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Sara Gutiérrez, bombera forestal: “Los incendios no se apagan con aviones y helicópteros”

Esta brigadista canaria que trabaja con la motosierra asegura que a algunos todavía “les revienta la cabeza” cuando se quita el casco y descubren que es una mujer

La bombera forestal Sara Gutiérrez, fotografiada hace unos días en Gran Canaria.
Clemente Álvarez

En estas fechas, la bombera forestal Sara Gutiérrez (Las Palmas de Gran Canaria, 40 años) pasa la mayoría del tiempo esperando al fuego. Esta licenciada en Ciencias Ambientales, y brigadista antiincendios en el Cabildo de Gran Canaria, tiene que estar dos días a la semana de guardia en la base 12 horas en horario diurno y dos días localizable, luego libra y vuelve a empezar de noche. Buena parte de su trabajo consiste en entrenar y prepararse para cuando salta el aviso de incendio en la emisora.

Pregunta. Mucha gente se piensa que los incendios se apagan desde el aire. ¿Qué opina?

Respuesta. Los medios aéreos son una herramienta muy importante, pero los incendios no se apagan con aviones y helicópteros. La descarga de agua desde el aire sirve para bajar un poco la intensidad de la llama, para que puedan entrar [a la zona afectada en tierra] los bomberos y las bomberas forestales con las herramientas con las que van quitando el combustible [la vegetación]. Debajo de las descargas hay personas trabajando sobre el combustible.

P. ¿Cuál es su cometido en un incendio?

R. Soy motoserrista. Utilizo herramientas de corte como la motosierra para eliminar el combustible forestal, que es sobre lo que tú puedes actuar para que el incendio no avance. Con motosierras, desbrozadoras y otras herramientas se retira todo lo vegetal, para que cuando el fuego llegue a esa línea no encuentre nada que quemar.

P. ¿Cómo es trabajar con una motosierra?

R. Yo no había usado en mi vida una motosierra. Antes había estado como vigilante en una torre contra incendios, vigilando columnas de humo, con los prismáticos. Y cuando pasé a brigadista tenía dos opciones: o volvía a la torre o me hacía motoserrista. Al principio, me daba miedo el cambio, pero luego he ido descubriendo que me encanta la motosierra.

P. ¿Hasta qué punto protege el traje de bombero de las llamas?

R. Hay incendios con intensidades que son una barbaridad. Frentes de fuego de 10.000 kilovatios metro es mandarnos prácticamente a la muerte, por mucho EPI [el traje de protección] que lleves o por mucha agua que tengas, eso no se apaga.

P. No debe ser fácil trabajar con todo eso puesto y temperaturas tan abrasadoras.

R. Sí, es un gasto calórico brutal, una deshidratación impresionante. Y también un subidón de adrenalina, que luego, cuando todo acaba, hay que saber gestionar. Tenemos que estar preparados físicamente, pero también mentalmente.

P. ¿Qué es la paradoja de la extinción?

R. España tiene uno de los mejores operativos de extinción de Europa, pero apagar los fuegos tan rápido produce lo que se conoce como la paradoja de la extinción. Esto es que, al no dejar que se queme todo ese combustible forestal que hay ahora en el monte, la acumulación de vegetación hace que cuando se te escapa un fuego puede ser brutal. Son incendios fuera de capacidad de extinción casi desde las primeras horas.

P. ¿Qué hacen los bomberos en tierra frente a estos monstruos de fuego?

R. A veces es mejor dejar avanzar el fuego. La gente te ve retirarte y se genera controversia, te dice: ¿a dónde vas tú? Pero la intensidad de radiación térmica es tan alta que no podemos entrar, resulta preferible esperar a una zona más propicia donde se pueda apagar.

La brigadista en la zona de Cruz Grande, en San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria.

P. ¿Qué hay que hacer para evitar estos incendios más destructivos?

R. Ya no es cuestión de que hagan falta más medios de extinción, más agua, más mangueras, ahora hay que invertir en verde, en la gestión forestal. Aquí en Gran Canaria estamos siguiendo una estrategia que está funcionando muy bien, Gran Canaria Mosaico, y consiste en conseguir un paisaje mosaico, volviendo a la ganadería, la agricultura y a que el monte sea productivo. Así es más difícil que se quema y si se quema, hay más oportunidades de apagarlo con un paisaje mosaico, con interrupciones en la vegetación, evitando la continuidad del combustible que es lo que dispara la velocidad y la intensidad de las llamas.

P. El propio fuego también se utiliza para prevenir incendios, ¿qué son las quemas prescritas?

R. Son una de las herramientas que tenemos para gestionar nuestra gran masa forestal. Hay otras, pero es verdad que las quemas prescritas funcionan y son una forma eficaz, rápida y económica. El fuego se puede pastorear para llevarlo como un rebaño y quemar zonas estratégicas, de forma preventiva. Estas quemas tienen detrás un criterio técnico muy potente, se sabe cuál es la ventana de prescripción, con qué humedad se puede quemar, con qué viento… Y si cambian las condiciones, se para.

P. ¿Los bomberos forestales notan que los incendios estén cambiando con la crisis climática?

R. Se nota en que los incendios ya no son solo en verano, ya tenemos incluso en invierno, eso está relacionado con el cambio climático.

P. En algunos sitios se están retirando las torretas de vigilancia contra incendios. ¿Se han quedado obsoletas?

R. En Gran Canaria es cierto que se han ido cerrando algunas torres progresivamente. Aquí tenemos un sistema de detección pionero [con cámaras térmicas] que se llama Alertagran y es superpotente. Pero bajo mi punto de vista no es una buena opción jugártelo todo a la carta de la tecnología. Yo no prescindiría de la figura del vigilante, pues la tecnología también falla. Lo vimos con el apagón, cuando se vinieron las comunicaciones abajo.

P. ¿La gente se sorprende todavía de ver a una mujer bombera y motoserrista?

R. A veces me quito el casco y dicen: pero si eres una chica. Les revienta la cabeza.

P. ¿Por qué no hay más bomberas forestales?

R. Es algo cultural. En general, en todas las profesiones de emergencia y de seguridad pasa lo mismo. Todavía se asocian con la fuerza y los hombres. Necesitas una cierta forma física, pero nosotras podemos cargar mochilas con mangueras, podemos tirar mangueras, podemos conducir camiones, podemos hacer de todo. Ojalá yo hubiera tenido referentes femeninas, chicas que hubieran ido al cole vestidas de bombero.

P. ¿Qué tipo de contrato laboral tiene?

R. Soy fija discontinua. Trabajo, más o menos, 10 meses y medio al año. Desde febrero hasta el 15 de junio, con labores de prevención —como abrir caminos, arreglar reforestaciones, regar...—, y del 1 de junio al 15 de octubre, o a veces hasta el 30, con extinción. Luego en diciembre se me acaba el contrato y me vuelven a llamar otra vez en febrero.

P. ¿Esto es lo habitual?

R. Hay compañeros que son continuos y están todo el año, pero los discontinuos somos un 85-90%.

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Sobre la firma

Clemente Álvarez
Es el coordinador de la sección de Clima y Medio Ambiente de EL PAÍS y está especializado en información ambiental, cambio climático y energía. Ha trabajado para distintos medios en España y EE UU, como Univision, Soitu.es, la Huella en La2 de TVE... Fue también uno de los fundadores de la revista Ballena Blanca.
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