Cillessen, raíz del juego y último defensa del Barça en la semifinal de Copa
El portero holandés sostiene al equipo azulgrana en los momentos de apuro ante el Atlético


Presumió Luis Enrique de que el Barça saldría a ganar porque hay cosas que son innegociables, pero su equipo prefirió ponerle cloroformo al partido arañando segundos de donde podía: en un fuera de banda; en un saque de portería; tras una falta… Resulta que los azulgrana no estaban por la labor de asumir riesgos y la falta de ambición le costó la identidad, también la pelota y algún que otro susto, condicionado también por acabar el partido con dos jugadores menos. Pero Cillessen, el portero de la Copa, sostuvo al Barça en los momentos de apuro.
Exigido el guardameta a no ser solo unos guantes, Cillessen actuó como raíz del juego. Bien en el toque corto; bien en los desplazamientos largos que obligaban a los centrales del Atlético a retrasar su posición, conscientes de que los zambombazos eran de órdago y de que necesitaban la ayuda de Koke para evitar el uno contra uno de puntas con zagueros. Ocurría, sin embargo, todo lo contrario cuando sacaba Moyá; la defensa del Barça se plantaba apenas un par de metros detrás del centro del campo y Cillessen salía al sprint del área para evitar posibles balones a las espaldas de sus guardianes, un líbero a la vieja usanza.
Aunque Cillessen, claro, también utilizó las manoplas y lo hizo de rechupete. Le advirtió primero Carrasco con un disparo desde dentro del área más potente que colocado. Prosiguió Koke con un chut lejano que envió a córner. Y Godín le buscó las cosquillas con un cabezazo tras un saque de esquina. Pero el holandés lo paró todo, incluso un testarazo de Savic a bocajarro que después el árbitro anuló por fuera de juego. Después, justo antes del entreacto, llegó la jugada de Messi y el gol de Luis Suárez. Todos hicieron piña menos Cillessen, que se hidrataba con la botella de agua que guardó en un lateral de la portería.
Tras el descanso, condicionado el Atlético por el resultado y por las lesiones de Godín y Gaitán, pareció tener una tregua. Pero la expulsión de Sergi Roberto —que se perderá la final, como Suárez— indicó lo contrario y Cillessen quiso perder tiempo hasta el punto de que fue advertido por el colegiado. Carrasco, sin embargo, devolvió el regalo con otra tarjeta roja y Gameiro se sumó a la causa al errar un penalti que el portero celebró con efusividad. Lo que no evitó fue la tarjeta, porque quien avisa no es traidor; como tampoco detuvo el remate a la red del mismo Gameiro. Y apretó el Atlético cuando se quedó con nueve el Barcelona; pero Cillessen ya se había ganado su final.
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