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El Ministerio de Cultura presenta el proyecto para descolonizar el Museo de América y el Antropológico con una “perspectiva antirracista y de género”

Los dos comités de expertos nombrados por Cultura para actualizar el discurso de ambos centros entregan sus propuestas para transformar las colecciones permanentes

Ana Marcos

El proyecto de descolonización de los museos de Antropología y América entra en la siguiente fase. El trabajo de los dos comités de expertos creados por Ernest Urtasun, ministro de Cultura, para “superar y cuestionar el eurocentrismo” de estas dos instituciones, ha concluido tras medio año de trabajo con la entrega de dos proyectos con las directrices concretas para renovar los discursos museográficos de estas instituciones. Es decir, para incluir una perspectiva antirracista, de género, con justicia social y capaz de eliminar todos los sesgos con los que hasta ahora estos centros han contado la historia de un continente y una parte de la historia de la humanidad, según se lee en las propuestas. En los informes no se obvia, por tanto, ninguno de los términos que han entrado en debate, cuando no en conflicto partidista, desde que el titular de Cultura anunció hace casi dos años su intención de “superar un marco colonial o anclado en inercias de género o etnocéntricas” para los museos estatales.

En la presentación de los proyectos este miércoles en Madrid, Urtasun ha subrayado que “el objetivo es que los museos nacionales sean hijos del presente y constructores del futuro. Van a explicar las culturas como algo vivo y contemporáneo, que nos interpela. Y también vamos a reconocer la agencia de los pueblos originarios”. El que se ha convertido en uno de los grandes proyectos de Cultura tiene, en palabras del ministro, también la meta de “estar a la altura de las necesidades democráticas y culturales de las sociedades y construir un proyecto de país que responda a las preguntas contemporáneas”.

Los comités de expertos entregaron sus conclusiones a finales de 2024 y desde inicio de este año los museos, en colaboración con Cultura, han concretado dos proyectos que se licitarán a partir de diciembre por 4,4 millones de euros, para el de Antropología; y en 2026 por 9,2 millones, para el de América. La previsión es que la transformación definitiva de las salas donde se albergan las colecciones permanentes quede lista en 2028.

“Esto es un hito”, afirma Mercedes Roldán, subdirectora general de Museos Estatales, “los dos tenían una necesidad patente y evidente de renovar sus museologías con una edad media ya de tres décadas”. El de América tuvo un cambio en los años noventa, pero no se incluyó, por poner un ejemplo valorado por los expertos, “el impacto de la trata de personas esclavizadas”. En el caso del Antropológico, creado en el siglo XIX, “estaba pendiente de una actualización integral por la manera en la que esta disciplina ha estado ligada al colonialismo de aquel siglo”, plantean desde el grupo de expertos. “Son los dos montajes de museos nacionales que más acusan la obsolescencia y la necesidad de actualización de sus relatos”, añade Ángeles Albert, directora general de Patrimonio Cultural y Bellas Artes, “de esta manera se garantizan peparaciones narrativas y justicia social conforme a la nueva definición de museo aprobada por la Unesco”.

El Museo de América cumple 85 años en 2026, y lleva 30 con la misma exposición permanente, con pequeños cambios. “Hay que mostrar la pluralidad de las culturas americanas y acabar con la mirada colonial”, explica Andrés Gutiérrez, director del museo. Para conseguirlo, la institución desarrollará un programa articulado en cuatro secciones con las que intentará cambiar el imaginario construido solo a partir de los llamados gabinetes de coleccionistas europeos: todos esos objetos traídos desde el continente americano, configurados como una enciclopedia ilustrada, donde se hacía una única lectura de los humanos y los recursos naturales.

Esa mirada ha llegado hasta la actualidad a través de estereotipos como los que se aparejaban a las mujeres de manera intencionada y que desde el museo definen como el resultado de “la colonialidad del ser propia de la esclavitud”. “Bárbaras, iletradas, salvajes”, recuerda Gutiérrez, “prejuicios racistas que pretendemos deconstruir de manera crítica y rigurosa”.

Hubo una primera incursión en esta nueva senda decolonial en 2024, cuando el museo cambió 200 cartelas para hacerlas “más respetuosas con algunas de las personas y los pueblos representados”, explicaba entonces Urtasun. Ya han desaparecido términos despectivos y se han empezado usar nombres propios, como en el caso del emblemático cuadro Los mulatos de Esmeraldas, que desde hace más de un año se llama Don Francisco de Arobe y sus hijos, caciques de Esmeraldas, recuerda el director.

Los procesos de resistencia de las comunidades indígenas y afro, la situación de control o dominio de la mujer y “las violencias ejercidas durante la Conquista” tendrán un lugar específico en el museo. Estos relatos no se contarán de manera cronológica, avisa el director del Museo de América, “se prescinde del relato basado en la linealidad temporal”. “América no empieza ni termina con la presencia hispana”, se incide en el programa para el centro, en el que se avanzan tres secciones en las que se tratarán las migraciones y las esclavitudes —también las contemporáneas—, cómo se usan el lenguaje y la política para renombrar y reapropiarse de significados, “el negocio para Europa que fue América” y cómo la evangelización y expediciones científicas fueron también maneras de “dominación”.

El Museo Nacional de Antropología tiene la ambición, en palabras de su director, Fernando Sáez, de convertirse en un espacio de “participación comunitaria y mediación social”. Esto se traduce en la transformación de las tres plantas de la institución no solo a través de una nueva disposición de piezas, el uso de la tecnología y nuevas formas de narrar a través de, por ejemplo, vitrinas giratorias; sino también con la intención de involucrar a las comunidades en “la narración de sus propias historias”, justo cuando el centro cumple 150 años.

“La propia antropología a lo largo de su evolución ha incurrido y promocionado teorías con intereses políticos y sociales que han legitimado un orden mundial ahora en cuestión”, afirma Sáez para situar el reto al que se enfrenta el museo que dirige. Pretende que el visitante se haga todas estas preguntas cuando entre a la nueva exposición permanente y, en la medida de lo posible, ofrecerle las respuestas con la versión de las comunidades originarias de distintos territorios sobre temas como “la expoliación de los recursos naturales, la jerarquización de las personas por sus rasgos étnicos planteando si la raza existe, la emergencia climática y restituir las narrativas marginalizadas por la mirada occidental”, según el proyecto.

Su desafío alcanza incluso a tratar de arrojar luz sobre una de las preocupaciones que recoge el CIS en sus barómetros y de la que la ultraderecha ha hecho puntal de sus campañas: la migración. “Los seres humanos nos hemos movido siempre”, recuerda.

“Queremos remediar el presente con laboratorios de imaginación social”, apuesta Sáez, que también ha ido dando pasos en esta dirección desde hace meses. El Antropológico es el segundo museo con más restos humanos de España, que se han ido retirando en cumplimiento con la Carta de compromiso para el tratamiento ético de restos humanos en los museos estatales, del Ministerio de Cultura.

Momia guanche

Por el momento, ninguno de los dos se enfrenta a la restitución y devolución de piezas. “No creemos que haya obras de origen cuestionable”, asegura Sáez. Aunque los gestores no descartan posibles peticiones y adelantan que, en caso de que se produzcan, se incluirán y explicarán estas demanda en las exposiciones. “Hay unas reclamaciones éticas y jurídicas y hay que plantearlas como parte del discurso, independientemente de lo que pase después. Hemos cogido el toro por los cuernos”, añade Gutiérrez.

Ya sucede con el Tesoro de Quimbaya, que se exhibe en el Museo de América. La colección de 122 piezas fue reclamada por el Gobierno de Gustavo Petro en 2024, pero no ha obtenido respuesta por parte de las autoridades españolas, que siempre han dado por zanjado este caso por considerar las obras patrimonio nacional al tratarse de un regalo del presidente colombiano Carlos Holguín a la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena.

“Todos estos no son problemas del pasado, por eso tenemos una responsabilidad social que demanda la museología contemporánea”, coinciden los gestores. Para traer esos debates al presente, los dos museos van a recibir obras de arte contemporáneo adquiridas por el Ministerio de Cultura. “Llevamos meses comprando piezas para completar lagunas, siempre según las peticiones argumentadas de los museos”, dice Ángeles Albert, que aclara que no se ha destinado un presupuesto específico de compras para estos centros.

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.
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