo Caroline Kimutai. “Es importante subrayar que ella dio negativo en el test”, subrayó en un comunicado. Un desenlace que recuerda a la edición de 2022, en la que el keniano Mark Kangogo fue desposeído por la misma sustancia, otorgando así la victoria a Andreu Blanes, que había sido segundo. Una reincidencia que ha endurecido la respuesta de los organizadores. No solo han aplicado el reglamento para retirar el premio en metálico de la ganadora o facturar los gastos de su invitación —vuelos, alojamiento, comidas—, sino que han vetado al equipo al que ambos pertenecen (Milimani Runners) y a su entrenador, Julien Lyon, en futuras ediciones.
La sanción también anula los resultados después del test, así que Chepngeno también se queda sin otro gran triunfo, el cosechado el 28 de agosto en la OCC, la carrera de media distancia de la semana del Ultra Trail del Mont Blanc. La china Miao Yao, segunda por escasos segundos, retiene así el título de 2024 y Sara Alonso, quinta en meta, repite cuarto puesto. Su marca, Salomon, anunció la ruptura de su contrato de patrocinio: “Este comportamiento contradice los valores en el ADN de Salomon. Defenderemos estos principios sin excepciones; cualquier violación es inaceptable y no será tolerada”. La casa francesa, promotora de las Golden Trail World Series, subrayó su “firme compromiso con un deporte limpio” a la vez que admitió “compartir la decepción” con otros corredores y organizadores. Su post en Instagram supera los 500 comentarios, muchos de ellos de atletas como la española Oihana Kortazar, también patrocinada por la marca, con varios emoticonos de enfado.

Una sanción que pone de relevancia los medios de los que dispone el trail para combatir el dopaje en comparación con otros deportes como el ciclismo. Los premios, aún modestos –3.000 euros por ganar Sierre-Zinal o la Zegama-Aizkorri; 20.000 por los 170 kilómetros del Ultra Trail del Mont Blanc— hacen que en muchas carreras el coste del control supere lo que percibe el atleta por un podio. Así las cosas, cada circuito, privado, marca sus reglas. Por ejemplo, las Golden habitúan a hacer control a los tres primeros y a uno o dos atletas elegidos aleatoriamente dentro del top-10. Un esfuerzo incompleto, pues las autoridades antidoping, conscientes de la dificultad de cazar a un tramposo en competición, dedican cada vez más esfuerzos a perseguirlos fuera de ella. El dinero invita a la trampa y el trail, aunque no es todavía un oasis, cada vez recibe más, desde inscripciones a patrocinios o premios. Y unos pocos miles de euros arreglan la vida a una familia africana.
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