Saúl libera a Saúl
El volante del Atlético, suplente este curso, busca una resurrección futbolística tras un mal momento anímico


Tras el batacazo copero en Cornellà, Saúl Ñíguez (Elche, 26 años) hizo un ejercicio de autocrítica poco común entre su gremio. Ante sus inhabituales y reiteradas suplencias en el mes de diciembre, confesó: “No estoy en buen momento, el equipo necesitaba otra cosa que no era Saúl Ñíguez. Tengo que seguir trabajando y siempre pensando en el equipo, aunque no esté bien mentalmente a la hora de competir”.
Una semana después de verbalizar los problemas por los que decía atravesar, el volante del Atlético firmó, saliendo desde el banquillo, sus mejores 25 minutos de toda la temporada contra el Sevilla (2-0). Además del segundo gol, en una clásica llegada del ocho que luce, lideró la presión adelantada y también la apoyó incluso en el costado derecho, el contrario por el que Simeone le ordenó desempeñarse. También ganó varios balones largos para prolongarlos. Ese recurso, menos utilizado este año, ha sido siempre uno de los pilares de los planteamientos de Simeone cuando pretendía saltarse la presión de rivales que apretaban bien arriba, no le interesaba la pelota o consideraba superior al contrario con ella. Ahora, cuando el equipo juega en largo, busca más las carreras al espacio de Carrasco y Llorente que a un intermediario que peine el balón. Este es uno de los cambios que se encontró Saúl cuando regresó tras una baja de tres semanas en el inicio de la temporada durante la que el equipo encontró resultados y una manera de jugar directa, pero más por abajo. Quizá sea el futbolista del plantel más afectado por la crecida de los Llorente, Lemar, Carrasco y Herrera. Desde entonces, no ha recuperado la titularidad. Sus suplencias han sido sonadas desde que se confirmaron en el último derbi.
Saúl culminó una caída progresiva desde las alturas de su internacionalidad y su alta cotización como centrocampista llegador. En este tiempo, ha cambiado de agencia de representación; ha estado de acuerdo con el club en buscar una salida para la que no hubo ofertas convincentes; contrató a un fisio y a un preparador físico; y jugó de lateral más veces de lo que hubiese deseado. En el final del curso pasado pareció asentarse como mediocentro. En este, aún busca recuperar un sitio en el once.
Al término del encuentro con el Sevilla, enfundado en un plumífero para aislar su cuerpo sudoroso de los siete grados bajo cero, Saúl volvió a aludir a su situación cuando fue preguntada por ella en los micrófonos de Movistar. “Lo que cuenta es el trabajo diario, no venirme abajo, el trabajo con las personas externas del club, que no solamente se trabaja físicamente, sino de muchas maneras. Todo ayuda, nada es casualidad, y el trabajo paga”, aseguró.
Un reputado profesor de coaching que trabaja con deportistas de élite advierte en las verbalizaciones de Saúl un reconocimiento al trabajo mental que pueda estar realizando: “Probablemente le haya dado resultado, le ha ido bien y por eso ya no le importa incluso admitir que pasa por un mal momento”. En su intervención postpartido, Saúl dejó caer que ha trabajado psicológicamente para tratar de salir del bache que le ha hecho perder la condición de intocable que tenía para Simeone. El técnico justificó esa condición para él y para Koke por ser los herederos de la transmisión del estilo del Atlético una vez que el grueso de los pretorianos veteranos se había marchado. “Es un chico que le ha tocado vivir la mayoría de cosas muy buenas en el fútbol. Y en el fútbol hay veces que te toca vivir situaciones como le está tocando vivir. Empieza a asomarse y salir, sin bajar los brazos. No hay ayuda. La ayuda es de uno mismo y Saúl se está ayudando él mismo”, dijo Simeone. Saúl libera a Saúl.
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