‘Bajo las estrellas de París’, un cuento para los sin techo

Una vagabunda que huye de un pasado que intuimos traumático y un niño africano de ocho años perdido entre los sin techo de París. Estos son los dos personajes de este cuento triste sobre madres sin hijos e hijos sin madres, una historia de orfandad enmarcada en la tragedia de los inmigrantes irregulares de una gran ciudad. Pese a sus fallos, Bajo las estrellas de París esconde méritos que reconfortan. El principal se debe a la actriz Catherine Frot y a la desarmante ternura de su personaje, una malencarada y huraña vagabunda parisiense que sobrevive entre comedores sociales y el subsuelo de una ciudad que convive con el lujo y la miseria con pasmosa naturalidad. Con una gestualidad propia del cine mudo, Frot le hace un guiño a un Charlot con falda, pero sin perder de vista a la madre por accidente de Gena Rowlands en Gloria. Una sin hogar solitaria que un día se topa con un niño que ha perdido a los suyos, migrantes africanos detenidos por la policía después de haber llegado en patera a Europa.

El director, el alemán afincado en Francia Claus Drexel, ya había retratado en su documental de 2013, En el borde del mundo, la vida de los sin techo de París y seguramente por eso logra introducir al espectador en los recovecos de una ciudad que se aleja de la postal de fantasía. Sin caer jamás en la sordidez tramposa, con respeto y amor hacia sus personajes y su extrema pobreza, Drexel logra navegar por los rincones más desfavorecidos de París, entre campamentos enteros bajo puentes y grutas subterráneas superpobladas. La relación que se establece entre la mendiga y el crío, su pequeña aventura juntos, es el corazón de un filme que podría haber sido más si hubiese sacado partido de sus personajes secundarios y en definitiva no hiciera agua en su precipitado tramo final.