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El lavabo como escenario político: Martha Luisa Hernández convierte el aseo en material literario

La escritora cubana explora el cuerpo fuera del canon, la autoficción migrante y los residuos del poder a través de una estética de lo abyecto

Martha Luisa Hernández Cadenas, autora del libro ‘Puro flash’.

“Me descubrí en el baño los orificios, los lunares”, afirma la escritora cubana Martha Luisa Hernández Cadenas (Guantánamo, 34 años), también conocida como Martica Minipunto. Su último libro, Puro flash (Dosmanos, 2025), convierte el lavabo en escenario narrativo y simbólico: allí donde el cuerpo se descompone, también se erige una poética de lo marginal, lo grotesco, lo sexual y lo espectral. El baño como heterotopía, en el sentido que le dio Foucault: un espacio cargado de normas, funciones y significados que escapan al orden social. “El baño y el balcón eran mis lugares favoritos en la casa donde crecí. El primero era íntimo; el segundo, una boca abierta a la calle”, asegura la autora, que debutó en la novela con La puta y el hurón (Caballo de Troya, 2023). Puro flash rastrea lo que otros ocultan: la escatología, la bulimia, los excrementos, pero también la rebeldía, el deseo gordo, el duelo o cómo el poder se filtra hasta por el último azulejo.

En el baño, el cuerpo se expone y se esconde, se despoja de lo público y entra en contacto. En ese lugar de tránsito —donde se orina, se sangra, se masturba, se llora, se vomita, se goza— se condensan tensiones de clase, género y poder que el discurso higienista intenta borrar. Por eso, convertirlo en escenario literario es un gesto de reapropiación política. “Siento que detrás de toda distinción entre lo pulcro y lo sucio hay un juicio clasista”, afirma Hernández Cadenas. Con su escritura fragmentaria indaga en la “higiene civilizatoria” como imposición de un modelo de progreso colonial. “Me interesó la ‘higiene civilizatoria’ como una idea de progreso, una que planteaba una forma de vida mejor. Se inauguraba la modernidad en el espacio doméstico con la instalación de otro poder colonial en Cuba en el siglo XX. Hay una cierta obediencia que se legaliza a través de símbolos. En mi poética, acariciar el linóleo de un teatro con la lengua o describir la violación a una mujer dormida son gestos que responden a los procesos de investigación. Existen preguntas e impulsos que demandan una corporalidad al límite”, plantea.

Foto hecha con ‘flash’ de Martha Luisa Hernández Cadenas.

La también performer escribe desde lo que ella misma llama “el margen”: “No me va bien rendirle pleitesías a nadie, siento mucha gratitud, pero nunca me veo en el centro de nada”. Esa posición le permite observar de cerca lo que otros prefieren ignorar: los gestos de poder que se reproducen incluso en los lugares más privados. “En el baño he sido amada, forzada, humillada. Por otra parte, si una se pregunta cuando entra al baño quién ha sido encargado de limpiarlo, ya no lo contemplará con tanta tibieza”. Su escritura se detiene en el trabajo invisible, los cuerpos migrantes, las estructuras de poder. “En Cuba, el Gobierno ha contaminado casi todos los ámbitos de tu vida, hay criminalización, pobreza, miedo. En ese mundo, en esa isla, que es la parte del mundo que más creo conocer, el poder es hipócrita. Siento que mi forma de vida está en las palabras, ha sido así desde que era muy pequeña”.

Con Puro flash, Hernández Cadenas construye un archivo performativo e íntimo desde el lavabo. “Hace tres años compré mi primera cámara de fotos instantáneas, tomé selfies en los lavabos de manera bastante automática. El archivo ahora es intenso, resume el accidente, la fascinación, el narcisismo o el dolor”. Al principio pensó en hacer una fotonovela, pero la escritura se impuso: fragmentaria, directa, a veces brutal.

Puro flash plantea el universo del lavabo como una galería desde la cual atravesar hechos, acontecimientos, alucinaciones o fracasos. Eso que está emponzoñado lo remuevo allí, lo expulso, lo beso”. Cada fragmento funciona como una descarga emocional, como un fogonazo. “Flash era primero un personaje, después un concepto que se adaptaba al ritmo frenético de la obra, a esa fugacidad con la que nos mojamos y secamos”.

La violencia del cuerpo se entrelaza con su celebración y con la ruptura de los cánones impuestos. “Siempre he sido gorda, gordita, cara bonita que debe adelgazar, someterse a dietas, esconder el ombligo, disimular los brazos anchísimos, y de los muslos ni hablar. Hablo de gordofobia, de vergüenza en el pasado. Hoy, hablo de deseo. Con los años esta relación se desacompleja, se pliega más en el erotismo y se sacude de la mirada del otro, que es muchas veces una mirada dictada por el capital o la ignorancia”. El espejo del baño ya no refleja vergüenza, sino afirmación. “Reivindico mi lugar como cuerpo, culona como mi abuela, llena de celulitis y enamorada de lo que veo en el espejo”.

Foto hecha con 'flash' de Martha Luisa Hernández Cadenas.

El lavabo también es escenario del goce. “Deliro con ese baño personaje que puede capturarlo todo. La sangre y la saliva. El miedo y el orgasmo”. Desde la cosmética hasta el erotismo, pasando por la bulimia o el vómito, Puro flash convierte el cuerpo en campo de batalla y laboratorio. “El vómito puede ser reinterpretado desde muchos lugares: como depuración espiritual, como síntoma clínico, como bulimia”.

Hernández Cadenas mezcla la anécdota con la filosofía, el chisme con la poesía. “Estoy acostumbrada a escribir con la ciudad metida en mis oídos, cláxones, música, la televisión cubana a lo lejos”. Esa oralidad empapa a sus personajes alegóricos. “Todos los personajes son como la persona que vi en el espejo del lavabo esta mañana, es una persona con malos hábitos alimenticios, estoy segura. Parecía una señora que bebió tres platos de caldo antes de irse a la cama”.

Foto hecha con 'flash' de Martha Luisa Hernández Cadenas.

En su escritura hay duelo. “Puro flash es el libro que quise que leyera mi primo Andy. Él murió en un accidente en Miami antes de cumplir los 23 años. Escribir también puede ser una forma de invocar”. También hay llanto, pero con estética pop: “Una mujer es siempre lo que desee ser, en ese relato, un lagrimón de látex”.

A lo largo de las páginas, el lector va entrando y saliendo del baño como si se tratara de una performance. “El lector es libre de huir o de instalarse allí. Si siente el escozor de la humedad que anida en la losa, en el grifo, en el cristal empañado, en las cuchillas usadas, quizá Puro flash sirva como museo”.

Como Flash, ese personaje/concepto que da título al libro, la escritura de Martica Minipunto es una descarga. Ilumina brevemente lo que la ficción suele apagar: lo escurridizo, lo abyecto, lo que sangra, lo que goza. El lavabo. El cuerpo. El margen.

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