Paco Alcácer no la toca
El delantero del Barcelona sale de inicio por segunda vez en la temporada, pero apenas contacta con el balón en siete ocasiones


Los cánticos reverberaban por el estadio de Borussia Park, animadas y pegadizas tonadillas que subían de decibelios sin parar. Nada que ver con lo que ocurrió seis horas antes en uno de los campos anexos, donde los equipos juveniles se midieron (1-3 para el Barça) en la Youth League ante 1.500 aficionados que también copaban las modestas gradas. Allí no se escuchaba un grito, una protesta, tampoco una mosca. Se quedaban en tímidos aplausos cuando la jugada lo merecía y poco más, respeto reverencial por el juego, quizá por la formación de sus chicos.
En el duelo de los grandes, en el de la Champions, el ambiente era eléctrico, impulsado por la infatigable Nord Kurve, afición cantarina y caliente que también le dedicó una cariñosa ovación a su exportero Ter Stegen cuando salió a calentar e incluso cuando se puso bajo los palos antes de comenzar. Pero fue el juego del Moenchengladbach, el que silenció de inicio al Barça y sobre todo a Paco Alcácer, que tuvo su oportunidad y ni olió la pelota.
Tal fue la falta de protagonismo de Alcácer que no tocó el balón hasta el minuto 16
Con Messi en la trastienda recuperándose de su lesión muscular, quedaba una vez más el hueco de extremo derecho, ocupado en las últimas fechas por Rafinha. Luis Enrique, intervencionista como es, le dio otra vuelta de tuerca a su sistema y entró en juego Alcácer, que hasta el momento no había disputado la Champions, por más que sí que participara en tres encuentros de la Liga para sumar 118 minutos. Consideró el técnico que el punta no es velocista ni desequilibrante en el quiebro sino que convive como nadie con el límite del fuera de juego, por lo que varió el dibujo; el 4-3-3 habitual en defensa, pero un 4-3-1-2 en ataque, donde Neymar actuaba de enganche y Luis Suárez compartía línea con Alcácer. Pero no funcionó. “Había 11 rivales encerrados en su campo con un nivel físico muy alto”, adujo Luis Enrique; “y nuestro posicionamiento no era el más indicado ni el mejor”. Le secundó Rakitic: “No fue fácil para él ni para nadie”.
No es que el 18 no corriera ni lo intentara con sus persistentes desmarques y con su tenaz presión. Pero el Barça no fabricaba fútbol desde el eje y las pocas pelotas que llegaban arriba se las jugaban entre Neymar y el uruguayo. Quizá por eso Luis Enrique, en un parón del encuentro, le llamó al área técnica y le indicó que se abriera más, que tirara la diagonal desde el costado o que al menos dejara el carril interior para las rupturas del 11. Ni con esas. Tal fue la falta de protagonismo de Alcácer que no tocó el balón hasta el minuto 16, cuando en campo propio robó un balón para cederlo hacia atrás. Y esa fue su acción más trascendente, toda vez que en todo el encuentro entró en contacto en siete ocasiones con el balón: un chut de refilón, un regate fallado y cuatro pases, además del robo. “Es un killer. En cuanto meta el primer gol, llegarán los próximos. Nosotros confiamos en él. Lo veo muy tranquilo, es un crack”, resolvió Rafinha.
‘Hat-trick’ a Sommer
Era el partido para Alcácer porque, entre otras cosas, le tenía tomada la medida al guardameta Sommer, al que batió por tres veces —su primer hat-trick en la élite— el 10 abril de 2014, en los cuartos de final de la Europa League. Pero el delantero jugaba entonces en el Valencia y el meta en el Basilea. Ante el Borussia era otro escenario y otra prueba, y no dijo ni pío. Por lo que cuando llegó el minuto 52, cuando Rafinha terminó el calentamiento y le llamaron al área técnica, Alcácer ya se temía lo peor y acertó porque fue sustituido.
Tardó segundos en chocar las manos con su compañero —el Barça perdía— y, obcecado, apenas vio la que le ofrecía el delegado. Aunque sí que se la estrechó a Luis Enrique, poco dado a estos gestos en los cambios, pero cariñoso anoche porque sabe que un delantero necesita goles para justificarse. “Veo con gran confianza a todos mis jugadores. Va a fases, a veces mejor y otras peor. Pero es lo normal. Estoy contento con todos mis futbolistas”, replicó Luis Enrique. Aunque Alcácer no se salió con la suya y, cabizbajo, se sentó en un extremo del banquillo con un botellín de agua para luego ponerse una chaqueta y seguir el partido, donde ya nada podía hacer.
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