Mentiras

Sabido es que el político miente más que el resto de los mortales y que los entrenados mienten más que hablan porque la frecuencia hace que el embuste cobre vida propia y se multiplique por generación espontánea. Nada que objetar porque la enfermedad es de oficio e incurable, pero conviene conocer las claves que descifran al cuentista. La entrevista de la psicóloga María Jesús Álava en el programa Xtra del canal Non Stop People para hablar sobre ellas tiene especial valor porque se dirigió a un público joven, crédulo, maliciable sin la ayuda de detectores de engaños.

Dos periodistas con la tarea hecha abordaron en el plató a la psicoterapeuta, cuyo ultimo libro se titula La verdad de la mentira, para preguntarle sobre la mentira y las infidelidades, los políticos y el perdón. Tuve la impresión de que asumían como inevitable la falsificación de la verdad. Lógico. Las cadenas generalistas han ofrecido durante los meses del estancamiento gubernamental, un arsenal de razones para el fatalismo juvenil, para coincidir con Álava en que casi todo en los políticos es fingimiento: sus gestos, sus palabras, sus argumentos, y hasta sus aparentes emociones, parecen obedecer a un guion previo.

La gente detectaría mejor el ocultamiento de la verdad escuchando con prevención: cuando piense que la otra persona puede mentirle, dice el libro. Cierto, pero la vida en prevención puede causar cefalea crónica. La elevación del tono de voz, el incremento de los periodos de latencia mientras hablan, el aumento de la duración de las pausas, la utilización de frases negativas, etcétera, son señales de que el político se encuentra en fase ‘creativa’.

Y como para ocupar cargo público no son necesarios estudios, ni evaluaciones, también se cuelan desequilibrados, admitió María Jesús Álava en el canal de Movistar+ que prepara su desembarco en México, donde los tacos y la mentira conviven en fecunda armonía, y en EE UU, con un presidente electo que sería menos terrible si hubiera mentido en campaña.