El Pentágono, crítico de cine: un informe interno acusa al drama nuclear ‘Una casa llena de dinamita’ de “subestimar el poder de EE UU”
Una agencia del Departamento de Defensa cuestiona por “inexacta” la película de Bigelow sobre la capacidad de Washington de repeler una amenaza existencial para el país

La película de la semana en Washington se titula Una casa llena de dinamita y es un drama que juega con la idea de un ataque nuclear inminente contra Estados Unidos.
Gozó de un estreno reducido y de un fugaz paso por salas antes de llegar el viernes pasado a Netflix. Y ha sido con motivo de ese aterrizaje en la plataforma cuando se ha lanzado a comentarla con aprensión la ciudad en la que transcurre la parte principal del filme dirigido por Kathryn Bigelow —un sitio más preocupado por el ciclo de las noticias que por las conquistas del arte cinematográfico—.
El motivo es una historia que deja a los espectadores con un escalofrío tras contemplar lo que podría llegar a pasar en el país con el mayor arsenal de armas nucleares del mundo si alguno de sus múltiples enemigos tuviera un desliz o resultara un mal día de gatillo fácil.
Y si no la ha visto y es de esa clase de personas que considera un crimen que le destripen una película, tal vez debería dejar de leer aquí.
Ese escalofrío se explica gracias a una trama que para el espectador familiarizado con los protocolos de Washington se antoja creíble hasta el último detalle. No así para el Pentágono, molesto con la parte que se refiere al programa de antimisiles terrestres que Estados Unidos mantiene en Alaska y California con un presupuesto que en la película se cifra en unos 50.000 millones de dólares.

Un documento interno de la Agencia de Defensa de Misiles (MDA son sus siglas en ingles), obtenido por Bloomberg y enviado el 16 de octubre, argumenta que el escenario catastrófico que pinta Una casa llena de dinamita es “inexacto”. El memorando —que viene clasificado como “solo para uso interno de la MDA” y “no [apto] para [su] divulgación pública”— se hizo circular, se explica en él, para que los líderes de la agencia “tengan conocimiento de la situación y no se sorprendan por el tema, que podría surgir en conversaciones o en reuniones”.
Lo que preocupa a los redactores del documento es la imagen que se da en la película sobre el programa de interceptación de misiles, que acaba siendo ineficaz en su misión de detener una amenaza existencial que viaja directa a la ciudad de Chicago. El Pentágono se queja de que la representación ficticia “subestima el poder de Estados Unidos”. “El sistema de defensa de la película no alcanza su objetivo y entendemos que esto añade atractivo al drama destinado al entretenimiento del público”, pero los resultados de las pruebas en el mundo real “cuentan una historia muy diferente”.
La Administración de Donald Trump, y en especial, su secretario de Defensa, Pete Hegseth, han declarado la guerra a quienes critiquen o pongan en duda la supremacía de Estados Unidos. Un día antes del envío del memorando obtenido por Bloomberg, los reporteros de los principales medios estadounidenses acreditados abandonaron el Pentágono tras negarse a firmar un pliego de exigencias con nuevas restricciones para, en virtud de la seguridad nacional, limitar la capacidad de la prensa para informar sobre asuntos confidenciales del Departamento de Defensa.

El documento en el que los funcionarios de la MDA se meten a críticos de cine se detiene, siempre según Bloomberg, en dar argumentos para discutir el precio del sistema de defensa, mantenido por Boeing y por el Comando Norte de Estados Unidos, cuyo costo define como “alto, pero no tan alto como el de permitir que un misil nuclear impacte nuestra nación”. Un informe oficial de 2020 fijó ese precio en torno a 53.000 millones de dólares, sin contar con una inversión de otros 10.000 millones anuales para su mantenimiento.
La Cúpula Dorada
Trump presentó en mayo un plan para mejorar la defensa de Estados Unidos que, de llevarse a cabo, disparará en varias decenas de miles de millones de dólares el presupuesto. Se trata del proyecto de la Cúpula Dorada, que pasa por construir un enorme escudo antimisiles formado por una red de satélites e interceptores que protegerá desde el espacio el territorio estadounidense —de casi 10 millones de kilómetros cuadrados— de todo tipo de misiles enemigos, incluidos los hipersónicos, lanzados desde cualquier distancia. Más allá de una presentación grandilocuente en el Despacho Oval, no hay muchos detalles sobre cómo piensa el presidente de Estados Unidos hacerlo realidad.
En el Pentágono ha molestado también ese diálogo de la película en el que el secretario de Defensa, interpretado por Jared Harris, se sorprende al descubrir que el sistema antimisiles tiene una probabilidad de éxito de en torno al 60%. “O sea que, básicamente, es como tirar una moneda al aire”, dice Harris. Según el documento de la MDA, la cifra es falsa, porque en la vida real este “ha demostrado una tasa de precisión del 100% en las pruebas durante más de una década”. En una conversación publicada por The New York Times sobre la verosimilitud de la trama de Una casa llena de dinamita, W. J. Hennigan, experto del diario en temas de defensa, rebaja esa probabilidad al 55%.

Noah Oppenheim, guionista de la película y expresidente de NBC News, declaró este domingo a la cadena de noticias MSNBC que discrepa “respetuosamente” de las consideraciones del Pentágono. “No soy experto en defensa antimisiles”, dijo, “pero sí hablé con muchos especialistas sobre el tema, y todos ellos lo hicieron con nombre y apellido”. “Lamentablemente, nuestro sistema es muy imperfecto. Si el Pentágono quiere hablar sobre cómo mejorarlo o cuál podría ser el siguiente paso para hacer que Estados Unidos sea más seguro, esa es precisamente la conversación que pretendíamos propiciar. Lo que mostramos en la película es veraz”.
Oppenheim negó que hubieran buscado la aprobación de la Administración de Trump en la preparación del filme. Durante la promoción de Una casa llena de dinamita, Bigelow —autora de cumbres del cine político como En tierra hostil, que le sirvió en 2010 para convertirse en la primera directora de la historia en lograr un premio Oscar en esa categoría, o La noche más oscura, sobre el asesinato de Bin Laden a manos de Estados Unidos— también descartó que su equipo pidiera la colaboración de estos funcionarios. “La mejor decisión que tomamos fue consultar con todos los expertos con los que lo hicimos. Tuvimos asesores técnicos extraordinarios en esta película, y ellos fueron nuestra guía (nuestro norte)”, ha dicho la directora en una entrevista con The Hollywood Reporter. “Las personas que no están actualmente en el Gobierno suelen tener más libertad para expresar sus opiniones y ofrecerte una visión más precisa, en lugar de intentar promover una agenda particular. Así que, al confiar en personas que sirvieron recientemente en el Pentágono, en nuestras agencias de inteligencia o en la Casa Blanca, nos sentimos bastante seguros de la precisión de la imagen que nos dieron”, ha añadido en la misma publicación Oppenheim.
Bigelow defiende que sus películas “son obras que apuestan fuertemente por el realismo. Estás invitando al público, digamos, al centro de mando. Ese es un lugar al que no se accede fácilmente, así que quieres que se sienta auténtico y honesto. Ese es mi objetivo, y creo que lo logramos”.
Mientras tanto, la ciudad de Washington comenta con los pelos de punta su película, dicen que esta “no refleja las opiniones ni las prioridades de la Administración [de Trump]” y escriben informes para descalificarla.
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