Ir al contenido
_
_
_
_

Eagles exhiben su madurez en el Sant Jordi

La banda norteamericana ofreció un concierto sin sobresaltos repleto de éxitos

Lugar: Palau Sant Jordi. Hora. 21:50. Protagonistas: Eagles. A esa hora y en ese lugar la banda norteamericana comenzaba a cerrar una deuda con el público español, una deuda con más de treinta años de intereses acumulados. Con Take it easy, una de sus más célebres piezas, la banda iniciaba su primer y único concierto en España. Hubo gritos, peroatendiendo a la compostura de un público mayormente adulto, éstos no resistirían la comparación con los desatados por cualquier ídolo juvenil. El hecho de que el Sant Jordi no se llenara por completo favoreció la comodidad de un público al que el equipo de sonido no siempre ofreció el matiz necesario en una banda como Eagles.

La segunda pieza, Witchy woman, que ya cuenta con orfebrería de coros, no llegó nítida a la pista, donde la suave cadencia de los cuerpos en movimiento era mecida por la melodía que brotaba del escenario. En él una poderosa y numerosa banda, doce músicos ataviados con la mesura que suelen otorgar los años, hacían lo posible por recrear a la perfección todos los recovecos de unas composiciones que en los equipos de alta fidelidad hacen que esta definición se ajuste por completo a su sentido. Una pantalla frontal suspendida sobre el escenario, otra en la parte posterior del mismo dividida en catorce fragmentos y otras dos laterales acercaban con tiento las figuras de los protagonistas al público, que se estremeció levemente cuando los acordes de One of these nights sonaban como cuarto tema del concierto. Inmediatamente después llegaba New kid in town y más de uno ciñó la cintura de su pareja recordando cuando bailaron por vez primera esta canción, presentada por Glenn Frey como una de las que forman parte del emblemático Hotel California, disco cuya sola mención ya desató un leve conato de delirio.

Y esa fue la pauta de un concierto sin sobresaltos, apacible y por momentos también romántico. Por un espacio cercano a las tres horas, Eagles repasaron su historia dando solaz a quienes crecieron con ella mediante temas como Life in the fast line, Tequila sunrise, la inevitable Hotel California y la postrer Desperado. También hubo espacio para los estrenos, No more claudy days, y para que en Love Hill keep us alive cantara Timothy B. Schmidt, el bajista, Con el sonido mejorando a medida que el concierto avanzaba, la banda norteamericana fue protagonista de lo que podría considerarse un triunfo "tranquilo", el concierto propio de una formación con velocidad de crucero que no se expone a riesgo alguno y que para no tentar a la salud incluso se regaló un descanso de veinte minutos para así abordar con la mejor disposición de ánimo la parte final de su actuación. Al fin y al cabo, Eagles, como el grueso de su público, no son precisamente unos jovencitos.

Antes de comenzar el concierto ya se podía intuir qué tipo de público formaba la principal aportación de seguidores, pues con notable antelación al inicio del concierto las plazas de aparcamiento próximas al Sant Jordi estaban llenas, algo inhabitual cuando el público es joven .La tipología de los vehículos también hablaba de madurez, confort y una cierta situación, aunque evidentemente no todos los seguidores de Eagles se toman respiros en Mónaco, pongamos por caso. Aún así, modelos de gama media y alta con alguna incrustación de deportivos exhalantes formaban el friso de una galería de cuatro ruedas perfectamente aparcada cuando aún faltaban muchos minutos para el inicio del espectáculo.

En las colas frente a las taquillas se verbalizaba el predominio de la mediana edad acudiendo a palabras un poco descatalogadas. Así, un espectador, al reconocer a un conocido entre los que comprobaban que comprar la entrada por Internet no forzosamente te exime de colas ante la taquilla, exclamaba con aire cómplice y, se supone, intención simpática "aquí estamos todos los carrozas". Lo cierto es que muchos se encontraban por vez primera frente a una situación insólita, pues cuando acostumbraban a ir a conciertos en su juventud, aún no se había inventado ese recurso que genera tanta comodidad a los promotores: la venta anticipada.

"Es que esto de comprarse las entradas con tanta antelación luego te deja colgado, pues quien quería venir contigo finalmente no puede hacerlo", decía una de las personas que con gesto implorante y abordando una situación insólita en su vida ponía cara de carnero degollado intentando vender la entrada sobrante que había pertenecido al acompañante. Ver a señores con jersey de algodón al cuello, camisa rayada y canas repeinadas hacia atrás con esmero intentando demostrar al posible comprador que él no era un simple reventa tenía notas francamente humorísticas. En especial porque su ímprobo esfuerzo solía ser dinamitado por el verdadero reventa que sabedor que no había negocio se hacía pasar por otro abandonado de última hora. No resultaba difícil distinguirlos, uno olía a colonia cara y el otro a esencia corporal, pero cuando de dinero se trata todos nos volvemos desconfiados. Incluso frente a un ejecutivo con reloj suizo

Los guitarristas y cantantes de la legendaria banda norteamericana "The Eagles", Glenn Frey (i), Joe Walsh (d), y el bateria Don Henley durante el concierto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_