“El precio de las entradas nunca debería ser un hándicap”

Cincuenta. Cien. O más. En el rodaje de El ladrón de niños, Marcello Mastroianni y Michel Piccoli discutían –bromeaban- sobre quién entre los dos había participado en más películas. Era 1991 y ambos pesos pesados compartían el set con una actriz española que a la sazón, por lo menos en cantidad de filmes, quizás no pudiera competir con ellos. Ahora el currículo de Ángela Molina (Madrid, 1955) reza decenas de largometrajes, cuatro décadas de trayectoria profesional, un David y una Concha de Plata a la mejor intérprete, cinco candidaturas a los Goya, además de los aplausos de colegas y público. Tanto como para que la Academia del Cine le hiciera entrega esta mañana de la Medalla de Oro que la institución otorga cada año a una personalidad destacada de la cinematografía española.

“Es un acto de justicia para una maravillosa profesional y un ejemplo a seguir”, aseguró Enrique González Macho, poco antes de dejar la medalla en las manos de Molina. Y de paso, el presidente de la Academia aprovechó para pescar en el río de películas de la actriz y quedarse con su favorita: Las cosas del querer.

En realidad, muchas serían las opciones ya que Molina lleva desde los 16 años ante las cámaras: ha trabajado con directores como Almodóvar, Tornatore o Ridley Scott y protagonizado filmes como La mitad del cielo, El mar o Ese obscuro objeto del deseo. Aunque, puesta a escoger, ella prefirió darles una caricia a todas sus obras: “No cuento cuántas películas habré hecho. Pero cada una de ellas tiene un lugar insustituible dentro de mí”.

Emocionada y algo incómoda sobre sus tacones, la actriz sí acabó nombrando, por lo menos, a dos cineastas claves en su carrera: Luis Buñuel y Manuel Gutiérrez Aragón, que justamente la precedió el año pasado en el palmarés de la Medalla de Oro. La actriz quiso acordarse también de Enrique González Macho, sobre todo por una razón: “Cuando tenía unos 16 o 17 años me dejaba entrar gratis a los cines Renoir. La verdad es que me venía bien no pagar”.

Algo sí han tenido que desembolsar, en cambio, los asistentes a los tres días de la Fiesta del Cine, que justo hoy termina. Pero las entradas a 2,90 euros –normalmente oscilan entre los 5 y los 11- han provocado ganas de cine y colas kilométricas ante las taquillas de todo el país. Por una vez, las salas llenas y no vacías son la noticia. “Esto demuestra que el público nunca falla. Sería preferible que el coste fuera sensato como para que la gente no tuviera que pensárselo. El precio de la entrada nunca puede ser un hándicap”, defendió Molina.

Sin embargo, a la espera de que el debate sobre las entradas se resuelva, y de novedades del Gobierno sobre la bajada del IVA cultural (“ya están a punto de retirarla, ¿no?”, bromeó la actriz), el cine sigue adelante entre sangrías y polémicas. Así que, en estos tiempos de lucha contra el ahogo, Ángela Molina sugirió su receta personal para los nuevos talentos: “Hay que perseverar, disfrutar de lo que hay y vivir hasta las últimas consecuencias, con todo lo que conlleva”. A juzgar por su carrera, diría uno que funciona.