Mumford And Sons, 'Babel'
"Quieres odiarlo, pero es casi imposible lograrlo, porque su efecto es narcótico"


Más que una banda, Mumford and Sons pueden parecer una metáfora de todo lo que va mal en el mundo. En otro contexto, podrían verse como otra banda tradicionalista más o menos regular. Otro combo británico que decidió abrazar las raíces yanquis con el fin de inyectarles eso que los de las islas hacen tan bien: el pop. No por nada los ingleses han logrado que su bandera sea un icono en habitaciones de adolescentes de todo el planeta, que un partido Inglaterra-Argentina, a pesar de casi siempre ser un soberano coñazo, sea recibido como un duelo en la cumbre… Si el mundo no fuera el lugar que es hoy, la banda de Marcus Mumford sería algo inofensivo, ideal para amenizar cenas organizadas por profesionales liberales que se acaba de comprar un libro sobre cómo hacer sushi y otro alrededor de los centros de mesa con flores silvestres, un tema en constante evolución. Recomendado para segundas citas por todos los expertos de Meetic.com, una imbatible opción de regalo de Navidad para el suegro. Su folk ameno, blando y sentimental es perfecto para escuchar música sin que parezca que eso es lo que estás haciendo. Para todo esto, Babel es perfecto, porque es incluso mejor que su millonario predecesor. Quieres odiarlo, pero es casi imposible lograrlo, porque su efecto es narcótico. Te sume en una ataraxia solo comparable a la inducida por la más pura droga de origen afgano. Es el mal, es el capital. Pero, como Valmont, no puedes evitarlo…
Género: Pop
Título: Babel
Sello: Island / Universal
Año: 2012
Puntación: 2 y 1/2
Luego sufres un ataque de lucidez. Ese extraño fenómeno que acostumbra a sobrevenir cuando es demasiado tarde, cuando ya firmaste la hipoteca y reservaste el billete para Playa Bávaro. Cuando ya te has comprado el libro de sushi for dummies y le has dicho a alguien que iba sentado a tu lado en el bus que este grupo le gusta a Dylan. Entonces, ves que Mumford and Sons es un combo que cree en Dios, porque éste mola y se merece una ola, qué demonios. Los padres de Marcus, líderes de un oscuro culto Pentecostal en Reino Unido, criaron al chaval a base de una dieta basada en el Dylan de Slow Train Coming, cristiano renacido, predicador con aspecto de buhonero. ¿No habíamos quedado en que Dios había muerto? Pues en este disco está vivo, y muestra la salida, redime pecados, ilumina caminos, perdona deslices, patrocina actos de constricción… En fin, todo el pack. Pero es que, además, Mumford and Sons provienen de familias con posibles. Y ves que cada día odias más a los ricos, porque ya no se visten de cerdos capitalistas sino de simpáticos señores que empatizan con tus desgracias. Como este disco, producto Premium. Soluciones celestiales para los problemas del primer mundo, respuestas sacadas del pasado para un planeta sin futuro. No te va a doler nada. Y reparas en canciones como Whispers in the dark, Hopeless wanderer o Below my feet, y aceptas que no te molestan, pero asumes también que no dicen nada. Absolutamente nada. Cero. Y piensas, ¿cuándo empecé a conformarme con eso? ¿En qué momento le pedí a la música solo que me acompañara mientras me meto en la ducha? ¿Cuándo decidí que lo familiar me era más apetecible que lo desconocido? ¿Tan mayor estoy? ¿Es eso una cana u otra canción que es una versión ligera de Fleet Foxes que me invita a arrepentirme de algo que no he hecho y sentir el poder iluminador de algo en que no creo? Entonces, descubres la verdadera naturaleza de este disco: quiere que te sientas mejor, pero jamás te da un motivo consistente para hacerlo.
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