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Broken Arrow, el trail de las cuatro estaciones en la California que también esquía

La carrera estadounidense celebra su décima edición exponiendo en el calendario de las Golden Trail World Series su cambiante meteorología: de temperaturas tórridas a nieve en verano

Los cinco primeros de la carrera masculina posan en la meta. Broken Arrow.
Luis Javier González

Los turistas de Olympic Valley, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1960, alucinan cuando ven caer una nevada copiosa el primer día del verano mientras cientos de corredores atraviesan las cimas. Gente con pantalón corto ante un horizonte de cumbres blancas. La esencia de la California en altura, donde las estaciones pueden sucederse en cuestión de horas. Porque el calor de los días previos —tórrido por momentos—, la tónica general estival de una estación de esquí y sus amplias pistas polvorientas sin el manto blanco, regresa y evapora la nieve. Es el crimen perfecto de la meteorología, pues cuando las Golden Trail Series encaran este domingo los 23 kilómetros con más de 1.300 metros de desnivel positivo de Broken Arrow, que cumple su décimo aniversario, los senderos están limpios, incluso los tramos rocosos de las cumbres. Por allí se reivindicaron los ganadores de la última general del circuito, Joyce Njeru y Elhousine Elazzaoui, cuyo reinado se vio cuestionado en el tramo inicial del año.

Broken Arrow emergió en el trail como anticipo a Western States, la carrera de 100 millas más antigua del mundo, que se disputará el sábado 28, con Kilian Jornet y unas dimensiones muy limitadas, tanto por la exigencia de la distancia como porque apenas hay 369 dorsales. Así que un grupo de montañeros locales vio la oportunidad de sumar a ese icono de la ultradistancia el resto: recorridos desde el kilómetro vertical hasta los 46, suspendida el sábado por la nevada: solo 163 de los 553 que salieron cruzaron la meta. Los equipos de rescate sacaron al resto de la montaña. También cazó en un renuncio a una boda que estaba celebrándose en la explanada vecina. ¿Quién cuenta con la nieve cuando elige como fecha el 22 de junio? No fue un drama: como todas las estaciones son efímeras, volvió el sol y bendijo a los novios. El viernes también se recortó el kilómetro vertical por rachas de viento por encima de los 100 kilómetros por hora que hacían intransitables las cimas. Pero, aseguran los locales, nunca había nevado en verano.

Madalina Florea, en la escalera al cielo en el trail de Broken Arrow.

Lo que el domingo es una fiesta de mil corredores para la carrera reina empezó el día que Brendan Madigan subió corriendo al techo de la estación de esquí de Palisades Tahoe, el nombre del kilométrico lago que embellece las vistas. Allí se topó con una escalera metálica levantada por la estación para vigilar las avalanchas y alumbró la idea: “Deberíamos tener una carrera aquí para que la gente experimente esto. En EEUU había un vacío de eventos con distancias múltiples en varios días, como en Europa, y quisimos revolucionar el trail en Norteamérica”. La llamaron Broken Arrow, la zona con los saltos más técnicos de la estación, con un prestigio de sede olímpica que se extiende por toda la zona, incluso al aeropuerto más cercano, el de Reno, ya en Nevada, donde las tragaperras acompañan a las banderas de 1960. “Tahoe siempre ha sido un terreno de juego para el atleta de resistencia, ya sea esquí o escalada. Hemos demostrado que se podía crear un evento icónico en verano”.

Madigan lo explica porque ese terreno vertical que caracteriza a tantos trails europeos no abunda en EEUU, donde proliferan recorridos más sencillos: menos desnivel y senderos amplios, como Western States. El choque cultural ha funcionado porque aquel evento que empezó en 2016 con apenas 300 inscritos hoy supera los 3.000, procedentes de una treintena de países, un auge que compara con el crecimiento exponencial de las carreras de obstáculos en EE UU. “La gente quiere hacer cosas difíciles y, afortunadamente, en Palisades tenemos el terreno para ello”.

Las cuatro estaciones se concentran en unos pocos kilómetros del recorrido en una carrera que sale a las 9 de la mañana con el termómetro en diez grados tras una noche de heladas. El tramo inicial evoca a la primav era o al otoño, con bosques frondosos y raíces escondidas en los contrastes de luz. Aquello desemboca en subidas amplias por la piedra desnuda de una estación sin nieve, sin el consuelo de la sombra. Ese verano desemboca en una cresta breve, pero juguetona que devuelve el frío al cuerpo. Ahí llegan los 18 peldaños metálicos que conducen al cielo, por eso Mandigan tiró de épica y bautizó el invento como ‘Starway to heaven’. También se empeñó en llevar a los corredores por un nevero perpetuo con casi tantos escalones tallados con mimo. “La mayoría de los corredores no son deportistas de invierno. Queríamos que experimentasen ese sentimiento alpino”.

Por allí, a 2.685 metros de altitud sobre el nivel del mar, pasó en cabeza Madalina Florea, que desmembró el grupo delantero, pero no rompió a Joyce Njeru, con la madurez para hacer su carrera y explotar su ritmo en los tramos pisteros de la bajada, como si estuviera esquiando. Tras estrellarse con un muro en las tres primeras carreras del año —abandonó en dos y en otra se perdió cuando iba en cabeza—, se dio un final tranquilo para acabar en 2h01m16s; su perseguidora rumana llegó a 47 segundos y el podio lo cerró a 2m30s la local Anna Gibson, que había ganado a Njeru la carrera vertical del viernes.

También dio un puñetazo sobre la mesa Elhousine Elazzaoui, que resolvió en la llegada a Olympic Valley un duelo estelar con los kenianos Patrick Kipngeno y Philemon Kiriago, que le ganó en Italia el mes pasado en un final similar. Era la primera vez que los tres magníficos —entre ellos se han repartido las cinco victorias de las Golden en 2025— coincidían en la misma carrera. La esperanza estadounidense, Christian Allen, lo intentó en la bajada, pero una cosa es meter una marcha más y otra sostenerla durante una hora, el superpoder del fondista. Elazzaoui ganó con 1h43m53s: Kiriago llegó a 4s y Kipngeno, a 18. Los tres suman suficientes puntos para discutirse la general en la final, con valor doble. El marroquí lidera la clasificación —cuentan los tres mejores resultados— con dos victorias y un segundo puesto. Horas después de su llegada, la fiesta en Broken Arrow no decae ni un ápice. En su meta espera una campana de alivio para esos cientos de estadounidenses abonados a hacer cosas difíciles.

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Sobre la firma

Luis Javier González
Escribo en EL PAÍS desde 2013. Colaborador especializado en rugby y trail. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS.
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