Aarón Palacio, un alarde de capacidad
La obstinada negativa del presidente impidió que el novillero aragonés saliera por la puerta grande

El aficionado que se sentó ayer, sábado, en la presidencia de la plaza de toros de Pamplona (el alcalde y los concejales solo suben al palco en las corridas de toros) se negó a conceder sendas orejas, solicitadas por aclamación, al novillero aragonés Aarón Palacio, cerrándole así una merecida salida a hombros por la puerta grande tras el alarde de capacidad realizado en el festejo que abría el abono taurino de los Sanfermines.
No se entendió muy bien esta obstinada negativa del usía que comenzó ya tras la muerte del primero, al que Palacio saludó con dos cambios de rodillas en el tercio para después llevar a cabo un inteligente y preciso planteamiento lidiador, asentando primero, con un perfecto manejo de alturas y espacios, el medido fuelle del noble ejemplar de la ganadería navarra de Pincha.
Fue así como pudo luego cuajarle dos soberbias tandas de naturales, al final de una de las cuales, ya con el novillo quedándose más corto, sufrió una aparatosa voltereta de la que salió ileso y sin dar en ningún momento la sensación de perder ni un ápice de autoridad. Solo un pinchazo en lo alto, previo a una gran estocada de efectos fulminantes, pudo ser el agarradero del presidente para no conceder el trofeo.
Pero aún le negaría una segunda oreja más del cuarto de la tarde-noche, al que esta vez Palacio recibió a portagayola para, ya con la muleta, extenderse en hasta siete largas y ligadas tandas de pases con ambas manos, macizas y reunidas, que tuvieron el preámbulo de un farol de rodillas en los medios. Sobrado de firmeza y de temple, siempre dominando la situación, el novillero maño hizo un auténtico despliegue de autoridad en Pamplona que merecía, con creces, esa salida a hombros que, a pesar de la apabullante petición popular, no quiso facilitar el presidente. En esta nueva ocasión quien sabe si por la colocación algo defectuosa de una estocada en la que Palacio volvió a volcarse.
El hecho es que el joven torero se tuvo que conformar con esa solitaria oreja y dos vueltas al ruedo tras las que la plaza tronó contra la presidencia, que llegó a sufrir incluso un intento de agresión de un exaltado que no llegó a acceder al palco.
En una novillada sanferminera, que registró la mejor entrada que se recuerda, con un mayoritario público joven, fue así como Palacio marcó notables diferencias con sus compañeros de terna, que no lograron sacar mayor partido de una novillada de la tierra que ofreció muchas posibilidades en el último tercio.
El Mene, paisano de Palacio, puso empeño, pero se encimó demasiado ante un segundo de escaso gas, y aún más con un quinto, el de mayor finura del sexteto, al que en su larga porfía no logró atemperar una constante y brusca falta de clase. Y el pamplonés Bruno Martínez acusó su falta de rodaje en dos trasteos voluntariosos y salpicados de toreo de rodillas con capote y muleta, pero faltos de mayor convicción y asiento ante el más completo de la novillada y ante un sexto flojo y noble al que también se fue a recibir a la puerta de chiqueros.
El Pincha / Palacio, El Mene, Martínez
Seis novillos de El Pincha, con alzada, sueltos de carnes y de poca ofensividad de cabezas, que tuvieron, salvo el quinto, la virtud generalizada de humillar, aunque dentro de un variado fondo y duración. El más completo fue el tercero.
Aarón Palacio: pinchazo y estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja); estocada trasera desprendida (oreja con fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).
El Mene: pinchazo y estocada (ovación); pinchazo y estocada trasera perpendicular (silencio).
Bruno Martínez: pinchazo, estocada delantera atravesada, pinchazo y estocada desprendida (silencio tras aviso); dos pinchazos y bajonazo (silencio).
Plaza de Pamplona. 5 de julio. Primer festejo del abono de San Fermín. Algo más de tres cuartos de entrada (unos 18.000 espectadores) en tarde-noche de temperatura agradable.
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