El arte y los impulsos de la creación

La capacidad para debatir sobre distintos argumentos, hablar varios idiomas, conceptualizar, o tener perspectivas del futuro, quizá sean, entre otros, los aspectos que más diferencian a los humanos de otras especies vivas. La exposición del artista madrileño Daniel Canogar y la estadounidense Devorah Sperber Brain: the inside story, abierta hasta el 14 de agosto de 2011 en el Museo de Historia Natural de Nueva York, propone un acercamiento al cerebro, la herramienta que define nuestra naturaleza y permite que todo esto sea posible.

Un túnel de diez metros de largo, atravesado por 680 kilos de cables que parecen spaghettis de distintos colores, da comienzo a una muestra con fuerte acento interactivo. Una sucesión de luces intermitentes, como estrellas fugaces, representa los impulsos enviados por las neuronas. "Trato de crear un paralelo muy directo entre cómo funciona nuestro cerebro y cómo la tecnología es capaz de reflejar todo esto", afirma el artista, de 46 años.

Los artistas proponen un recorrido que mezcla el plano cognitivo con la creación. Un juego de ilusiones que juega con los ojos y los oídos: Una Monalisa hecha con carretes de hilo y colgada bocabajo; o la imagen de un lluvioso día acompañado por el sonido de una tormenta que, si se descubre con detenimiento, se trata nada más que de un trozo de tocineta en proceso de cocción.

El artista madrileño se centró en materiales electrónicos en desuso para esta exposición. Teclados destartalados, pantallas vetustas, ríos de cableado. Canogar conjuga tecnología y biología. Arte, ilusiones y sueños. "En un mundo de consumo excesivo" escribe en la página del museo, "para mí es importante tratar de rescatar todos estos materiales, darles una nueva vida y, por encima de todo, tratar de liberar todas las historias que contienen, toda la energía que alguna vez circuló a través de ellos".