‘Cyclors’: atletas reconvertidos en ciclistas para volar en la Copa del América
Los equipos se nutren de ciclistas, remeros y deportistas de diversas disciplinas que cumplen un requisito común: generar a bordo una media de 450 vatios a base de pedales durante los cerca de 25 minutos que dura una regata


Franco Noti (Berna, Suiza, 27 años) era ayer un corredor de media distancia; hoy es regatista; y mañana quiere correr el Tour de Francia. Sin experiencia en el ámbito del ciclismo, cambió de un día para otro el atletismo por la vela y el pasado mes de enero se convirtió en nuevo cyclor del Alinghi Red Bull Racing (Suiza). Su misión es este lunes, en la tercera jornada de las semifinales de la Louis Vuitton Cup, pedalear durante la regata contra el Ineos Britannia (Reino Unido) para generar potencia y activar los dispositivos que garantizan la aerodinámica del barco.
Corredor de media distancia, habitual de los podios en campeonatos nacionales, la gran ilusión de Noti era participar en París 2024. Estaba convencido de que tenía potencial para competir en unos Juegos, pero los problemas físicos limitaron su crecimiento. A la octava lesión en el pie, lo dejó. Frustrado, en enero de 2023 se fue a Girona porque sabía que la ciudad se había convertido en un avispero de ciclistas. Quería probar qué tal se le daban los pedales. Se sentía un superdotado que nunca había podido alcanzar su cénit físico.
Un día alquiló una bici y empezó a hacer kilómetros. Salió de la capital gerundense a las seis y media de la mañana y se plantó a Barcelona a las diez. No fue suficiente. Y siguió. Tarragona, Tortosa, Vinaròs, Valencia, Alzira. Hasta Alicante. Del tirón, sin dormir y parando en las gasolineras para comprar comida. A las 29 horas y tras 605 kilómetros, descansó. “Había perdido toda esperanza con el atletismo y necesitaba un desafío. Disfruté mucho de aquello y empecé a entrenar para ponerme de nuevo a prueba”, explica.
Sus valores empezaron a mejorar y se inscribió en algunas carreras. Iba sin equipo y, explica, con una bici Colnago antigua. Sin freno de discos y con los cables del freno a la vista. “Me miraban y se reían de mí por no tener las piernas depiladas”, recuerda. Pero cuando la carretera se empinaba, pocos le seguían. “Me empezó a ir bien y gané algunas carreras sin apenas haber entrenado. Sentí que tenía potencial”, añade.
Empezó a dedicar entre 15 y 20 horas a las semanas, sus registros crecieron y su vida cambió. Le llamaron desde el Bora Hansgrohe [el actual Red Bull Bora, donde corre Primoz Roglic, reciente ganador de La Vuelta] y el Alinghi Red Bull Racing. “Fui a Salzburg (Austria) hace un año para hacer pruebas para el Bora, pero me pidieron más tiempo”, explica. “Tenía 26 años y me decidí por el Alinghi porque no podía esperar más. Vieron mis vatios y me ofrecieron el puesto”, añade el joven.
“La demanda principal realizar esprints de forma repetida: entre 10 y 15 segundos para luego volver a una velocidad de crucero”, explica Kilian Philippe, entrenador del Orient Express, ya eliminado. La Copa del América ha abierto las puertas a numerosos deportistas que han encontrado en las cabinas interiores de los veleros una nueva vida, siempre que puedan generar una media de 450 vatios a base de pedales durante los cerca de 25 minutos que dura una regata. La mayoría de equipos cuentan con campeones en remo, ciclismo e incluso crossfit, como Maxime Guron (Orient Express).
A David ‘Freddie’ Carr, miembro del Ineos Britannia (Reino Unido) le costó dos años a sentirse cómodo con su nuevo cuerpo. Formaba parte del equipo británico en las ediciones donde la energía del barco se generaba con los brazos [los llamados grinders] y decidió hacer el paso a cyclor. “Necesité un largo periodo para sentir que había trasladado mi capacidad aeróbica de los brazos a las piernas”, explica.
Para formar parte del equipo tuvo que pasar una prueba física que superó al segundo intento. “Nos pedían 450 vatios de media durante 20 minutos”, añade. Los entrenamientos se basaron en prácticas largas de unas 20 o 25 horas a la semana en Palma y poco a poco fueron incrementando la intensidad. “Hay diferentes tipos de ciclistas”, ilustra Carr. “Algunos son buenos en potencia media, pero no tienen un gran sprint. Otros pueden no tener tanta potencia media, pero tienen un gran golpe cuando es necesario”, añade. El objetivo es contar con un equilibrio a bordo para alimentar las demandas competitivas. Con menos viento, se necesitan más maniobras y, por tanto, más respuesta física. Y hasta ahora la brisa de Barcelona ha sido más suave que intensa. “Somos los que más sufrimos”, ríe el británico.
Car y Noti se enfrentan este lunes en las semifinales de la Louis Vuitton Cup, la competición de la que saldrá el rival del Team New Zealand en la final de la Copa del América. Si los británicos ganan una regata, se clasificará a semifinales. El suizo fantasea con su futuro: “Si intento dedicarme al ciclismo, me gustaría correr el Tour, pero ya se verá. Ahora toca la Copa del América”, defiende. Donde pedalea y vuela a la vez.
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