La Monumental amanece nostálgica

Un total de 15 bicicletas aparcan junto a la puerta 9 de la plaza de toros Monumental de Barcelona. En el centro del círculo un guía explica, en inglés, la historia de la construcción del coso taurino que tiene delante, y empieza por el final: "En esta plaza ya no habrá más corridas de toros, ¿sabéis lo que son verdad?, pues ayer fue la última". La visita rememora después los casi cien años de historia de la plaza -los cumpliría en 2014- y narra las historias de las grandes tardes de toros. Después de fotografiar reiteradamente la plaza, el grupo de turistas vuelve a la bicicleta y desaparece.

Unos instantes después, dos aficionados se acercan a la entrada de la plaza con gesto contenido. "¡Va por ti!, ¡Ay, que nos la han quitao!", exclaman con la mano recogida en el pecho mientras depositan en el suelo tres velas rojas. Miguel López, aficionado gaditano, asistió ayer a la última corrida y hoy no podía creer que hubiera sido la última. "Esta decisión la han tomado unos políticos que desaparecerán mientras los aficionados vamos a estar aquí siempre", ha resumido.

"Por aquí viene siempre el mismo tipo de público, sobre todo turistas", comenta Pedro Ortiz, responsable de la entrada al Museo Taurino. "Los aficionados vinieron ayer, hoy vuelve a ser como siempre", concluye. Del abarroto total de la plaza, a la calma serena en menos de 24 horas.

Hay incluso quien vista la afluencia taurina de ayer busca hacer negocio. Desde esta mañana pueden encontrarse en la página web de subastas eBay dos carteles diseñados especialmente para la corrida de ayer domingo por el artista Miquel Barceló. El precio de uno de ellos puesto a la venta alcanza los 2.000 euros, mientras que el otro está siendo subastado, y actualmente se encuentra en 500 euros. Ambos desaparecieron pocas horas después de que los operarios los pegasen en las paredes y pivotes de la capital catalana la semana previa a la corrida y se ofrecen "sin rastro de pegamento".

La Monumental sigue siendo el foco de las cámaras de fotos, pero según quien la contempla el retrato oscila entre la nostalgia y el regocijo.