Cuando la Sagrada Familia estaba rodeada de pobres y no de turistas
El periodista Jesús Bastante publica ‘El aprendiz de Gaudí’, una novela que indaga en la intrahistoria de la obra magna de “el arquitecto de Dios”


Bajo la atmósfera calidoscópica de la Sagrada Familia de Barcelona aún siguen camuflados los secretos que Antoni Gaudí esparció por todos los rincones. Unos visibles, como la escultura que recuerda la bomba anarquista del atentado del Liceo, esculpida en el Portal del Rosario y que segó la vida de 22 personas y provocó 35 heridos. Y otros impalpables pero esenciales, como las intrahistorias que el arquitecto delineó con su familia y obreros y que sirvieron de argamasa para que la basílica fuera algo más que un templo. Unos enigmas que el periodista Jesús Bastante (Madrid, 1976) desenmaraña con talento en su última novela, El aprendiz de Gaudí (La Esfera de los Libros), a través de las vidas de varios personajes (reales y ficticios) que convivieron con el arquitecto durante los trabajos de su obra magna.
El reportero cruza estas biografías, con una escritura concisa, para dibujar un retrato amplio de la Barcelona de finales del XIX y comienzos del XX. “La construcción de la Sagrada Familia es el reflejo de los últimos años de vida de Gaudí, de su profundo catolicismo, de su entrega a los pobres y también de la postura ideológica que tomó durante los años convulsos del cambio de siglo”, explica Bastante a este periódico.
Bastante es uno de los mayores expertos en España sobre información religiosa, autor de más de una decena de libros sobre el tema, además de una novela sobre el apóstol Santiago el Mayor, Santiago en el fin del mundo (también en La Esfera de los Libros). Pero esta vez, deja atrás el enfoque religioso de sus anteriores trabajos para contar “una historia de amor” entre un aprendiz de Gaudí, Pau, y Rosseta, la sobrina que el arquitecto acogió cuando su hermana falleció.
Bajo esta historia central, Bastante describe el choque de clases. “La vida de Pau cuenta la situación de los chicos sin futuro, con una vida llena de grietas que tienen que reconstruir ellos solos”, dice el autor. Este joven consigue reengancharse a la vida gracias a la naciente basílica, donde es contratado. En ese ambiente conoce a la sobrina de Gaudí y se enamora de ella, otra joven, de una familia acomodada pero excluida socialmente por su padre.

El vínculo de estas dos personas es un guiño a las conquistas que llegan con el cambio de siglo: desde el modernismo artístico a los avances tecnológicos pasando por la Gran Guerra y los movimientos sindicales. “Es un libro que habla de una Barcelona que se está rehaciendo durante un momento de ruptura. Aparecen acontecimientos que, de alguna forma, siguen presentes en la actualidad: la inmigración, los menores no acompañados, la revolución científica que contrasta duramente con las penurias en la que viven muchas familias”, dice el escritor.
Un amor prohibido con el que Bastante también analiza la convulsión política. El autor motea episodios famosos en este sentido en varios de sus capítulos. Por ejemplo, el atentado anarquista del Liceo que Gaudí acabó trasladando a una escultura de Satán entregando el artefacto a un obrero, una alegoría de la tentación del mal. “Él estaba muy metido en el ambiente de la época. De lo que reclamaban los trabajadores”, añade Bastante.
Esta faceta comprometida del arquitecto ―aunque es cierto que era una persona clasista, señala Bastante― se entrelaza en el libro con su vida asceta. El arquitecto vestía con ropa ajada, rodeado de planos y de rezos. Pero en esa vida casi monástica, Bastante explica que Gaudí no solo era un beato de sacristía, sino que salía a la calle a dar testimonio de su fe. “La carta encíclica Rerum novarum del papa León XIII sobre la situación de los obreros coincide con la construcción de la Sagrada Familia y también con las pretensiones de Gaudí, que quería mejorar las condiciones laborales y sanitarias de sus trabajadores. De hecho, les construyó viviendas a un lado de la basílica”, matiza el escritor.
Estas “virtudes”, añade Bastante, ha contribuido para que este abril el Vaticano reconociese como “venerable” a Gaudí, el previo paso para beatificarle. Entre el simbolismo y coincidencias, como que el papa actual (León XIV) tenga el mismo nombre que el que estuvo al frente de la Iglesia cuando se puso la primera piedra de la Sagrada Familia, Bastante apuesta a que el año que viene, durante el centenario de la muerte del conocido como “el arquitecto de Dios” sea beatificado.
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