

Cucurella, como Carles Puyol con bisturí
El jugador más activo del Getafe se convierte en uno de los carrileros más cotizados de Europa con una mezcla de furia y sutileza


Cuentan en Sant Joan Despí que si el Barça fichó a Firpo en vez de promover a Marc Cucurella, en buena parte fue por su exceso de entusiasmo. Un día de 2017 le subieron a entrenar con el primer equipo y el noi de Alella se emocionó tanto que en su intento por recuperar balones, sin darse cuenta repartió patadas a troche y moche. Messi fue uno de los afectados.
Empujado al exilio sin que supiera bien por qué, se hizo grande en los confines de LaLiga. Dos años después, el puente virtual que une España con la Premier está saturado de informes sobre Cucurella, convertido con 21 años en el jugador más activo del Getafe y en uno de los carrileros más estudiados por los grandes clubes de Europa. Pocos jugadores representan mejor la tendencia contemporánea hacia la versatilidad. “Es el Alaba blanco”, señalaba hace días un ojeador que le comparaba con el zurdo del Bayern, capaz de ser sucesivamente lateral de referencia, excelente interior, buen extremo y el líder del eje de la defensa. “Yo creo”, decía otro analista, “que es más de la especie de los salvajes, como Puyol, solo que también puede ser quirúrgico. Sabe manejar el bisturí”.
El extremo incansable que en 2018 se hizo famoso por dar tres asistencias en la demolición del Madrid en Ipurua (3-0) atraviesa su temporada de consolidación tras mudarse al sur de Madrid. El Getafe ejerció el derecho a comprar su pase por 10 millones de euros y ahora es el ejemplo más brillante de la clase de abnegados que selecciona José Bordalás para constituir eso que él llama “familia” pero que, en la práctica, se parece más a una empresa de demoliciones.
Ángel Torres le bautizó como El Pelos. Pero acabó rendido. El presidente advirtió a comienzo de temporada que todo era posible —clasificarse para competiciones europeas por segundo año consecutivo— mientras Cucurella permaneciera sano. “Su aspecto hace pensar en un chico desordenado, pero es una impresión superficial”, observa Gerard López, que le entrenó en el Barça B, primero como lateral y luego como extremo. “Los directivos decían: ‘¡Dile a Cucurella que se corte el pelo!’. “Pero el chico nunca les hizo caso”.
Gerard López: “Podría adaptarse como interior en el 4-3-3″
“Es el típico que en un vestuario se hace querer”, señala Gerard; “es muy agradecido con el trabajo diario, interesado en mejorar, noble, crítico consigo mismo... Me iría al fin del mundo con él. A nivel físico y mental, si tuviera que chocarse contra una pared, se chocaría. Como Puyi en su día, pero con algo que nadie veía, y es que tiene un punto más fino de lo que parece. Estoy convencido de que en un 4-3-3 podría adaptarse como interior, jugaría fácil, llegaría al área y haría goles porque tiene un buen disparo. Porque con el tiempo rompió el molde mecánico del lateral y comenzó a pararse a pensar, y podría jugarte el balón con mucha más calidad que Puyol”.
Honrado con el oficio, generoso en el esfuerzo, más pendiente del equipo que de sí mismo, el impulso de Cucurella es el de terminar todas las jugadas en la línea de fondo tras devolver el balón en carrera. Esto lo llevaba incorporado cuando pasó del Espanyol a La Masía, en donde cultivaron su sentido del tiempo y de la oportunidad para tocar y entrar. Con los años supo hacer la pausa para convertirse en punto de apoyo de las jugadas, de forma que ahora en el mediocampo se comporta con el criterio de un interior. Si alcanza el último tercio desequilibra asociándose con la batería de cinco movimientos que van de la banda al balcón del área. Si el equipo pierde la pelota, retrocede como un león. Hoy es el séptimo jugador que más balones roba en LaLiga (206) después de Casemiro, Estupiñán, Merino, Iddrisu, Parejo y Thomas; y el que más pases da del Getafe (641).
Esta noche en Valdebebas el Madrid deberá poner toda su atención para evitar sorpresas. El espíritu de Puyol anda suelto.
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