“No hay un método Grotowski ni uno Stanislavski”
El director de teatro Thomas Richards desgrana en Valencia su visión de la interpretación


El ruso Konstantín Stanislavski (1863-1938) aportó una base teórica y práctica fundamental para la formación de intérpretes. Su sistema de búsqueda de la “memoria emotiva” fue americanizado por el célebre método, popularizado por actores como Marlon Brando. A aquel sistema, le sucedió el del polaco Jerzy Grotowski (1933-1999), teórico del teatro pobre y de vanguardia, que partió del trabajo psicofísico del pionero ruso para desarrollar su método.
Ambos métodos suelen enfrentarse como si fueran opciones antagónicas, únicas y cerradas. Nada de eso, dice sonriendo el director neoyorquino de teatro Thomas Richards, el discípulo aventajado del genio polaco: “Ahí está el problema, porque siempre buscamos una receta para el arte. No hay un método Grotowski ni incluso Stanislavski, lo dijo él mismo. ¡Y cuánta gente hay enseñando ambos métodos! La mente humana tiende a buscar un botón simple al que pulsar y ya está. Pero no; lo que necesitamos es aprender, esa es la aproximación de Grotowski. Por ejemplo, en Gravedad hemos trabajado con Alonso Abarzúa, un actor chileno muy dotado, que asistió a encuentros pedagógicos y talleres. Empezamos a preguntarle por qué, continuamos el proceso de escritura y llegamos a una historia muy estructurada y que tiene uno de los sentidos más esenciales del teatro: ver algo que no hayamos visto antes, sentirnos como unos privilegiados”.
Gravedad es una obra, estrenada anoche en la sala La Mutant de Valencia, sobre un exiliado chileno que llega a Suecia tras el golpe de Estado de Pinochet. Abarzúa es el único protagonista de este montaje del Workcenter of Jerzy Grotowski and Thomas Richards, radicado en Pontedera, la localidad italina donde murió el teórico polaco. El centro es un referente mundial del teatro experimental.
“Nos encontramos con la historia subjetiva de Abarzúa, pero eso no es arte. Tenemos que movernos a algo objetivo y eso es un trabajo fascinante a través del proceso creativo, de la dramaturgia”, comenta el director teatral con voz potente y dicción clara, que acompaña con chasquidos de los dedos para subrayar sus ideas. “El teatro funciona como la danza, que nos suspende en una especie de hipnosis por el movimiento, llevados por la forma; en el teatro estamos llevados por la acción, por los detalles, y la función tiene esa cualidad de capturarnos y suspendernos”, añade Richards.

Se nota que está satisfecho de la reacción de los intérpretes en los talleres que impartió la pasada semana en Barcelona, en los que desplegó su ideario. “No evitamos la cuestión más difícil en el teatro: por qué haces lo que haces. Cuando un actor quiere hacer lo que se piensa que es lo mejor de su trabajo, hace selecciones automáticas. Pero un actor es potencialmente un creador, y cuando enseñas a un actor a no evitar el porqué se abren caminos creativos únicos”, detalla.
¿Y cómo se rompen esos automatismos? “Con gran esfuerzo. Los actores, como cualquier ser humano, tendemos a pensar de una manera que evitamos realmente pensar. Cuando era joven y estaba estudiando a Chéjov, vino Ryszard Cieslak [actor fetiche de Grotowski] e interrumpió al profesor preguntándole quién era Chéjov para él. El profesor no supo responder y le dio la clase a Cieslak. Fue uno de los momentos más importantes para mí como actor. Muchas veces se hace un papel porque es un shakespeare, porque es un tal... Y olvidamos lo que está hirviendo dentro de nosotros, lo que me molesta de mí mismo, cuál es esa pregunta terrorífica que me está tentando”, contesta. “Lo que Grotowski busca es la inmediatez humana y la máscara detrás de la cual solemos vivir para defendernos de la vida y no expresar lo que sentimos bloquea esa inmediatez. Para recuperar esa inmediatez de un niño podemos hacer ejercicios, juegos, trabajo psicofísico y mental”, incide.
Richards también presenta en Valencia (mañana y el sábado) el montaje colectivo Sin fronteras, a partir de Beben, del argentino Guillermo Calderón, sobre un grupo de voluntarios que va a ayudar a las víctimas del terremoto de Chile de 2010.
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