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Cantar a la salud mental: ¿catarsis o campaña de ‘marketing’?

Cada vez más artistas exponen sus debilidades en canciones y entrevistas, un cambio de paradigma en el pop que algunos expertos aplauden y otros sospechan que puede ser por apuntarse a una moda

Carlos Marcos

La temática en las canciones pop ha cambiado en los últimos años. Es frecuente ver a músicos abrirse en canal contando intimidades cuando antes vivían acorazados. Hablar sobre las erosiones emocionales producidas por una ruptura sentimental siempre se ha hecho: un gran porcentaje de la historia de la música pop se construye desde los sinsabores del amor. En cierto modo, podemos encuadrar esa temática como tipológicamente referida a la salud mental. Pero ahora se tratan otras oquedades: depresión, ansiedad, estrés psicológico. En un documental que se estrena en cines el 17 de octubre, Hasta que me quede sin voz, el músico madrileño Leiva habla sin filtros de problemas psicológicos y físicos. Leiva advirtió a los directores de la cinta que “no quería algo de promoción”, que “había que ir al cuello con la honestidad”. Ya en su último trabajo, Gigante (2025), el excomponente de Pereza trataba en los textos sus complejos y mostraba alguno de sus demonios.

Leiva es uno más en psicoanalizarse ante la audiencia que le quiera escuchar, que es mucha viendo los llenos de sus conciertos. Podemos citar a grandes estrellas internacionales que airean sus debilidades: Billie Eilish, Lady Gaga o Justin Bieber. En el ámbito nacional, encontramos a Alejandro Sanz, Antonio Orozco, Dani Martín, Aitana, Lola Índigo o aquel Agárrate a la vida de Rozalén. También bandas más pequeñas, como Ginebras (una de sus canciones se llama directamente Ansiedad), Zahara, Biznaga, Lorena Álvarez, Natalia Lacunza… Una de las grandes estrellas del momento, Olivia Rodrigo, anunció a bombo y platillo que pagaría de su bolsillo la terapia de su banda y de su equipo dentro y fuera de la gira. Muchos alabaron la iniciativa y otros apuntaron que quizá con buenos salarios bastaba. El alabado grupo indie canadiense Arcade Fire firma una canción titulada Age of Anxiety (La era de la ansiedad), donde cantan: “La era de la ansiedad es un tiempo donde nadie duerme, y las pastillas no hacen nada por mí”. El especialista musical Jordi Bianciotto lo analiza así para este reportaje: “La salud mental se ha convertido en un ingrediente recurrente de la agenda promocional. Se puede alegar que eso es bueno porque contribuye a la concienciación sobre un tema serio, pero también puede derivar en una banalización, en su conversión en material fast food para vestir una campaña cuya única finalidad es vender discos o entradas de conciertos”.

¿Se está, pues, convirtiendo en una moda tratar estas temáticas? ¿Algunos músicos intentan mercantilizar algo tan serio y preocupante como los problemas psicológicos? Un artículo publicado en EL PAÍS en diciembre 2024 por el periodista especializado en salud Pablo Linde se titula: Cómo la ‘psiquiatrización’ de la vida resta recursos a las enfermedades mentales graves. Se habla de una moneda de doble cara en la ruptura del tabú sobre acudir a terapia. “Está ocurriendo que la demanda es tan alta que si se dispara la lista de espera afecta a quienes tendrían que ser atendidos más rápido”, señala en ese reportaje Fernando Mora, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor de Madrid.

Un punto de inflexión en la música sobre este tema llegó con la publicación del tema René, del puertorriqueño Residente. Lanzado en febrero de 2020, unas semanas antes de que estallara la pandemia, el músico describe de forma descarnada sus episodios con el alcohol y su lucha contra la depresión hasta casi llegar a quitarse la vida. Sandra Delaporte canta y compone en Delaporte, banda que llena salas y da lustre a muchos festivales. Sandra ha tratado los problemas psicológicos en sus canciones. “Hablar de salud mental es una buena noticia. Prefiero que se hable de un proceso de duelo, de ansiedad o de depresión a las temáticas que trataban las canciones de antaño, que muchas hablaban de amor tóxico, patriarcal y que favorecían la dependencia emocional. Por eso me alegro de que el arte esté empezando a tener coraje para expresar las cosas más vulnerables de un artista”. Pero Sandra, que confiesa estar pasando en este momento por un periodo de depresión, alerta: “Cuando he escuchado hablar a un artista desde la sinceridad a mí me ha ayudado. Y si eso vende, no le veo el problema. Ahora, que haya gente que se quiera aprovechar y que te venda mensajes como ‘tú puedes con todo’ o ‘sé la mejor versión de ti mismo’, me parece muy pernicioso, sobre todo porque de repente la culpa de todo recae en ti. Y una persona que está en depresión lo peor que puedes hacerle sentir es que está estropeada. Veo ese mensaje pernicioso en muchos libros, en podcasts y también en algunas canciones”. Según la cantante, lo importante es identificar “quién está hablando de manera genuina y quién no”.

En realidad, la música, como muchas veces ha pasado, se nutre de temáticas que calan en la sociedad, que están en el debate de la gente; los artistas se hacen eco de estos materiales y los moldean a su manera. El pasado 10 de octubre se celebró el Día de la Salud Mental. Todos los años, la empresa de investigación de mercado Ipsos publica su estudio Mental Health Day. Uno de los datos de su encuesta referidos a España apunta que un 62% de la ciudadanía identifica la salud mental como el principal problema de salud.

Quizá haya que preguntarse si el oficio de músico es especialmente propenso a sintomatologías referidas a la salud mental. Responde Guillermo Dalia, doctor en Psicología por la facultad de Psicología de la Universidad de Valencia y ponente en Música, creación y salud mental, organizada por la SGAE este otoño. Dalia trata en su consulta a músicos desde hace tres décadas: “Es una de las pocas profesiones que empieza a edades muy tempranas. Desde los ocho o nueve años entran en el conservatorio, así que empiezan a formarse para una profesión muy pronto. Eso no es fácil de gestionar mentalmente. Además, son personas que pasan muchas horas de soledad y con un contacto emocional fuerte con la música. Estamos hablando también de una profesión vocacional, que tira de ti, y muchas veces no saben separar lo personal de lo musical. No son capaces de desconectar. Incluso cuando escuchan música no compuesta por ellos la están analizando. El peor estrés es aquel que tú no ves. Yo acojo a músicos en mi consulta que han reventado de un día para otro”. Este especialista considera que es bueno que la salud mental esté en el debate. “Pero ojalá no se quede solo en canciones, sino que se tomen medidas preventivas. Esa es la clave: prevención, prevención y prevención”, añade.

Una de las tendencias claras de la música pop actual tiene que ver con la individualidad. La lista de los discos más escuchados a nivel global en la plataforma reina, Spotify, exhibe solo dos grupos entre los 20 primeros. Hasta 18 son solistas, artistas con un rostro reconocible que refuerzan y personalizan el mensaje de vulnerabilidad que puedan lanzar: soy yo el que está sufriendo una depresión. La psicóloga clínica, y musiquera, Irene de la Vega-Rodríguez, alerta sobre esto: “Quizá las canciones no son más que un reflejo de la sociedad individualista en la que estamos, muy centrada en el éxito personal y en mejorarnos a nosotros mismos. El estar tan centrado en uno mismo nos aleja de la colectividad y se vuelve un producto de marketing y una parte de la rueda capitalista”. Para evitar esto, la especialista apuesta por el “colchón social”: “Se trata de vivir en sociedad con un salario digno, una casa, un buen sistema de sanidad y educación públicas. En general, vivir en unas condiciones adecuadas potencia la salud mental”.

Hoy es frecuente leer en los medios entrevistas con cantantes que se desarrollan poco en códigos musicales y más en aspectos psicológicos o experienciales. Y que, como apunta Jordi Bianciotto, tratan de “el relato”. “Ahora todo lanzamiento debe ir envuelto en un relato, que importa más que hablar de la evolución del lenguaje musical, y el de la salud mental funciona porque es un tema muy presente en la agenda mediática y sirve a los artistas para conectar con un enorme público potencial, dado que los diagnósticos de ansiedad, estrés o depresión se han generalizado entre la ciudadanía. Sin cuestionar la veracidad de sus testimonios, por ese carril ellos nos dicen que son como nosotros, como el común de los mortales. Cuando se trata de estrellas pop, es una nueva versión del ‘los ricos también lloran”. Las estrellas son ahora seres desvalidos en contraposición con la fortaleza que insuflaban antes. “Presentarte como frágil, incluso como víctima, te hace parecer más real. Ahora, eso no es que ya no se oculte, sino que se exhibe a conciencia, poniéndolo en primer plano a la hora de hablar de un nuevo disco”, amplía Bianciotto.

En Hasta que me quede sin voz, Leiva deja que el espectador penetre hasta el dormitorio de su casa. Todo parece real y honesto. En uno de los momentos más intensos del documental, el cantante reflexiona: “Esos ataques de ansiedad que yo tenía con 15 años… Sentía unas cosas tremendas que no sabía verbalizar ni a mis colegas ni a nadie. Realmente eran unos ataques de ansiedad gordos. Me siguen pasando, con la misma fuerza que me pasaba de chaval. Claro, la manera de paliarlo es estar siempre borracho, un antídoto perfecto”. En la escena siguiente, la médica le advierte de que no puede seguir así…

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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