El niño cantor que no quería ir a la escuela
El Fary arrancó su carrera musical de la mano de Antonio Molina y se consagró como ídolo de masas con 'El toro guapo'
El Fary ejerció de jardinero antes que de taxista, pero fue al volante como reunió el dinero suficiente para grabar sus primeras canciones. Él mismo lo hizo, el mismo las editó, y el mismo las vendió en el Rastro de Madrid. Al tiempo, actuaba en fiestas locales y participaba en concursos de cantantes de la radio. Pero no fue hasta la década de los 60 cuando José Luis Cantero (Madrid, 20 de agosto de 1937-Madrid, 19 de junio de 2007) empezó ser conocido. Fue por entonces cuando Antonio Molina, el maestro de la copla, le contrató para hacer una gira de dos meses. Luego vendría la fama.
Cantero era el sexto y último hijo de una familia pobre que se mudó del pueblo conquense de Buenache de Alarcón a Madrid, donde nació. Creció cerca de la plaza de todos de las Ventas. Según cuenta el web de su principal club de fans, José Luis pisaba la escuela en contadas ocasiones, de hecho en más de una entrevista confesó que aprendió a leer y a escribir casi por cuenta propia "a fuerza de fijarme todos los días en los anuncios de los autobuses y en las carteleras de los cines". Según otras informaciones, aprendió las letras en la mili. Lo que está claro que lo suyo más que los libros era cantar, imitar a su idolatrado Rafael Farina, del que obtuvo su sobrenombre porque la gente decía que era una copia en pequeñito del desaparecido cantante de Salamanca. También emulaba a Manolo Caracol, Marchena, Valderrama y aprendía las coplas que sonaban por la radio.
Trabajó de jardinero y durante ocho años condujo un taxi y ahorro el dinero suficiente para, con la ayuda y el acompañamiento del pianista Felipe Campuzano, grabar sus primeros discos, que él mismo vendía en el Rastro, al tiempo que participaba en concursos radiofónicos y en verbenas de pueblo. Cambió el coche por un mesón en el barrio madrileño de Bilbao, del que fue propietario, pero el negocio fue un fracaso. Su primer salario como cantante lo consiguió a finales de los 60, cuando fue requerido para sustituir al mítico Pepe Blanco en una actuación en Pozoblanco (Córdoba).
La fama como cantante le llegaría en la década de los 70. Pero la copla vivía entonces uno de sus peores momentos y tuvo que esperar hasta la década siguiente, ya de la mano de la multinacional Arriola para triunfar plenamente. Mientras la crítica más elitista lo despreciaba como un autor menor su voz cascada y envolvente vendía cintas como best seller en tiendas y gasolineras. Con canciones firmadas por Juan Bautista, Alejandro Cintas y por él mismo, copó las listas de los más vendidos, contando con productores decididamente pop (Manuel Gas, Eddy Guerin y José Luis de Carlos) que refinaron su estilo. Paloma que pierde el vuelo, Amor secreto, El bichito del amor, el pasodoble Antoñete y, sobre todo El toro guapo convirtieron al cantante en un ídolo de masas y rey de los taxistas.
La modernidad le convirtió luego en icono televisivo en los 90, cuando interpretó a un personaje a su medida, un taxista madrileño en la serie Menudo es mi padre. Poco después extendería su fama al cine gracias a las películas dirigidas y protagonizadas por Santiago Segura en las que el particular héroe, Torrente, le idolatraba. Además, fue autor de la canción estrella de esa serie, Apatrullando la ciudad.
En 2000 publicó su trabajo Sin trampa ni cartón y para producirlo creó su propio sello discográfico llamado Carabirubí. Dos años más tarde sacó su último disco, el más rumbero ¡Ese Fary!, producido por Manuel Malú. Una de sus últimas apariciones fue durante la gala de la Rioja 2005, en abril de este año, junto a Bertín Osborne, o David Civera. Su hijo Javier Cantero, conocido por el éxito Y cuanto más acelero, queda como su heredero en el mundo de la música.

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