Conspiraciones, alienígenas y Emma Stone: ‘Bugonia’, de Yorgos Lanthimos, pone a debatir al festival de Venecia
El director y la actriz vuelven al certamen donde se llevaron el León de Oro con ‘Pobres criaturas’ hace dos años, mientras Werner Herzog sale en busca de elefantes fantasmas en un documental

Muchos días la vida no es precisamente de película. Suena el despertador y hay que trabajar para comer, para que la rueda siga girando. Cabe preguntarse cómo llegamos a esto. Cada cual tendrá su respuesta. La de Teddy Gatz, protagonista de Bugonia, de Yorgos Lanthimos, presentada en el concurso del festival de Venecia, es peculiar: una sumisión biotecnológica que nos impusieron los andromedianos. En algo quizás no le falte razón: difícil explicar la impecable piel y suerte de tantos altos directivos. Deben de ser alienígenas. O tal vez los raros sean todos los demás, por no entender nada. Ante tamañas incógnitas brotan cada vez más teorías de la conspiración. Pero los asistentes a la Mostra de Venecia hallaron este jueves una alternativa mucho más sólida: aterrizó en el festival la nueva película del director griego. Trajo consigo ritmo, ideas, debates. Y a otra criatura venida de las estrellas: Emma Stone.
La última vez que director y actriz recalaron juntos en el festival, hace dos años, se llevaron el León de Oro con Pobres criaturas. Stone, además, dejó una de las interpretaciones más notables de su carrera. Con alto riesgo incluido: se pasaba desnuda buena parte del metraje. Esta vez, en lugar de la ropa, se quita el pelo. “Fue muy fácil. Basta usar la cuchilla”, bromeó ante la prensa sobre su rapado. Su talento, en todo caso, sabe brillar en cualquier proyecto y condición. Por eso una joven llevaba un día y medio plantada delante de la alfombra roja de la Mostra con un cartel: “Fan [de] Emma Stone”. Indicio, de paso, del estatus que ha alcanzado la intérprete, incluso en una jornada que acogía al divo de divos, George Clooney, protagonista de Jay Kelly. Otra pista llegó con la primera pregunta de los periodistas: ¿cómo gestiona Stone su fama? “De alguna manera, hoy todos lidiamos con eso, nos identificamos con esa sensación de que alguien cree saber quién eres y que no tengas mucho control de tu avatar ahí fuera. Estoy yo, y la otra yo. La que viene aquí, y la que soy con mi familia y amigos. En mi mente las separo para mantenerme sana”.

Entre sus seres queridos seguramente ya figure Lanthimos. He aquí la cuarta colaboración seguida entre ambos. Y una mejora notable frente a la anterior, Kinds of Kindness: el director no busca epatar a toda costa, lo que a veces ha lastrado su cine, sino que pone su talento al servicio de la historia. Sin provocaciones gratuitas. Con destellos visuales, suspense, música chirriante, ironía y un gran guion de Will Tracy, remake del largometraje coreano de 2003 Save the Green Planet!, de Jang Joon-hwan. Y con una asombrosa interpretación de otra estrella que repite con el griego: Jesse Plemons. “Una de las cosas mejores es que invite siempre al mismo equipo. Se crea un ambiente muy seguro dentro del cual podemos explorar y ser libres”, afirmó Stone. Toda la película, así, se convierte en un duelo. Por salvarse, entre un hombre obsesionado con las maquinaciones extraterrestres y la ejecutiva a la que secuestra. De actuación, entre dos pesos tan pesados. Y, quizás el más fascinante, de temas, argumentos y críticas.
El personaje de Plemons desata un repertorio hoy habitual: no se informa a través de los medios de comunicación, rehúye “los axiomas culturales” de masas, erige certezas graníticas sobre cualquier asunto, del que jura haber leído miles de páginas. Pobrecillos los millones de ovejas que aún creen en el sistema: él ha logrado salirse de la grey. “Es un alma apenada y torturada, que busca con todas sus fuerzas ayudar, aunque parezca una locura”, aseveró Plemons. Lo que hace imposible, básicamente, conversar con su personaje. Aunque a la directiva tampoco le faltan contradicciones: se harta de repetir “diverso” en un curso sobre… diversidad. Y abre puertas solo aparentes en su empresa, para cerrarlas inmediatamente después: proclama la libertad de salir a las 17.30, salvo, por supuesto, que queden tareas pendientes. Y eso también le sonará familiar a más de uno.
“Nunca me habían dado un guion que fuera tan relevante. Hace tres años y ahora, por desgracia, más. No definiría esta película como una distopía. Buena parte es bastante real, está sucediendo. La gente pronto tendrá que elegir un camino correcto. Si no, no sé cuánto tiempo tendremos”, apuntó Lanthimos. Salieron a colación el cambio climático, su negación y algún tema más de cierta trascendencia. Hasta hubo una pregunta sobre la posibilidad de que no estemos solos en el universo. El director se dijo incapaz de contestar a una cuestión tan vasta de forma seria. Stone consideró la idea “bastante narcisista”, de ahí que bromeara con que sí cree en los alienígenas. Además, confesó su pasión por la serie Cosmos, de Carl Sagan. Ante dilemas de esta magnitud, el final de la película vuelve a ofrecer una respuesta: no sabemos si los humanos son los únicos seres vivos del espacio. Sí, ciertamente, los más idiotas.
La Mostra afrontó más misterios insondables. Cuando Francis Ford Coppola, ayer miércoles, entregó el León de Oro de Honor a Werner Herzog, recordó Aguirre, la cólera de Dios, Fitzcarraldo o El enigma de Gaspar Hauser y le celebró así: “Nunca había visto filmes como esos, todos únicos y muy diferentes entre sí, magníficos”. La leyenda del director alemán se prolonga ahora con el documental Ghost Elephants, fuera de concurso. A sus 82 años, el mito sigue con ganas de echarse a la carretera detrás de una historia. Y filmarla. Esta vez, sigue a un científico que se adentra por Angola en busca de los elefantes más grandes que hayan pisado el planeta. Los fantasmas del título. A su causa se suman rastreadores bosquimanos, descendientes de la primera población que habitó África. De ahí que el filme mezcle técnicas y tradiciones antiguas con vanguardia tecnológica, sepa maravillar, pero también divertir y, sobre todo, contagie al espectador la mística de la exploración. Aunque la propia película cuestiona el objetivo: “¿Sería mejor encontrar a los elefantes fantasmas o que siga siendo un sueño?”. Al final resulta lo de menos. Cuenta haber visto una película preciosa. Y constatado que Herzog sigue en plena forma.
László Nemes, en cambio, no vuelve a encontrar el camino hacia el triunfo. Su ópera prima, El hijo de Saúl, sacudió al mundo del cine en 2015. Se llevó críticas entusiastas, un Oscar y la estupefacción ante un arriesgadísimo acierto: mostraba el horror del Holocausto solo a través del rostro de un prisionero de Auschwitz, sin despegar nunca la cámara de él. Con Atardecer, en 2018, repitió la técnica, pero ni mucho menos el resultado, ni el impacto. Más bien, lo contrario. Han pasado ocho años, y el cineasta húngaro regresa con su tercer largo, Orphan (Huérfano). Cuenta la historia de un niño que, tras la Segunda Guerra Mundial, pierde al padre y vive en la constante esperanza de que vuelva. Le sucedió de verdad al progenitor de Nemes. Y seguramente, por desgracia, a muchos más. Sin embargo, la trama es la mejor baza que tiene la película. Legítimo, sin duda. Pero insuficiente para el festival de cine más antiguo del mundo.
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