Del lince ibérico blanco en Jaén al mono aullador de Costa Rica: qué hay detrás del cambio de color en animales
Los científicos piden más investigación para conocer el papel de factores ambientales como la exposición a productos químicos en estas anomalías


El camaleón, el pulpo, la sepia o la liebre americana cambian su coloración de forma natural, pero la aparición de un lince ibérico de color blanco en los montes jiennenses es sorprendente, incluso increíble. Es una hembra, conocida como Satureja, que ha perdido su coloración natural, esos tonos pardos y anaranjados tan característicos de la especie. Mantiene, sin embargo, las manchas negras, propias de cada lince: un DNI natural que conservan toda la vida y que permite diferenciar a un individuo de otro.
Nadie sabe la razón de este llamativo cambio de pelaje, que ya se había detectado en otro ejemplar anteriormente. Javier Salcedo, coordinador del programa de reintroducción del lince ibérico en Andalucía, plantea que se trate de una despigmentación temporal por factores externos ―ambientales o estrés―, lo que dejaría a un lado las mutaciones genéticas que provocan albinismo o leucismo.
Tienen como ejemplo el caso de otra hembra, que podría estar emparentada con esta, a la que le sucedió lo mismo y al cabo de un tiempo recuperó sus tonalidades naturales. La Consejería de Sostenibilidad y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía remite, sin embargo, a la investigación en marcha.
“Cuando un animal no cambia de color normalmente y lo hace de forma repentina, no se puede descartar el factor ambiental”, explica Ismael Galván, científico titular del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y especialista en pigmentación. El problema es que, en la actualidad, “no conocemos bien los agentes externos que podrían provocar esas modificaciones y cabe la posibilidad de que la contaminación del ambiente pudiera estar afectando a la coloración”, concreta. Por eso es tan importante, reitera, investigar el origen de este tipo de anomalías.
Galván pone como ejemplo los cambios anómalos que se están observando en la pigmentación de los monos aulladores de manto (Alouatta palliata) de Costa Rica con los que ha trabajado. Desde hace unos diez años, estos primates están empezando a cambiar de color de forma espectacular. “Es muy llamativo, porque pasan de ser completamente negros a aparecer individuos con partes entre naranjas y amarillas”, describe. Al principio eran pocos y la transformación les afectaba a los extremos, a las patas o a la cola, “pero ha habido un aumento tanto en el número de ejemplares afectados como en la extensión de las zonas corporales alteradas, y ya hay monos aulladores naranjas enteros”.
¿Cuáles son las causas? “Faltan investigaciones y no solo son los monos, también se han detectado esas anomalías en ejemplares de puerco espín o de tucán”, responde. Las melaninas son las responsables de las tonalidades negras, marrones, rojizas y amarillentas de la piel, el cabello, el pelaje o el plumaje. En el caso de los monos aulladores, se está perdiendo la melanina responsable de los tonos negros a favor del naranja, mientras que en el lince blanco que ha aparecido en Jaén el proceso es el contrario, pierde los naranjas y conserva los negros.
Detrás de las anomalías del cambio de tonalidad en los monos podría encontrarse la exposición a fitosanitarios que se usan en las plantaciones cercanas a donde viven. “Pero es una hipótesis que todavía no hemos podido investigar con detalle”, expone Galván.
Lo más habitual en casos de animales que nacen con otra pigmentación a la natural es que se haya producido una mutación genética. La selección natural, normalmente, se encarga de que ese animal muera. Una de esas alteraciones es el albinismo, que aparece por azar y provoca la ausencia total de melanina. En el caso de Satureja se ha descartado, porque debería ser completamente blanca, sin manchas negras. El gorila Copito de Nieve protagonizó uno de los casos más famosos de albinismo en el mundo. Fue capturado cuando era una cría en Guinea en 1966 y vivió en el zoo de Barcelona hasta que murió en 2003, con 40 años.
Otra de las anomalías genéticas es el leucismo, que consiste en que el animal fabrica melanina, pero esta no llega a algunas zonas del cuerpo que aparecen blancas o muy claras. No parece tampoco el caso, porque Satureja no presenta ese aspecto.
Además, ambas alteraciones (albinismo y leucismo) se manifiestan en el nacimiento y estos dos linces, según señaló a EL PAÍS el coordinador del programa de reintroducción del lince, vinieron al mundo con su colorido habitual. La despigmentación se produjo después.
El control de 700 genes
Lluis Montoliu, investigador del CSIC y del Centro de Investigaciones Biomédicas en Red de Enfermedades Raras en el Centro Nacional de Biotecnología, explica que “son casi 700 los genes que, de una manera u otra, directa o indirectamente, controlan la pigmentación de los animales (y de nosotros), de los aproximadamente 20.000 que tenemos tanto el lince como nosotros, dado que ambos somos mamíferos”. De ellos, solo 22 causan albinismo si están mutados, y unos pocos más provocan leucismo.
Pero hay muchos más que “pueden alterar la pigmentación de múltiples maneras”, añade. Por ejemplo, apagándose paulatinamente, como les sucede a los caballos silver, que nacen pigmentados, pero van perdiendo la coloración hasta quedarse blancos. “Pequeño Tío, el caballo de [la serie infantil] Pippi Calzaslargas, era uno de estos ejemplares, al que antes de cada escena le pintaban los puntos circulares negros que todos recordamos”, rememora.
Este caballo es un modelo de vitiligo, “posiblemente una de las explicaciones por las que este lince puede haber perdido la pigmentación en su cuerpo”. Esta enfermedad cutánea tiene causas tanto genéticas (hay por lo menos 40 genes cuya alteración predispone al vitiligo) como ambientales: rozamiento o exposición a productos químicos que pueden provocar la pérdida de pigmentación por la muerte o desaparición de los melanocitos, las células que fabrican la melanina.
Pero para saber a ciencia cierta qué puede haberle pasado a este lince, “habría que secuenciar primero su genoma y ver si porta mutaciones en alguno de los 700 genes“. También sería necesario hacer ”un análisis histológico [estudio de los tejidos] de su piel” y comprobar si no tiene pigmentos porque sus melanocitos no lo fabrican o porque los ha perdido. “Esto último permitiría sugerir que la causa de esta pérdida de pigmento pudiera ser relacionada con el vitiligo”, plantea Montoliú.
Para conocer el genoma de Satureja bastaría con conseguir alguno de sus pelos, excrementos, saliva… Pero un análisis histológico requiere tomar una biopsia de la piel. Lo que implica capturar a Satureja, una misión que se antoja complicada, dado que ha nacido en libertad y no porta GPS de localización.
Además, se encuentra en buena forma, ha sacado adelante alguna camada y no parece tener problemas para cazar y alimentarse a pesar de su color blanco. Los técnicos del programa de recuperación de la especie capturan a algunos ejemplares cada año para comprobar el estado en el que se encuentra la población, pero sin buscar a ningún individuo en concreto.
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