El repunte de Navas

En las oficinas de Sevilla había un rumor preocupante, puesto que se siseaba que Jesús Navas (Los Palacios, Sevilla; 1985) ya no era el mismo, que no se iba de nadie, que había perdido el regate y parte de su velocidad. Pero el director deportivo, Monchi, y los dos técnicos sucesivos, Marcelino y Míchel, siempre confiaron en sus capacidades, sabedores de que no hay un extremo tan veloz, capaz de regatear una y otra vez en la misma baldosa, de sacar centros a mamporro, de sonrojar al rival más pintado. El tiempo y Navas les dieron la razón.

Tras un inicio de curso calamitoso, quizá marcado por una lesión de tobillo que le martirizó, el extremo fue recobrando el color y la confianza, hasta el punto de que ha alcanzado el final de la temporada mejor que nunca. “Caparrós lo fue todo para mí, pero Míchel me ha aportado muchísimo”, convino hace poco el futbolista. Eso es porque el técnico, también interior derecho en su época, ha atado al lateral de su banda para que no corte sus carreras, le ha persistido en los ejercicios de centro y le ha fomentado libertad de movimientos. Maduro y casado, Navas, que siempre ha estado ligado al Sevilla, afronta la Eurocopa con el papel de actor secundario, pero se presupone su participación necesaria para resolver los entuertos, esos duelos comprometidos que necesiten de un buen revulsivo.