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De Huelva a La Meca a caballo: los tres españoles que han peregrinado a Arabia como en los tiempos de al-Ándalus

El grupo ha completado la hazaña tras partir desde Andalucía en octubre sin apenas recursos, cruzar una decena de países y ganar una gran popularidad en países de mayoría musulmana

Rafael Hernández Mancha (en el centro) y sus compañeros, a caballo en su travesía a La Meca.
Marc Español

Durante la primavera de 1989, Rafael Hernández Mancha recuerda pasarse los días encerrado en su habitación preparándose para unas oposiciones a profesor agregado de bachillerato en Andalucía. Estudiaba tanto que fue más allá del temario a memorizar y se sumergió en otros campos: leyó la Biblia, revisó el diccionario de la Real Academia Española y, un día, comenzó a hojear el Corán, que le fascinó hasta el punto de hacerse dos juramentos.

“Uno de esos días en casa, estudiando, apunté dos promesas en un cuaderno, que por supuesto conservo. Me dije: ‘Si apruebo las oposiciones, me hago musulmán’. Y la segunda: ‘Si las apruebo, hago la peregrinación a La Meca a caballo, como la hacían los antiguos andalusíes”, recuerda Hernández, aludiendo a los naturales de la España musulmana en la Edad Media.

El hajj es la peregrinación a La Meca, la ciudad más sagrada para los musulmanes, que todo adulto que profese el Islam y pueda hacerlo debe realizar al menos una vez en la vida durante unas fechas concretas del calendario islámico, que este año caen a principios de junio. Para Hernández, el momento oportuno para emprender el viaje llegó el 13 de octubre, cuando, al poco de jubilarse, partió de Almonaster la Real (Huelva) a lomos de una yegua y puso rumbo a Arabia Saudí junto a dos compañeros de andanzas, Abdelkader Harkassi y Tarek Rodríguez.

La expedición a caballo en Konya, Turquía, durante el mes de Ramadán.

En tiempos andalusíes, e incluso posteriormente desde reinos cristianos ibéricos, la mayoría de peregrinos viajaba a La Meca navegando por el norte de África hasta Alejandría, el gran puerto de Egipto. Luego bajaban a El Cairo y allí se unían a alguna caravana para emprender la segunda etapa de su periplo a tierra santa. Para los jinetes españoles, esta ruta fue inviable por seguridad y restricciones fronterizas, lo que los obligó a recorrer el sur de Europa.

De aquellos viajes de antaño a Oriente nació incluso un género literario, la rihla (el viaje, en árabe), una suerte de diario de viaje que mezcla vivencias personas con descripciones de los lugares recorridos. Ibn Yubair, un geógrafo nacido en Valencia en el siglo XII, se considera su fundador, pero han sobrevivido hasta nuestros días aventuras de hasta finales del siglo XV como la de Omar Patún, un musulmán de Ávila que viajó hasta La Meca entre 1491 y 1495.

Para realizar su hazaña, los jinetes españoles, que ya se encuentran en Arabia Saudí, confiaron en yeguas de resistencia de una cría equina de raza pura árabe en Cádiz entrenadas para un trayecto tan largo. Además, viajaron con cinco caballos, para asegurarse de que pudieran rotar y descansar. La expedición también ha realizado cinco chequeos completos a lo largo de la ruta para supervisar su bienestar y garantizar que disponían de energía necesaria para trotar.

La historia de los peregrinos tiene tintes quijotescos. Partieron prácticamente sin recursos y se quedaron sin dinero cuando todavía se encontraban en España. Pero en Buñuel (Navarra) se produjo lo que Hernández considera su primer “milagro”: se toparon con una mezquita un viernes y tras contarles su periplo al imán que dirigía la oración y a los feligreses —la mayoría jornaleros marroquíes— recaudaron poco más de 1.200 euros para poder continuar su travesía.

Los peregrinos españoles con la bandera de España durante la travesía.

Aunque el equipo se había entrenado para este arduo viaje desde hacía tres años, Hernández reconoce que la parte más dura de todo el trayecto fue la travesía de los Alpes, dado que ellos no podían circular por túneles y tuvieron que cruzar por la montaña en condiciones adversas. Ya en Italia, los peregrinos se encontraron con un influencer saudí que les ofreció en Verona una caravana para acompañar a la expedición, que ya contaba con un coche de asistencia.

“En la Edad Media, en la época de Don Quijote de la Mancha y quizás hasta hace al menos 100 o 150 años, había mesones y ventas donde poder dormir y donde dejar a los caballos para descansar. Pero ahora hay gasolineras y es muy complicado encontrar un lugar donde pasar las noches con los caballos y dónde darles de comer”, justifica Hernández.

Admiración en países musulmanes

La suerte de los españoles cambió notablemente al adentrarse en regiones y países de mayoría musulmana, comenzando por Bosnia y por la provincia serbia de Sandzak y su capital, Novi Pazar, donde Hernández dice que la gente les metía dinero en las botas, chaquetas y montura de los caballos. También les empezaron a ofrecer alojamiento. Para entonces, la expedición ya se había hecho famosa en redes sociales, donde acumulan cientos de miles de seguidores.

Los peregrinos españoles alimentando palomas.

Después de atravesar Bosnia y Serbia con caballos prestados por un club hípico de Sarajevo y de cruzar Bulgaria en coche por las restricciones en estos países, los españoles volvieron a montar sus yeguas en Turquía. Allí la travesía volvió a estar pasada por nieve y coincidió con el mes de Ramadán, durante el que los musulmanes ayunan desde el alba hasta el ocaso. Pero Hernández afirma que donde fuera que estuvieran la policía o los vecinos les ofrecían comida para romper el ayuno. En Turquía incluso les recibió el ministro de Asuntos Religiosos.

Uno de los países más especiales por donde han cruzado fue el que les esperaba justo después: Siria, apenas tres meses después de la caída del dictador Bashar Al Assad. Miembros del Ejército Libre, ya del nuevo Gobierno, custodiaron su paso y la expedición se reunió también allí con los nuevos ministros de Cultura y de Información. “Nos ha emocionado mucho cómo el pueblo sirio nos recibió. Fue conmovedor, de un país tan destruido”, desliza Hernández.

Otra imagen del viaje.

Tras su paso por la desértica Jordania, los peregrinos españoles entraron finalmente en Arabia Saudí. Pero Hernández asegura que al poco de llegar los citó la policía para cerrar un acuerdo: su viaje había causado admiración y les habían dejado entrar al país a caballo aunque no se pudiera, pero a partir de entonces no seguirían el camino con sus yeguas excepto allí donde recibieran permisos para montar. A cambio, les cubrirían todos los gastos del viaje a La Meca. “No querían que el año que viene les vengan 50.000 personas a caballo”, supone Hernández.

Una vez terminado el hajj, en torno el 9 de junio, los españoles tienen previsto regresar a España en avión. “El punto triste de la historia”, lamenta Hernández, es que deberán vender a las yeguas en Arabia Saudí, ya que por cuestiones legales asegura que no pueden volver con ellas. “Las yeguas han sido las verdaderas heroínas del viaje”, desliza con cariño Hernández. “No creo que haya [muchos] caballos que hayan sido capaces de hacer una hazaña como esta en el siglo XXI”, enfatiza. “Ellas han sido las que han recorrido más de 6.000 kilómetros”.

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Sobre la firma

Marc Español
Escribe en EL PAÍS desde 2020. Desde El Cairo, su trabajo se centra principalmente en Egipto y Sudán, y sigue de cerca Gaza y Libia. Licenciado en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona.
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