Ir al contenido
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La cuadrilla redentora

La nostalgia hace que determinadas épocas de la vida pasada se vean como mejores de lo que realmente fueron. Y ello se pone de manifiesto cuando, en una reunión con ínfulas de catarsis colectiva, se rememora lo que se fue, lo que se es, y se elucubra sobre lo que se será. Películas como Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992) y la española Marta y alrededores (Ruiz, Pérez de la Paz, 1999) han tratado sobre el tema, en el que ahora también indaga La torre de Suso, redentorista historia de amistad escrita y dirigida por el novel Tom Fernández, en la que casi nada funciona, aparte del buen trabajo de un reparto, en general, conjuntado.

La estructura dramática viene a ser la de siempre, lo que en principio no tiene por qué ser negativo: reunión de la antigua pandilla (y alrededores); puesta al día de la existencia; mentiras, medias verdades, verdades finales; catarsis colectiva; redención personal. Sólo que los procesos de cambio no se producen porque unos lleven a otros, sino simplemente porque sí, porque toca esa determinada parte en la estructura elegida. Si a ello le unimos una configuración bastante más mundana y menos cinematográfica, basada en las famosas fases de la borrachera (exaltación de la amistad, negación de la evidencia, cantos regionales?), tendremos un producto demasiado banal como para que temas tan importantes como las drogas en la cuenca minera, la inmigración en el oficio de la construcción y en la prostitución, pasen de ser meras bromas epidérmicas envueltas en chistes de cuadrilla.

Dos lastres más acaban por hundir a la película, ambos relacionados con un guión repleto de agujeros. El primero, la tendencia a hacer chistes basados simplemente en la repetición de la misma broma (a Javier Cámara le dicen "¡engordaste!" cada 10 minutos; la madre tira la comida al huerto no menos de cuatro veces?), partiendo de la base de que su gracia ya es dudosa la primera vez. Y segundo, una fórmula de escritura difícilmente comprensible, consistente en que los personajes hacen justo lo que están diciendo que no van a hacer. Puede que Fernández quiera indicar que todos los personajes carecen de personalidad, pero aunque esto sea así, no es normal que tantas veces en una película uno de sus protagonistas afirme una decisión que luego no se confirma, previo paso por una elipsis narrativa consistente en un mero cambio de plano y de secuencia. Esto puede funcionar como chiste una vez (lo que también es dudoso), pero no cuando el número de ocasiones en que se ejercita la fórmula se acerca más a 14 que a 4.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_