'Touch': fuegos artificiales de segunda mano

Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper". Touch, la nueva serie de Kiefer Sutherland para Fox, no miente; ni siquiera desde el principio. Para verla hay que olvidarse del sentido común, dejar la incredulidad a un lado y extraer de nuestro cerebro aquella teoría que tanto le gustaba recordar al presidente Bartlet de El Ala Oeste: la de la causalidad falsa. La serie que regresará a EE UU hoy jueves -tras emitir el piloto a finales de enero- y que Fox España estrenará también hoy a partir de las 22.20 h., eleva la superstición a categoría de divinidad y enaltece el sentimentalismo para coser una fórmula aritmética del destino, seductora y arbitraria a partes iguales. En resumen, un blockbuster hiperbólico de brillante producción y envoltorio carísimo; un producto diseñado al milímetro para cautivar en su piloto que, sin embargo, corre peligro de aburrir con el tiempo, precisamente por su desapego de la realidad.
No hay que esforzarse mucho para encontrarle las cosquillas a Touch. Su inicio, con voz en off infantil y referencias a un poema de origen chino, recuerda al de Falling Skies; su planteamiento y desarrollo, al de los largos de Alejandro González Iñárritu (Babel) y a títulos televisivos como Seis grados, que también llamó la atención en su primer episodio para luego durar sólo ocho en parrilla. La apabullante cascada de buenas críticas que ha generado también evoca a las que en su día escarcharon a FlashForward... y todos conocemos el final. Por si fuera poco, el creador de Touch es Tim Kring, un californiano de 55 años quesorprendió al mundo entero en 2006 con un invento llamado Héroes. Con superhombres mundanos e historias interconectadas de por medio, maravilló en su primera temporada -completamente merecido- y voló por los aires durante la cuarta despedida por la dinamita del sinsentido. Hoy, seguramente, no hubiera pasado de la segunda en NBC. Ni ellos se creyeron que llegara tan lejos. Esta vez, Kring se la juega de verdad.
Destino, libre albedrío, leyes cósmicas que nos premian o nos castigan según las decisiones que hayamos tomado. A Martin Bohm no le importa un carajo ni el karma ni nada por el estilo. Kring, sin embargo, disfruta manipulando a sus personajes en un juego de marionetas dominado por el espiritualismo, la pseudoreligión y el sincretismo. Desarraiga la personalidad de sus protagonistas -si esto tiene sentido- y los obliga a jugar una incesante partida de damas en la que todas las fichas están conectadas no por criterios de verosimilitud, sino por caprichos del guionista. Y esto, en el peor de los casos, degenera en un Deux ex machina o suicidio argumental. Pero todavía es pronto para decirlo.ATENCIÓN: Descripción de la trama del primer capítulo...
El piloto asombra a la primera de cambio, toca los sentidos del espectador y camufla su trivialidad enseñándonos un puzzle impecable y maravilloso. Si lo ves por segunda vez, los fuegos artificiales desaparecen y el rompecabezas comienza a desprenderse como si fuera de segunda mano. Pero ahí no acaba la cosa. El truco de Touch -y que nosotros le demos o no nuestro beneplácito- no consiste en la forma o la calidad de sus piezas. Más bien tiene que ver con cómo nos engañen a la hora de ensamblarlas.
Jake, el hijo de Martin, explica desde el principio cuáles son sus habilidades. Nunca ha dicho ni una sola palabra a sus 11 años, 4 meses, 21 días y 14 horas de vida. De lo que sí es capaz es de entender las conexiones que unen a las personas y de ver el pasado, el presente y el futuro todos a la vez. Algo que ya nos suena a los que vemos Fringe, ya que esa es una de las cualidades de los famosos Observadores. Así, un teléfono móvil olvidado en Nueva York puede ser la causa de detener un ataque suicida en Bagdad (Irak). Y también puede catapultar al estrellato a una cantante aficionada que malvive en Irlanda como trabajadora en el departamento de atención al cliente de una compañía telefónica.
Sea por ganas de suicidarse profesionalmente o por empecinamiento, la verdad es que Kring repite la fórmula multitrama que lo empujó a la fama y después lo recluyó a la oscuridad. El guión supera en virguería y consistencia al de Héroes, aunque se tuerce en el apartado de la actuación. Como Alcatraz, Touch tendrá una estructura episódica -una historia por episodio- con una línea argumental de fondo. Desconocemos si todos los personajes que aparecen en el piloto reaparecerán más adelante o su paso será tan momentáneo como el de una estrella fugaz. El de Titus Welliver -el Humo Negro de Perdidos y profesional pluriempleado en sus ratos libres- destaca por encima del resto de los secundarios. Lo mismo le sucede a Danny Glover, inolvidable como Roger Murtaugh en Arma Letal, aquí caracterizado como un experto en niños con dones especiales. Ojo a las referencias al padre de la bomba atómica y a Nikola Tesla, un auténtico genio reconvertido hoy en personaje literario y hasta de videojuegos. De Gugu Mbatha-Raw, ex del fallidoUndercovers de J.J. Abrams, mejor no hablemos.
Dulzón pero con un futuro más que prometedor si coge la ciencia por los cuernos, Touch es con todo uno de los dramas mejor hilvanados de la temporada. Embobarse con su apertura [la puedes ver justo arriba] o con su selección de temas musicales [como este Everybody's On The Run de Noel Gallagher en el avance del 1x02] es más fácil de lo que parece.Sólo si nos acercamos con lupa podremos observar sus costuras. Su misión pasa ahora por suavizar su tono místico a lo new age -efectos de cristal, piezas de piano y cajas de música acentúan esta ambientación- e ilusionarnos con elementos universales que apelen a nuestro pathos aunque sea a través de los números ylas Matemáticas: la lucha entre el determinismo y la libertad como derecho antropológico, cómo se relaciona un padre con un hijo especial, qué ocurriría si alguien como Jake usara su don para el mal. El piloto ya se ha ganado el favor de la crítica en menos de 50 minutos. Para el resto,el destino proveerá. Veamos cuántas vueltas da el hilo rojo y si se corta antes de tiempo.
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